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miércoles, 25 de julio de 2012

El verdadero pensamiento de Evita sobre las ideas marxistas-comunistas.









Creemos que este día es propicio para llevar a conocimiento de todos los ciudadanos de la Argentina, que se ha intentado, se intenta y se intentará convertir a Eva Perón en partidaria de las ideas comunistas y marxistas. Sin embargo, nada mas lejos de la realidad.  Inútil es que intenten engañar a nadie. Quienes utilizan su nombre y su fama, para llevar agua a su molino, seguramento no tienen la menor idea de que se trata. Son los que conocen al obrero por medio de una fotografía.  Han intentado, y lo lograron, infisionar al peronismo con su pestífera hiel.  Como sus apestosas ideas marxistas-leninistas, no han triunfado en el mundo, intentaron copar al peronismo, adoptando el difraz de peronistas. Lo han logrado con la venia de los oportunistas de siempre. Como  Dios no quiere cosas sucias, podemos transcribir algunos párrafos del libro La Razón de Mi Vida, de donde surge el verdadero pensamiento de su autora. Ni una palabra de aliento a los rojos. No se observan ni rastros,  del falsificado pensamiento de Evita  sobre la doctrina comunista y las afines. De tales párrafos se desprende la absoluta repugnancia de la misma, hacia esas doctrinas extrañas al ser argentino. Creemos que, tales citas, desvirtuarán de una vez por todas las falsedades y las mentiras que se intentan propagar. Evita "Montonera" existe sólo en mentes afiebradas.  Es de desear que la presente sea una contribución que permita que salga a luz la verdad . 

Señala Eva Perón, en el aludido libro de su autoría, en el Capítulo V, lo siguiente: "Un día me asomé, por la curiosidad que derivaba de mi inclinación, a la prensa que se decía del pueblo.

Buscaba una compañía... ¿No es acaso verdad que casi siempre, en los libros, en los libros y diarios que leemos, buscamos más una compañía que un camino para recorrer o una guía que nos conduzca?
Por eso tal vez leí la prensa de izquierda de nuestro país; pero no encontré en ella ni compañía, ni camino y menos quien me guiase.
Los “diarios del pueblo” condenaban, es verdad, al capital y a determinados ricos con lenguaje duro y fuerte, señalando los defectos del régimen social oprobioso que aguantaba el país.
Pero en los detalles, y aún en el fondo de la prédica que sostenían, se veía fácilmente la influencia de ideas remotas, muy alejadas de todo lo argentino; sistemas y fórmulas ajenas de hombres extraños a nuestra tierra y a nuestros sentimientos.
Se veía bien claro que lo que ellos deseaban para el pueblo argentino no vendría del mismo pueblo. Y esta comprobación me puso de inmediato en guardia...
Me repugnaba asimismo otra cosa: que la fórmula para la solución de la injusticia social fuese un sistema igual y común para todos los países y para todos los pueblos y yo no podía concebir que para destruir un mal tan grande fuese necesario atacar y aniquilar algo tan natural y tan grande también como es la Patria.
Quiero aclarar aquí que hasta no hace muchos años, en este país, muchos “dirigentes” sindicales (a sueldo) consideraban que la Patria y sus símbolos eran prejuicios del capitalismo, lo mismo que la Religión.
El cambio que después hicieron es otra razón que me hizo desconfiar de la sinceridad de estos “ardientes defensores del pueblo”.
La lectura de la prensa que ellos difundían me llevó, eso sí, a la conclusión de que la injusticia social de mi Patria sólo podría ser aniquilada por una revolución; pero me resultaba imposible aceptarla como una revolución internacional venida desde afuera y creada por hombres extraños a nuestra manera de ser y de pensar.
Yo sólo podía concebir soluciones caseras, resolviendo problemas a la vista, soluciones simples y no complicadas teorías económicas; en fin, soluciones patrióticas, nacionales como el propio pueblo que debían redimir.
¿Para qué — me decía yo — aumentar, por otra parte, la desgracia de los que padecen la injusticia quitándoles, de ese mundo que estaban acostumbrados a contemplar, la visión de la Patria y de la Fe?
Me decía que era como quitar el cielo de un paisaje.
¿Por qué, en vez de atacar constantemente a la Patria y a la Religión, no trataban los “dirigentes del pueblo” de poner esas fuerzas morales al servicio de la causa de la redención del pueblo?
Sospeché que aquella gente trabajaba más por el bienestar de los obreros, por debilitar a la nación en sus fuerzas morales.
¡No me gustó el remedio para la enfermedad!
Yo sabía poco pero me guiaban mi corazón y mi sentido común y volví a mis pensamientos de antes y a mis propios pensamientos, convencida de que no tenía nada que hacer en aquella clase de luchas.
Me resigné a vivir en la íntima rebeldía de mi indignación.” Como se observa, ni una palabra, ni una coma relacionada con el presunto apoyo a esas doctrinas "extrañas al pueblo". Esperemos que quienes piensan lo contrario no nos digan ahora,  que era el  pensamiento de una persona que no estaba en sus cabales ... 

