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viernes, 18 de marzo de 2011

La debacle árabe y tres lecciones importantes


"Hay por lo menos tres lecciones que extraer del reñidero árabe. La primera es que los regímenes caudillistas y sin instituciones legítimas tienden a desembocar en la violencia cuando llegan a su agotamiento. El reemplazo se produce a cañonazos porque no hay modos pacíficos de transmitir la autoridad. Eso ha ocurrido en Túnez, en Egipto y luego en Libia.

Quienes desprecian el Estado de Derecho a la manera de las democracias estables y prósperas de Occidente no entienden que la gran virtud del sistema radica, precisamente, en la sustitución y renovación pacífica de los gobernantes, seleccionados de un abanico de opciones diferentes. Es posible que elijamos a un cretino o a un inepto, incluso a un canalla (ocurre con frecuencia), pero a estos indeseables se les puede reemplazar sin dificultades en los próximos comicios. (Raúl Castro debería estudiar cuidadosamente lo que ocurre en el norte de Africa y sacar las conclusiones adecuadas).

La segunda lección tiene que ver con el petróleo. ¿Hasta cuándo las naciones importadoras de petróleo van a seguir aplazando el desarrollo masivo de fuentes alternas de energía? Recuerdo un vibrante discurso de Richard Nixon en 1973, hace casi cuarenta años, en el que juraba que Estados Unidos pondría fin a las importaciones petroleras. En ese año, los países árabes productores de energía castigaron a Occidente por el apoyo dado a Israel durante la guerra de Yom Kippur. El costo del petróleo se multiplicó por cinco, y medio planeta cayó en recesión. Desde entonces, todos los ocupantes de la Casa Blanca han repetido la patriótica cháchara de Nixon, con más o menos énfasis, pero el país, irresponsablemente, continúa dependiendo de las importaciones de crudo.

¿Por qué ese fracaso? Porque a la hora de valorar la factura del petróleo los norteamericanos se limitan a abonar el precio que indica el mercado al barril, sin tomar en cuenta los costos ocultos de un oligopolio controlado por unas veinte compañías –trece de ellas estatales–, establecido en regiones inestables e impredecibles y parcialmente regulado por un cártel de productores que mantiene artificialmente los precios del combustible, práctica que en cualquier otra actividad es un delito severamente penado por las leyes.

¿Cuál es el gasto militar de proteger las instalaciones en el Medio Oriente?
¿Cuánto cuestan las recesiones provocadas por estos vaivenes del precio del petróleo? Cada vez que se produce una catástrofe petrolera y el mundo entra en recesión se destruyen billones de dólares de capital acumulado, y todos nos empobrecemos súbitamente. Si esa suma fantástica pero real fuera agregada al costo de la factura del petróleo, veríamos que no es cierto que sea la fuente más barata de energía. Es la más costosa.

La tercera lección tiene que ver con el cinismo infinito de los amigos de Gadafi. Los tres líderes que más descaradamente han salido a defender a este extraño dictador son Hugo Chávez, Daniel Ortega y Fidel Castro. El trío, mientras condena, conmovido, las muertes de inocentes provocadas por Estados Unidos en las guerras de Irak y Afganistán, respalda con entusiasmo los bombardeos de Gadafi contra civiles desarmados, efectuados por la aviación libia sin otro objetivo que sembrar el terror por medio de una masacre.

Chávez, además, ha dedicado a los países de ALBA a tratar de salvar a su colega libio. El coronel venezolano, hoy bajo la tutela de Fidel Castro, no olvida que en los años noventa estaba bajo la influencia intelectual y política de Norberto Ceresole, un peronista-fascista argentino, muerto en 2003, tan descaradamente colocado al servicio de Libia y de Irán que hasta negaba la existencia del Holocausto.

Chávez, de la mano de Ceresole, había leído con fascinación las tonterías escritas por Gadafi en El libro verde y defendía con ardor la "tercera teoría universal", como pomposamente llamaba el libio a unas autoritarias maquinaciones ideológicas en las que prescribía un modelo de Estado basado en la existencia de un caudillo iluminado, ligado a una sabia masa por medio de un ejército popular.

