"Desconocer la realidad del mercado ha creado una crispación social. A principios del milenio, cuando el mercado se empeñaba en demostrar que la economía argentina valía menos de lo que hacían creer al pueblo argentino, su gobierno se empeñó en mantener las falsas creencias y negó las realidades económicas. Tercamente insistió en una paridad cambiaria frente al dólar, que afectó la competitividad por casi una década, y alimentó un nivel de gasto insostenible. La debacle desatada al abandonar la paridad generó una devaluación del 200 por ciento, una traumática transición política con cinco presidentes en una semana, y una crisis social de triste recordación. La esquizofrenia, una de cuyas acepciones es la "pérdida de contacto con la realidad", se traduce en este contexto en no querer reconocer la realidad tal cual es. Al haber querido empeñarse las autoridades en que el país era lo que no era, sentó las bases para tan desastroso desenlace.Hoy sucede algo similar pero con condiciones diametralmente opuestas. Me explico. Actualmente, el mercado se empeña en decirles a los argentinos que valen más de lo que dicen sus autoridades. Es decir, si se dejara a las fuerzas económicas reflejar el verdadero valor de la moneda, mostraría que los argentinos debieran pagar por cada dólar mucho menos que 3,15. No obstante, sus autoridades repiten la actitud esquizofrénica, y desconocen que su país también debiera experimentar revaluación, como sucede en Brasil, Chile, Perú y Colombia.Como consecuencia, la economía argentina ha entrado en una secuencia descabellada que puede ser descrita de la siguiente manera: sus exportaciones crecen aceleradamente tanto por el mayor precio mundial de los bienes primarios, como por la tasa de cambio ficticiamente alta. Este influjo de dólares es convertido en muchos pesos, creando una avalancha monetaria. Más dinero alimenta más inflación. Dado que el gobierno no quiere aceptar esta consecuencia natural de su política cambiaria, decidió controlar precios de determinados bienes básicos, e incluso llegó a prohibir su exportación. Para no hablar de haber capturado a la institución que produce las estadísticas de inflación, con lo cual ya no se les cree a las cifras oficiales sobre aumentos de precios.Como es bien sabido por la historia económica de muchos países, y de Venezuela en la actualidad, el control de precios conduce a desabastecimientos y a estanterías vacías en los supermercados, pues a esos precios ficticiamente bajos los productores no encuentran rentable vender sus bienes. Ante esto, el gobierno respondió con subsidios a los productores de bienes básicos de consumo, para frenar el desabastecimiento. La siguiente vuelta de la tuerca conduce a que subsidios muy costosos amenazan el equilibrio fiscal. Las autoridades argentinas están muy orgullosas del superávit fiscal, como indicador de sano manejo macroeconómico, y quieren preservarlo a cualquier costa. En busca de recursos tributarios, se han apoyado en un instrumento de vieja data llamado "contribuciones" que deben pagar los exportadores. Las mismas han crecido paulatinamente, y, para la soya, el 11 de marzo subieron al 44 por ciento del valor exportado. Es claro que ese es un valor confiscatorio a los exportadores, con lo cual se desdibuja buena parte de sus ventas. En plata blanca es como si les dieran una tasa de cambio de 1,70 peso por dólar en vez de la facial de 3,15.En suma, queriendo ayudar a los exportadores, esta secuencia equivocada de políticas terminó perjudicando a los exportadores. Queriendo ayudar a los agricultores, se terminó perjudicándolos. Y queriendo ayudar a los consumidores se terminó también lesionándolos. La razón última es buscar afanosamente desconocer la realidad del mercado. (Seleccionado del art.de Juan C.Echeverry aparecido el 16 de abril de 2008 en la web de El Tiempo, de Colombia)
Esta es una cuidadosa selección, tanto de noticias actuales, como de noticias anteriores sobre temas diversos, que seguramente interesan a todos los lectores. Lo que ha sido olvidado, lo que no ha podido leerse sino en sus títulos o lo que no se quiso leer y resulta atrapante. Nosotros trataremos de mantener un cierto nivel, dentro de nuestras precarias posibilidades, a fin de evitar caer en temas sin ningún atractivo, o que interesen solamente a un reducido círculo por su especifidad.