lunes, 16 de julio de 2012

La epidemia de fiebre amarilla que atacó a los habitantes de Buenos Aires en el S.XIX.








Una pincelada que nos muestra que la  ciudad de Buenos Aires, la Gran Aldea, en el siglo XIX exhibía los mismos defectos que en la actualidad, en cuanto a la falta de previsión, la torpeza, la negligencia y la necedad, lo que mezclado con el falso orgullo y la soberbia, resulta una suerte de melange difícil de digerir. A fines de ese siglo sufrió la ciudad una epidemia de fiebre amarilla. La imprevisión logró que el número de víctimas fatales haya sido tan elevado que una gran parte de los habitantes huyeron de la epidermia, con suerte diversa. La otra cara de la moneda, demuestra que la gente de bien, la que no huía, se sacrificó hasta dando su vida en aras de sus semejantes. 
“Durante el primer gobierno del general Juan Manuel de Rosas, el 1º de junio de 1832, se dispuso que la finca y terreno conocido por el nombre “de la Convalecencia” se formara el curato y cementerio que se denominaría “del Sud”. Sin embargo, transcurrirían muchos años antes que se inaugurará este Cementerio. Por ese entonces el cementerio de la Recoleta era más que suficiente para la población de Buenos Aires.

Habiéndose decidido en 1855, por ley de la Provincia de Buenos Aires, instalar un cementerio en la zona sur del ejido, recién se volvió sobre el asunto en la Ley Provincial Nº 236, sancionada en octubre 8 y promulgada en octubre 14 de 1858 ( seis años después de la batalla de Caseros ) en la que se autorizaba a la Municipalidad a construir el “ Hospital de Dementes ” y el “ Cementerio Público del Sud ” en la Capital

En los considerandos de esa Ley se estimaba que el Cementerio del Sud hubiera sido “ útil y aún necesario cuando apareció la fiebre amarilla, porque los cadáveres atravesaban toda la ciudad para llegar al Cementerio del Norte ”.

Aquí es conveniente hacer una aclaración: no hay error de fechas, anteriormente a la tan triste y conocida epidemia del año 1871; trece años antes, en 1858 hubo otro brote que causó entre 300 y 400 muertos .Aún debía pasar casi una década antes de que entrara en funciones el Cementerio del Sud. Para determinar la instalación definitiva del cementerio del Sud , el Consejo de Higiene designó una comisión constituida por los doctores: Amoedo, Leopoldo Montes de Oca. Miguel Puiggari y el ingeniero Carlos E. Pellegrini.
Después de un detenido examen del problema. El Dr. Amoedo. Teniendo como mira los preceptos de higiene pública y el resguardo de los intereses de la población aconsejó el terreno del Sr. Benavente, situado en las inmediaciones del bañado de Burgos, sobre una pequeña elevación y con excelentes vías de acceso para los coches fúnebres. Este lugar estaba ubicado alrededor de 25 cuadras mas afuera de los Corrales del Sud.

También, se pensó por un tiempo en ubicarlo en el actual Parque de los Patricios, pero luego se cambia y se instala en donde ahora es el Parque Florentino Ameghino.

Pasado el temor de esa epidemia, las cosas, como se ve, avanzaban muy lentamente. Al parecer nadie tenía mucho interés en ocuparse de asuntos tan sombríos, pero cuando la necesidad impuso sin alternativas el imperativo de la acción, en cuatro días Buenos Aires contó con un nuevo cementerio. Otro flagelo: el cólera, que se inició en el ejercito aliado en operaciones contra el Paraguay produjo 8029 víctimas.
La situación pavorosa creada por las inhumaciones de coléricos, hizo que con carácter provisorio y urgente se decidiera abrirlo en la parte oeste del bajo de la Convalecencia, inclusive con la ayuda de algunos vecinos de la Convalecencia.