El resto de los países integrados en ALBA –Ecuador, Bolivia y un par de risueños islotes caribeños–, más los observadores (Granada, Haití, Paraguay, Uruguay, acompañados por la satrapía siria), deben tomar nota de que aquélla es mucho más que una organización dedicada a estimular el comercio: es un instrumento diplomático de Chávez, Castro y Ortega para respaldar las peores tiranías. Es muy grave prestarse a esas componendas. (Seleccionado de un artículo de C.A.Montaner, en la web española de Libertad Digital, del 18-03-10)

miércoles, 9 de marzo de 2011

La Cruda realidad del Socialismo del Siglo XXI en América Latina


El nuevo nombre del comunismo, en la América Latina, es "Socialismo del Siglo XXI". Por cierto un eufemismo político. El siguiente artículo nos ilustra sobre como conocer a fondo de que se trata. Nada mejor para derrotar a nuestro enemigo que conocerlo íntimamente. Carlos Al- berto Montaner, nos ilustra al respecto, con su natural agudeza intelectual.
"El socialismo del Siglo XXI en América Latina son, en realidad, cinco. Tantos, como los países que conforman ese mundillo caudillista, antirrepublicano, caótico y con vocación autoritaria. Se unifican en el antiamericanismo, en la convicción de que los individuos deben estar al servicio del Estado, y no al revés, en el desprecio al mercado, y en la superstición de que el caudillo sabe exactamente lo que les conviene o les perjudica a todos los ciudadanos, pero son muy distintos.

Los gobiernos que lo integran son Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua
. El primero, claro, es el cubano. Sin la dictadura cubana no existirían los demás socialismos. Cuba les brinda a los otros cuatro países lo que sabe hacer con gran destreza: dirección estratégica, labores de inteligencia, métodos de control político y social, carpintería institucional, propaganda y redes internacionales de ayuda. Además aporta personal sanitario y entrenadores deportivos, pero esa es la tapadera, lo menos importante. Cuba enseña todo lo que aprendió de la URSS en los treinta años de complicidad con el mundo comunista.

La gran paradoja es que Raúl Castro ya dejó de ser marxista-leninista y lamenta la época en que él y su hermano precipitaron irresponsablemente a la Isla en la dirección del comunismo, pero la única mercancía que tiene para vender es la fabricación de jaulas totalitarias como la que destrozó a Cuba. Es eso lo que Chávez le paga a precio de oro: ciento ocho mil barriles diarios de petróleo más otras formas encubiertas de subsidio y corrupción que elevan la cifra final a más de cinco mil millones de dólares. Raúl no comparte los planes de conquista planetaria que Chávez acaricia, pero el cliente siempre tiene la razón y Chávez no sólo es ``el cliente'': es el único cliente de que dispone Cuba.

Hugo Chávez se percibe como el heredero ungido por Fidel. Su delirante fantasía es triunfar donde fracasó Moscú. Pretende construir y dirigir un amplio campo antioccidental en el que caben la teocracia iraní, el manicomio norcoreano, Zimbabue, la tiranía bielorrusa y cualquiera que odie a las democracias liberales. El se considera marxista-leninista --no hay que poner en duda su autodefinición--, pero no busca la uniformidad ideológica, sino la creación de un bloque unido por el rechazo al modelo político parido por Occidente desde la Ilustración.

El problema de Evo Morales es de otra índole. Odia la modernidad, el progreso, el desarrollo occidental. Ama la coca, reverencia a la Pachamama, que es la diosa-tierra, y quisiera volver al trueque. Sueña con regresar a un pasado idílico en el que se revitalicen los valores precolombinos. Su socialismo no es, en realidad, el del siglo XXI, sino el del XV, antes de la llegada de Pizarro, exponente, según él, de la ``cultura de la muerte", cuando aimaras y quechuas vivían en un paraíso andino, reino glorioso de la ``cultura de la vida".

El experimento socialista ecuatoriano de Rafael Correa ha sido definido elocuentemente por el señor René Ramírez, funcionario a cargo del Secretariado Nacional de Planificación y Desarrollo de Ecuador (SENPLADES): ``El Nuevo Socialismo es un ``biosocialismo republicano orientado a construir una biopolis, una sociedad del bioconocimiento, de servicios ecoturísticos comunitarios y de productos agro-ecológicos, liberando tiempo para el ocio creador, para el erotismo, para el arte y la artesanía, para la indagación existencial, para la fiesta y la celebración, para la minga''
. (¡Pobre país, Dios mío!).