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miércoles, 16 de abril de 2008
Esquizofrenia y Economía en la Argentina
"Desconocer la realidad del mercado ha creado una crispación social. A principios del milenio, cuando el mercado se empeñaba en demostrar que la economía argentina valía menos de lo que hacían creer al pueblo argentino, su gobierno se empeñó en mantener las falsas creencias y negó las realidades económicas. Tercamente insistió en una paridad cambiaria frente al dólar, que afectó la competitividad por casi una década, y alimentó un nivel de gasto insostenible. La debacle desatada al abandonar la paridad generó una devaluación del 200 por ciento, una traumática transición política con cinco presidentes en una semana, y una crisis social de triste recordación. La esquizofrenia, una de cuyas acepciones es la "pérdida de contacto con la realidad", se traduce en este contexto en no querer reconocer la realidad tal cual es. Al haber querido empeñarse las autoridades en que el país era lo que no era, sentó las bases para tan desastroso desenlace.Hoy sucede algo similar pero con condiciones diametralmente opuestas. Me explico. Actualmente, el mercado se empeña en decirles a los argentinos que valen más de lo que dicen sus autoridades. Es decir, si se dejara a las fuerzas económicas reflejar el verdadero valor de la moneda, mostraría que los argentinos debieran pagar por cada dólar mucho menos que 3,15. No obstante, sus autoridades repiten la actitud esquizofrénica, y desconocen que su país también debiera experimentar revaluación, como sucede en Brasil, Chile, Perú y Colombia.Como consecuencia, la economía argentina ha entrado en una secuencia descabellada que puede ser descrita de la siguiente manera: sus exportaciones crecen aceleradamente tanto por el mayor precio mundial de los bienes primarios, como por la tasa de cambio ficticiamente alta. Este influjo de dólares es convertido en muchos pesos, creando una avalancha monetaria. Más dinero alimenta más inflación. Dado que el gobierno no quiere aceptar esta consecuencia natural de su política cambiaria, decidió controlar precios de determinados bienes básicos, e incluso llegó a prohibir su exportación. Para no hablar de haber capturado a la institución que produce las estadísticas de inflación, con lo cual ya no se les cree a las cifras oficiales sobre aumentos de precios.Como es bien sabido por la historia económica de muchos países, y de Venezuela en la actualidad, el control de precios conduce a desabastecimientos y a estanterías vacías en los supermercados, pues a esos precios ficticiamente bajos los productores no encuentran rentable vender sus bienes. Ante esto, el gobierno respondió con subsidios a los productores de bienes básicos de consumo, para frenar el desabastecimiento. La siguiente vuelta de la tuerca conduce a que subsidios muy costosos amenazan el equilibrio fiscal. Las autoridades argentinas están muy orgullosas del superávit fiscal, como indicador de sano manejo macroeconómico, y quieren preservarlo a cualquier costa. En busca de recursos tributarios, se han apoyado en un instrumento de vieja data llamado "contribuciones" que deben pagar los exportadores. Las mismas han crecido paulatinamente, y, para la soya, el 11 de marzo subieron al 44 por ciento del valor exportado. Es claro que ese es un valor confiscatorio a los exportadores, con lo cual se desdibuja buena parte de sus ventas. En plata blanca es como si les dieran una tasa de cambio de 1,70 peso por dólar en vez de la facial de 3,15.En suma, queriendo ayudar a los exportadores, esta secuencia equivocada de políticas terminó perjudicando a los exportadores. Queriendo ayudar a los agricultores, se terminó perjudicándolos. Y queriendo ayudar a los consumidores se terminó también lesionándolos. La razón última es buscar afanosamente desconocer la realidad del mercado. (Seleccionado del art.de Juan C.Echeverry aparecido el 16 de abril de 2008 en la web de El Tiempo, de Colombia)
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