Fue el prólogo de la fiebre amarilla de 1871, sacudió a los remisos.

Exigidos por las circunstancias, los ediles dispusieron urgentemente la adquisición de un predio con tal destino en tierras linderas con el saladero de Marcos Costa cuyos límites actuales son coincidentes con la Avenida Caseros, Monasterio, Santa Cruz e Ituzaingó (Uspallata). El 10 de diciembre de 1867 la Municipalidad adquiere a Claudio Mejía en la suma de trescientos mil pesos. En momentos en que dicha epidemia declinaba, el 24 de diciembre de 1867, se inauguró el Cementerio del Sud ocupando dos hectáreas con un muro perimetral y acceso por Caseros, frente a las quintas de Bunge, Gowland y Navarro Viola; en el barrio que luego sería conocido entonces por “Corrales Viejos ” y ahora por Parque de los Patricios, en el terreno situado en las calles Caseros y Monasterio frente a la Casa de Aislamiento, hoy Hospital Muñiz.”

3 - ESTADO SANITARIO DE BUENOS AIRES.

Mientras en Europa se realizaban grandes obras para proveer de agua corriente a las ciudades, suprimiendo los pozos y establecer redes cloacales con el objeto de desterrar las letrinas; en Buenos Aires, nada se hacía. Recién en 1869 la ciudad tuvo 20.000 mts. De caños bajo la dirección del Ingeniero Coghlan.. Después nada. Recién se volvió a trabajar en el tema hacía el año 1888, con el proyecto del Ingeniero Bateman. Entre tanto ocurrió lo que ocurrió. Fuera de lo realizado por Coghlan, la provisión de agua era realizada por medio de aguateros, quienes transportaban el agua en sucios toneles y que la tomaban muy cerca de donde las lavanderas realizaban sus tareas y los caballerizos arrojaban las suciedades y deyecciones de los caballos a su cuidado. El agua era turbia, después de unas horas se decantaba y procedían a quitarle las larvas que flotaban para poder tomarla.
Alguna casa tenía aljibe, que era un pozo impermeabilizado donde se recogía el agua de la lluvia. Para ello todos los desagües de las terrazas, convergían al aljibe. Generalmente se colocaba en el fondo una tortuga para que se comiera las larvas. La tortuga se comía las larvas, pero aportaba sus propias deyecciones. Finalmente había pozos de agua de primera napa, altamente contaminados, ya que en las proximidades se encontraban los pozos de las letrinas que por filtración contaminaban las napas.
Otro problema era la basura. Buenos Aires, no tenía desagües pluviales ni cloacas, o sea que a la calle iba a parar todo. Las basuras se recogían cada tanto, ya fermentada y se transportaban en carros abiertos que desbordaban su carga y la iban perdiendo por el camino; o sea, que en vez de recogerla, la iban repartiendo. Pero… ¿que es lo que se hacía con la basura? Por un lado se rellenaban terrenos bajos para futuras urbanizaciones. Por otro se usaban para rellenar las calles para nivelarlas con el fin de empedrarlas “a bola”, sistema usado en esa época. En el verano, esto era hermoso: Con el calor, la rasura usada para el relleno de las calles se fermentaba y despedía una sinfonía de gases putrefactos que saturaban el ambiente y era respirado por los vecinos.
Como si fuera poco a raíz de estas “medidas sanitarias y de infraestructura” golosos enjambres de moscas y mosquitos pululaban por doquier. Buenos Aires era pues un antro de humedad, edificada en terrenos bajos, rodeada de pantanos, arroyos y agua estancados que servían de refugio a los insectos. A todo esto debemos sumarle los pudrideros que rodeaban la ciudad por el lado del Riachuelo.
¿Creen ustedes, por ventura, que el problema del Riachuelo es de ahora?
¡ No, mentira! Viene desde que el cabeza dura de Juan de Garay, siguiendo los pasos de otro cabeza dura Pedro de Mendoza ; se le ocurrió sentar sus reales aquí y decir esa estupidez de “… que Buenos Aires…”, mas le valdría haberse callado la boca.
En el Riachuelo estaban los saladeros desde la época colonial. En ellos se faenaba y solo se aprovechaba el cuero y la carne; el resto cabezas, patas entrañas, sangre todo al Riachuelo o bien quedaba tirado en algún terreno al aire libre.
¡Que lindo era vivir en Buenos Aires!