Daniel Ortega, el nicaragüense, como Raúl Castro, dejó de creer en el comunismo, pero sin transformarse en un demócrata. Hoy es un neosomocista. Quiere mantenerse en el poder a cualquier costo con el propósito de mandar y enriquecerse. Ese es su socialismo del Siglo XXI. Para ello cuenta con el control de los tribunales de justicia y con un elemento clave que también utilizaban los Somoza con enorme habilidad: la corrupción. Ortega corrompe parlamentarios, jueces, periodistas y electores. La cifra de que dispone para la compra-venta de conciencias y voluntades es de mil millones de dólares anuales facilitados por su mentor Hugo Chávez. Mucha plata en un país muy pobre, pero si ese dinero llegara a faltarle, su régimen se hundiría rápidamente.",(seleccionado del suplemento Opinión del The Herald, de Miami del 26-12-2010 - www.firmaspress.com ).


martes, 8 de marzo de 2011

Que Pareja!!!!!!!!!!!!! (Versión Vargas Llosa)


"Crisis del capitalismo? Sí, es verdad, en los últimos años el poderoso sistema capitalista, tan denostado y tan extendido al mismo tiempo, que parecía indestructible, pareció derrumbarse a escala planetaria, no por acción de sus viejos enemigos, los comunistas y los socialistas radicales, sino por efecto de lo que el profeta Marx llamaba sus "contradicciones internas", es decir, la corrupción e irresponsabilidad de sus banqueros, financistas, empresarios, especuladores, estafadores y piratas, que, enceguecidos por la fiebre del lucro y la voracidad crematística, fueron empujándolo hacia el abismo, donde terminó por rodar y hacerse trizas (bueno, casi). Las consecuencias resultaron catastróficas, desde luego: quebraron bancos, las bolsas se escurrieron hasta quedar exánimes, desaparecieron millones de puestos de trabajo, los niveles de vida de tres cuartas partes del globo cayeron en picada, prestigiosos hombres de empresa fueron a la cárcel porque el naufragio sacó a la superficie sus pillerías y embauques y, en resumen, los ricos dejaron de serlo tanto, la clase media se empobreció brutalmente y los pobres se volvieron miserables.

Ahora bien, hubo algunas excepciones a la regla, felizmente, que dejan entrever una esperanza para la supervivencia del sistema, es decir, para su recuperación sobre bases más firmes y exitosas. Tomemos, como ejemplo, a dos capitalistas ejemplares, que no sólo sortearon felizmente la crisis que descuajeringaba a sus colegas sino que, en estos tiempos de tragedia y quebranto, consiguieron multiplicar siete veces su capital. ¿De quiénes hablo? De los esposos Néstor Kirchner y Cristina Fernández, por supuesto. El ex presidente de la Argentina y su sucesora, la actual mandataria, eran poseedores en el año 2003 de un patrimonio, que ellos presentaron en su declaración jurada, y que la Oficina Anticorrupción, dependiente del Ministerio de Justicia, evaluó en el equivalente de un 1.200.000 euros de la época. En el año 2007, cuando la señora Kirchner ocupó la Casa Rosada, este capital se había casi triplicado, hasta alcanzar unos 3.200.000 euros. Pero fue en diciembre de 2008 cuando dio un salto espectacular y en sólo 12 meses alcanzó la cifra (vertiginosa para cualquier bípedo común y corriente) de 8.500.000 euros.

¡Aprendan, capitalistas de pacotilla, mediocres y ramplones, tipo Madoff, que como éste merecerían pasar el resto de sus años en la cárcel por ineptos! Eso es ser unos capitalistas de verdad, audaces, ingeniosos, creativos, que, cuando todos a su alrededor perdían lo que tenían y lo que no tenían, fueron capaces de disparar a las nubes sus ingresos demostrando de este modo que para sortear el sistema tiene recursos y vericuetos las peores calamidades y aún medrar con ellas.

¿Cómo consiguieron este milagro Néstor Kirchner y Cristina Fernández?
Lo ha sacado a la luz en Buenos Aires la diputada de oposición, Patricia Bullrich, del Acuerdo Cívico y Social, según leo en una crónica de Alejandro Rebossio (EL PAÍS, 26 de julio) que no tiene desperdicio y que debería ser estudiada como un catecismo por todo capitalista que aspire a emular a esa pareja excepcional.

Los esposos Kirchner, ambos abogados, eran ya, en 2003, cuando don Néstor subió a la Presidencia de su país, bastante prósperos. Tenían 23 inmuebles, que alquilaban, y cuentas bancarias. Sin que ello los distrajera de sus responsabilidades políticas -doña Cristina era senadora y colaboraba estrechamente con el mandatario en sus tareas de gobierno- este patrimonio se fue revaluando mediante la compra, rehabilitación y venta de inmuebles y sagaces inversiones financieras. Además de alquilar algunas de sus propiedades para que sirvieran de hoteles, constituyeron, en sociedad con uno de sus hijos, una consultoría que asesoraba a sus clientes en "economía, finanzas, derecho, ciencias sociales, educación y administración y otras disciplinas". ¿Cómo no hubiera tenido gran éxito una empresa de servicios semejante? ¿Quién, que tenga dos dedos de frente, no hubiera querido ser asesorado en sus negocios e inversiones por ese par de presidentes tan enterados y prósperos?