4 - DIARIO DE LA EPIDEMIA DE MARDOQUEO NAVARRO

Enero 27. - Según las listas oficiales de la Municipalidad, 4 de otras fiebres, ninguna de fiebre amarilla. Oficialmente la epidemia comenzó con tres casos diagnosticados en Bolívar 392 (hoy 1292). Era una antigua mansión señorial devenida en conventillo de emigrantes como tantas otras ubicadas en la manzana comprendida por las calles Cochabamba - Perú - San Juan y Bolívar de la Parroquia de San Telmo. Los doctores Luis Tamini, Santiago Larrosa y Leopoldo Montes Oca coincidieron en el diagnostico. El primero de ellos a la sazón miembro de la Comisión Municipal informó a ésta en sesión secreta. Esta Comisión cometió uno de los peores errores para no sembrar el pánico y no empañar las celebraciones del Carnaval, que eran cosa seria en esa época.
Febrero 3. - Fallece Luis J. De la Peña ex Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Urquiza.
Febrero 4. - Fallece el Señor Juan Agustín García y su hermana Manuela. El 9 de febrero fallece Carmen García de Sorujo y el 12 Claudia García todos integrantes de la misma familia.
Febrero 6. - Fallece el Dr. Ventura Bosch, quien fuera el médico de Rosas e impulsor de los hospitales psiquiátricos.
Febrero 20. - Las fiestas arrecian y la fiebre se olvida. Los excesos rendirán sus frutos.
Aun persistían dudas si el brote era o no de fiebre amarilla, dado que era una enfermedad exótica para Buenos Aires.. Ignorantes en materia médica como Manuel Bilbao director del diario “La República” pontificaba que no se trataba de fiebre amarilla. Como si esto fuera poco en la discusión se metieron médicos extranjeros: El Dr. Garbiso que no había visto un solo cadáver y no sabía que color presentaba; este fue secundado por un tal Sr. Wels y un médico homeópata. Los tres desde Montevideo extendieron cédula de ignorantes a los médicos argentinos.
La epidemia es fiebre Febrero 23. - amarilla (Wilde). El Dr. Luque estudia y dice NO ES fiebre amarilla.
Febrero 24. - La fiebre salta de San Telmo al Socorro. Pasada la locura carnavalesca, viene la calma y a ésta sucede el pánico.  La fiebre pasa de la parroquia de San Telmo a la del Socorro. Los muertos por fiebre amarilla superan la media diaria por todo concepto. Mas de 20 por día. Las autoridades deciden prohibir los festejos carnestolendos para evitar las aglomeraciones.
Marzo 2. - Prohíbense los bailes después que pasaron.
La epidemia tiene una profunda raigambre democrática. Se la pesca tanto el pobre cocoliche muerto de hambre como aquellos de alta prosapia. El dinero no compra la indulgencia de la peste, solo sirve para huir. Así es que habiendo terminado el veraneo muchos deciden hacer un bis en las casas quintas o en otras ciudades.
Marzo 4. - Focos. Ataque de la prensa a los Mercados. La población huye. La inmigración se embarca.
La inmigración era la más castigada y especialmente la de origen italiano. Vivían hacinados en los conventillos de San Telmo. Otrora mansiones devenidas en paupérrimos hábitats, que eran el caldo propicio para la peste. En determinado momento el Consulado Italiano recibe mas de 5000 solicitudes de repatriación
Marzo 6.- La epidemia adquiere una violencia inusitada y salta a más de cien muertos diarios. Los diarios de esta fecha titulan TERROR y se produce la desbandada de la población.
Marzo 7. - Todo es contra los focos y todo es ahora un foco. La población huye… Alquileres fabulosos afuera .Los pueblos vecinos se llenan de fugitivos y a pesar de ser marzo, muchos hacen su agosto.
Marzo 8. - No hay hospitales. No hay sepultureros. Focos hay mil. Despoblación.
La cantidad de enfermos desborda todas las posibilidades. El hospital de Hombres (antecesor del Clínicas), el de Mujeres (actual Rivadavia), el Lazareto de Expósitos, el Lazareto de San Roque levantado de urgencia (actual Ramos Mejía), la Sociedad de Beneficencia, el Hospital Italiano; pero todo es en vano. Es imposible abarcar todo, ya que la ciudad toda es un inmenso hospital.
A causa de la epidemia, las industrias se paralizan como también las instituciones. No funcionan las escuelas, los bancos, los teatros, los tribunales, la aduana, etc. durante un mes. Al duro panorama se suma una lluvia diluviana. Saqueos y robos de todo orden, y los avivados de siempre: un escribano se ofrece - y gana dinero con ello - para redactar testamentos “aun de febrífugos” . El puerto queda inactivo. Las provincias cierran sus fronteras con Buenos Aires, impidiendo el paso de personas o procedentes de la capital. A esta cuarentena se suman los países vecinos.
Marzo 9. - Los Gobiernos: sin Senado el uno, sin autoridad el otro, no responden a la situación. Huyen Jueces y Curiales y aun Médicos.
Todos huyen y es verdad. Aunque duela, hasta los médicos huyen. De 160 médicos que tenía Buenos Aires, sólo permanecen entre 50 y 60 trabajando a destajo y haciendo honor al juramento hipocrático. Los muertos aumentan por doquier y la peste se sigue expandiendo.
Marzo 9. - Fallece el Dr. Aurelio French
Marzo 11. - “La República” pide meeting. “La Nación” grita: REVOLUCIÓN. El Sr. French murió el 10. El Clero hace rogativas y la peste víctimas.
Marzo 13. - A raíz de la falta de autoridades, tanto locales como nacionales, ya que todos habían huido se forma la Comisión Popular y se confía su presidencia al Dr. José Roque Pérez, y cuyos principales miembros fueron , Mariano Billinghurst, Manuel Bilbao (padre), Manuel Argerich, José María Cantilo, Manuel Quintana, Carlos Guido Spano, Carlos Paz, Evaristo Carriego ( abuelo del poeta ), Aristóbulo del Valle, Adolfo Korn, Lucio V. Mansilla, Francisco Uzal, Francisco López Torres, Pablo Ramella y otros. Algunos de ellos cayeron en el cumplimiento de tan humanitaria como voluntariosa tarea. Por las calles de Buenos Aires transitaban vehículos que transportaban cadáveres en cajones de todas las formas. Como una burla siniestra, la Gran Epidemia comienza a cobrar más de 150 víctimas diarias. La peste mataba al 50% de los que atacaba
Marzo 14. - Daniel Gowland, Sebastián Ghigliazza y Marcos Costa son comisionados para inspeccionar el Cementerio del Sud. Esta Comisión ordena abrir 22 fosas de 10 mts. de largo por 7mts. de profundidad a lo largo del paredón Este que daría capacidad para 60 ataúdes en camas de a diez y un total de 1320 cadáveres que unidos a 1140 sepulturas daría un total de 2460, cifra máxima para colmar el establecimiento.????
Marzo 16. - Un vivo, tomado por muerto se sale del cajón.
Eran tantos los muertos que a veces no había tiempo de cerciorarse si el muerto estaba realmente muerto, de allí que mas de uno fuera enviado al cementerio antes de tiempo.
Marzo 17 - Fallece Ana Bristiani - El fallecimiento de esta mujer inspiró el cuadro del pintor Juan Manuel Blanes “Un Episodio de la Fiebre Amarilla”.
Marzo 19. - Médicos que recetan desde el estudio. EL PRESIDENTE HUYE. Legisladores, jueces municipales, etc., todos huyen cada día gratis.
Marzo 20. - Antes: 40 coches por un muerto; ahora: un solo carro para muchos muertos. Antes existían 40 coches fúnebres para toda la población, ahora se alquilan coches de punto para llevar el ataúd al cementerio. Se llegó a cobrar hasta 800$ por viaje. Después los ataúdes eran apilados en las calles en espera de los coches que recorrían las calles recogiendo la macabra carga para llevarla al cementerio.
Al final se agotan los ataúdes y los difuntos eran apilados igual pero envueltos en una sabana. Aquí es donde es donde se hace necesario rendir un pequeño homenaje a la Compañía “Méndez Hermanos” o Tranways Caridad o Tranways 11 de Septiembre. Esta empresa tenía un recorrido que, partiendo de la estación Caridad (Gral. Urquiza y Venezuela). El recorrido era: por Venezuela, Rioja hacia el sur hasta los Corrales de Abasto (Rioja y Caseros). Su construcción se comenzó el 18 de Octubre de 1870 y finalizó tres meses después. El tranvía a caballos estacionaba en el baldío ubicado en lo que hoy es la Plaza Coronel Pringles. Su servicio al barrio coincide con el ataque de la fiebre amarilla. La empresa superó el terror colectivo, se impuso sobre el pánico del personal y reforzó sus servicios poniéndose a disposición de las autoridades. Durante los cinco tristes meses que duró la epidemia, La Línea 1 de Tranways (que tal era el número asignado) transportó los ataúdes hasta Rioja y Caseros; desde donde eran llevados en carros al cementerio. Justificado el reconocimiento la Municipalidad, condecora a la compañía con la medalla y el diploma “A los servidores de la Humanidad” en vida. Después de muertos sus propietarios, impone sus nombres a dos calles de Buenos Aires. La calle Agustín Méndez entre el Hipódromo de Palermo y el Río de la Plata y Nicanor Méndez en el barrio de Núñez.
Marzo 21. - Fallece el Dr. José Roque Pérez
Marzo 22. - La muerte. El espanto. La soledad. Los salteadores
Ante tanta casa abandonada los saqueos ocurrían a la luz del día en cómodos carros de mudanza. Esto a pesar del comportamiento heroico y ejemplar de la policía comandada por Enrique O’Gorman.