Pero las operaciones, rayanas en la genialidad, que hicieron de verdad la fortuna de la pareja, tuvieron como escenario la muy bella localidad de Calafate. Un paisaje divino, aire purísimo, y glaciares, el más hermoso de los cuales fue bautizado Perito Moreno, que quitan el habla, hacen pensar en las historias de Jack London y atraen a ese rincón de la Patagonia argentina a millares de turistas cada año. Pues bien, gracias a la generosidad del alcalde del lugar, un caballero llamado Néstor Méndez, los Kirchner compraron en 2005 unos terrenos de 60.000 metros cuadrados, pagando 69 céntimos de euro por metro cuadrado. Al año siguiente lo revendieron ¡a 50 euros el metro cuadrado! Así financiaron el lindo hotel -lo conozco- El Calafate. Ese mismo año se hicieron dueños de otros 129.000 metros cuadrados (a 69 centavos de euro por metro cuadrado) y los revendieron, pocos meses después, a 50 y a 57 euros el metro.

En su crónica, Alejandro Rebossio cita una declaración de Aníbal Fernández, jefe de Gabinete del Presidente argentino, respondiendo a los maliciosos que ven gato encerrado en estas formidables operaciones empresariales: "Nadie que ejerza el poder está impedido de tener un patrimonio propio y que éste tenga vida, lo que es la esencia del capitalismo". Tiene toda la razón del mundo, por supuesto, y estoy seguro que la deficiente mafia rusa -deficiente porque, a diferencia de los Kirchner, parece haber perdido, por culpa de la crisis, la mitad de los incontables billones que tenía- debía impregnarse de esta filosofía y enfrentar al mundo, sin complejos de inferioridad, proclamando que, haciendo lo que hacen, no roban, ni contrabandean, ni piratean, sino mantienen viva y llameando la esencia metafísica del capitalismo.

El mérito de los esposos Kirchner es tanto mayor si se tiene en cuenta que, a ellos, a juzgar por los discursos con que suelen hipnotizar a los electores que los llevaron al poder y que he tenido la ocasión de padecer, el capitalismo no les gusta nada. Más todavía, son sus encarnizados adversarios. Y abominan de él porque lo consideran explotador, egoísta, abusivo y corruptor. Sus verdaderos amigos y afines son gentes como el comandante Hugo Chávez de Venezuela o el comandante Daniel Ortega de Nicaragua, con quienes a menudo se estrechan en efusivos abrazos y profetizan la próxima derrota del imperialismo. Sus corazones son de izquierda (sólo sus bolsillos y los vestidos de doña Cristina son de derecha) y por eso a muchos capitalistas, durante sus dos gobiernos, además de injuriarlos, les han hecho pasar muy malos ratos, nacionalizándolos, abrumándolos con regulaciones y nuevos impuestos, al extremo de que la fuga de capitales en Argentina, según un despacho de la Agencia EFE del día 2 de agosto, alcanzó sólo en el primer semestre de este año los 7.860 millones de euros. Las cifras proceden del Banco Central, una institución según la cual, desde que comenzó la crisis financiera, unos 30.300 millones de euros en ahorros de argentinos escaparon al exterior o fueron escondidos en cajas de seguridad o bajo el colchón.

O sea que, mientras la empresa Kirchner hacía pingües negocios, el capitalismo se desmoronaba en Argentina y ganaba terreno esa peculiar filosofía de los esposos gobernantes según la cual no hay contradicción alguna en ejercitar y aprovecharse de un sistema odioso al mismo tiempo que se obra desde el gobierno por su ruina y extinción.

Quizás ésta sea la explicación del enredo: la benemérita pareja no se ha hecho rica por codicia ni muchísimo menos sino para dar una lección ideológica práctica a su pueblo
. Su conducta responde a un propósito laberíntico, semejante a esas deslumbrantes y sutiles construcciones intelectuales de los cuentos de su compatriota Jorge Luis Borges. Un propósito altruista y pedagógico destinado a mostrar, en carne viva, inmolándose en el intento, lo sucio y pestilente que es el sistema capitalista, pues permite a un par de políticos del común volverse millonarios en un plazo brevísimo, pese a las inclemencias y zozobras que vive su país, mientras millones de argentinos se empobrecían, los agricultores se sentían amenazados, las empresas quebraban y los ahorristas veían cómo la inflación volatilizaba las reservas con que esperaban afrontar la vejez. Héroes y mártires del capitalismo, pues. ¡Flor de pareja! ". (Seleccionado del diario El País del 08-08-2009)