Marzo 25 - La mostaza a 60 pesos la libra. Los conventillos de Esnaola… ¡Cuanto cristiano muerto sin confesión! Los medicamentos se habían disparado a las nubes. Tanto la Comisión Popular como las parroquiales y el gobierno invirtieron fuertes sumas para la compra de medicamentos que eran distribuidos entre los enfermos. En cuanto a los conventillos de Esnaola hace referencia precisamente al músico que le enmendó la plana a Blas Parera modificando la música del Himno Nacional. Pero este personaje era mas conocido por su avaricia. A pesar de ser el mayor propietario de conventillos en Buenos Aires (principales focos de la epidemia) sólo contribuyó con 2000 $ a la Comisión Popular, lo que provocó las iras de sus integrantes.
Marzo 29. - Se entierran vivos. Mueren un 70 por ciento sin asistencia.
Es correcto. Tal el caso de un Sr. Pittaluga resucitando, dentro de un ataud, a mitad del camino al cementerio. Uno de los hechos más curiosos: la velocidad con que se enterraba, hizo que se sepultara aun vivas a dos personas. El aviso de uno de estos casos fue dado al doctor Almonte por Héctor Varela - ambos integrantes de la comisión popular - a fin de que intervinieran de inmediato. Así se hizo. Atendida con cuidado y llevada a casa del presidente de la comisión una mujer - vestida lujosamente - pudo ser salvada. “Era una francesa de vida airada” explica Manuel Bilbao.
Otro caso ocurrió el 15 de abril con un enfermero que después de cinco días de intenso trabajo, se tomó unas horas de descanso. En el ínterin se pescó una formidable borrachera de resultas de la cual cae desvanecido en la calle. Pasó un carro recolector de cadáveres y lo levantó llevándolo al cementerio- Despertó providencialmente en el fondo de una fosa común, cuando ya lo habían rociado con cal y a punto estaban de echarle las primeras paladas de tierra.
Marzo 29. - Fallecen El Doctor Mariano Gascón y el General Pedro Ramos (quien fuera cadete del Regimiento de Granaderos creado por San Martín.
Marzo 30. - La caridad explotada por ladrones disfrazados de pobres. Un millonario vende su boleto de abono y pide otro gratis. Este párrafo exime de comentario alguno, lo que si hace es mostrar las miserias humanas en toda su magnitud, en las situaciones mas difíciles.
Abril 2. - La Comisión pide el incendio de los conventillos. 72 muertos en uno.
Este día era Domingo de Ramos. Ese día la peste se lleva 318 personas y el lunes 345 personas. Así comenzó la Semana Santa. En un solo conventillo hubo 72 muertos
Abril 4. - Fallecen el practicante de medicina Pietranera y el Dr. Benito Carrasco miembro de la Corte Suprema de Justicia. Fallecen 400 personas.
Abril 6. - Fallece el Coronel Nicolás Granada.
Abril 7. - El Cementerio del Sur rebosa. Entierros por abreviatura. Todos amarillos, de fiebre los muertos, de miedo los vivos.
Abril 7. - fallecen 380 personas.
Abril 8. -… Es Sábado de Gloria. Fallecen 430 personas, entre ellas el Dr. Francisco Javier Muñiz.
Abril 9. - Los negocios cerrados. Calles desiertas. Faltan médicos. Muertos sin asistencia. Huye el que puede. Heroísmo de la Comisión Popular.. …Es Pascua de Resurrección. …La Cifra de muertos trepa a 501 personas.
Ante tal situación, la Comisión Popular, aconseja a todos los que puedan, abandonar la ciudad, que se alejen de ella lo más pronto posible, para salvarse a sí, y salvar a los suyos. En otra parte agregan que los hombres de la Comisión Popular no temen al contagio ni a la muerte.
Abril 10. - 503 defunciones. Terror. Feria. Fuga.
Se declara feriado nacional y provincial hasta fin de mes.
Este día fallece el Doctor Francisco Riva, médico italiano que ejercía su profesión en Buenos Aires. Por primera vez en 400 años de existencia se decide oficialmente el abandono de la ciudad. El diario “El Nacional” cierra por falta de personal.
Abril 11. - Reina el espanto.
Este día fallece Florencio Ballesteros, miembro de la Comisión Popular.
Desde hoy y hasta el 10 de mayo el diario “La Prensa” aparece solamente como Suplemento de la Fiebre Amarilla.
Abril 12. - …Asesinatos. Salteos.
Abril 13 - Comienza a remitir la fiebre.
Abril 15. - …Ladrones con carros. Numerosos huérfanos. A través de una Ordenanza se dispone el desalojo total de las casa de inquilinato. Esto se realizó parcialmente. Se funda el Asilo de Huérfanos para alojar a todos los huérfanos a causa de la fiebre amarilla. La Sociedad de Beneficencia se hace cargo de la obra.
 Abril 26. - Gastos del gobierno en la epidemia hasta el 24: 5.965.831 pesos. Las familias regresan. La fiebre aumenta.
(…)     Junio 2. -MUNICIPALIDAD: sus gastos en la epidemia: 5.645.665 $.Junio 22. - La epidemia: olvidada. El campo de los muertos de ayer es el escenario de los cuervos de hoy: Testamentos y concursos, edictos y remates son el asunto. ¡¡¡ AY DE TI, JERUSALEM!!”  (sic)  (http://papatricios.blogspot.com.ar/2009/06/roberto-o.html)

jueves, 5 de julio de 2012

Regina Pacini y Marcelo de Alvear






En 1907, el soltero más codiciado de la Argentina, Marcelo T. de 
Alvear, se casó con una soprano portuguesa consagrada, Regina Pacini, que dejó el bel canto para seguirlo en su destino de presidente de un país lejano. Hasta que murió, en 1965. Ella llevaba todos los meses un enorme ramo de rosas a la tumba de su marido. Mucha gente se acercó aquel sábado 29 de abril de 1907 a la iglesia de 
Nuestra Señora de la Encarnación, construida en 1567 en el Chiado, el barrio céntrico de Lisboa, para ver de cerca una boda que prometía ser fastuosa. Se casaba Regina Pacini, la soprano ligera que era ídolo de los melómanos portugueses desde que, a los 17 años –casi dos décadas antes– había debutado en el Teatro Real de San Carlos, el coliseo operístico de Lisboa. Lo de Regina había sido debut y consagración: en la sala estaba la reina de Portugal, doña Amalia. Regina cantó La sonámbula, de Vincenzo Bellini, y el teatro se vino abajo. Del novio, en cambio, se sabía poco. Sólo que era un tal Alvear, millonario  sudamericano.

A las nueve en punto de la mañana se abrieron las puertas de la sacristía y una pareja avanzó hacia el altar. Pero, ante el desconcierto general, quienes aparecieron fueron... una criada y un 
agente de policía, rojos de vergüenza ante aquella multitud. ¿Qué había pasado? ¿Dónde estaban la prima donna y su novio potentado? Marcelo Torcuato de Alvear y Regina Pacini se habían casado a las siete de la mañana, cuando la iglesia estaba desierta. Con aquella ceremonia casi clandestina culminaba (o quizás empezaba) una historia de amor que iba a desafiar varios tabúes de la sociedad argentina. Ella había sido llamada Regina por haber nacido el Día de Reyes de 1871. Vino al mundo en la rúa de Loreto. Era hija de una andaluza, Felicia Quintero, y de un italiano, Pietro Pacini, director escénico del Real de San Carlos y autor de noventa óperas.A los dieciséis años tenía una voz de cristal. Su carrera fue imparable y conquistó todos los baluartes de la lírica: se rindieron al hechizo de su voz el Liceo de Barcelona, la Scala de Milán, la Opera de París. En el Covent Garden de Londres cantó Lucía de Lammermoor con Enrico Caruso. Aunque no fuera muy agraciada, quisieron casarse con ella millonarios y militares rusos, polacos, suecos. A todos les dijo que no, porque quería dedicarse a su carrera, y lo hizo. 

El primer Alvear, bisabuelo de Marcelo Torcuato, había llegado a Buenos  Aires en el siglo XVIII. Su abuelo, el general Carlos María de Alvear, era héroe de la independencia.Su padre, Torcuato de Alvear, había sido intendente de Buenos Aires durante la primera presidencia del general Julio A. Roca. Marcelo Torcuato, nacido en 1868, era un joven alegre, expansivo, dicharachero. Se recibió de abogado sin problemas. Era aficionado a las parrandas, a las coristas, al goce de la noche. Un auténtico "niño bien". Su fortuna era inmensa. No solamente la que le  había legado su padre, sino la que había obtenido de su madre, Elvira Pacheco, hija del general rosista Angel Pacheco. El efectivo de Alvear a comienzos del siglo XX rondaba el millón de pesos. ¡Un millón de pesos del año 1900! Todo llevaba a Alvear a convertirse en un político de la oligarquía. Sin embargo, en 1890, un grupo de amigos, estudiantes de clase alta, entre los que estaban Carlos Rodríguez Larreta, Angel Gallardo y Octavio Pico, disconformes con el mediocre gobierno del presidente Miguel Juárez Celman, participaron en la Revolución del Parque, que fue el bautismo de fuego de la naciente Unión Cívica Radical.En esas jornadas de lucha, Marcelo trató al fogoso tribuno Leandro N. Alem y a  un político de la parroquia de Balvanera, dieciséis años mayor que Marcelo y que iba a ser importante en su vida: Hipólito Yrigoyen.  Alvear quedó marcado por aquella algarada juvenil y, con esa lealtad que le reconocen hasta sus detractores, se convirtió en militante de la nueva causa, lo que le acarreó disgustos, e incluso cárcel. 

1889. Uno de los primos de Marcelo (el melómano Diego de Alvear) había escuchado a Regina Pacini en el Solís de Montevideo y le elogió a Marcelo la voz maravillosa de la jovencísima soprano ligera portuguesa.Allí estaba Marcelo en su palco del Politeama. Alto, bien plantado (era un deportista cabal, de la estirpe de los Duggan o los Newbery), con unos bigotes mosqueteriles.¿Qué sintió Marcelo cuando escuchó a Regina cantar El barbero de Sevilla? Debió de ser algo muy fuerte. Dicen que cada vez que él la escuchaba en un escenario, los ojos se le llenaban  de lágrimas. Esa misma noche se enamoró perdidamente. Le mandó varias docenas de rosas rojas y blancas y una pulsera de oro y brillantes.  Regina, acostumbrada a los desbordes de sus admiradores, le devolvió la  pulsera y partió de regreso a Europa. Pero Marcelo no dejaría escapar esa presa. Para él, viajar a Europa era como ir al café de la esquina. Empezó a recorrer los mejores teatros de Madrid, París, Londres, Montecarlo, Budapest, Odessa, y llenaba los camarines de Regina Pacini con miles y miles de rosas rojas y blancas. En las fiestas de las embajadas argentinas y en los salones de la aristocracia europea a los que ambos tenían acceso (él por su origen y ella por sus triunfos artísticos), Regina y Marcelo se fueron conociendo, quizás intimaron.
En 1901, Regina volvió a Buenos Aires, esta vez para cantar en el teatro San Martín de la calle Esmeralda. En 1903, Marcelo, tras haberla seguido por medio mundo, se declaró y ella le dio el sí, pero puso como condición cantar cuatro años más. 

Porque él, como no podía ser de otra manera en aquella época, le exigió que una vez casada dejara de cantar. Cuando finalmente se fijó fecha para la boda, la noticia consternó a la aristocracia argentina.
¡Aquella portuguesa fea y bajita había enganchado al soltero de oro, al mejor partido del país, por el que suspiraban las más bellas herederas, chicas de las familias Peña, Anchorena, Álzaga! La resistencia sorda de la sociedad porteña a aceptar a la Pacini (extranjera y, lo que era entonces un pecado imperdonable, artista) afloró en su segunda visita, cuando ya Marcelo no ocultaba su amor. 
Días antes de la boda, quinientas personas de su clase social le enviaron un telegrama al novio pidiéndole que "recapacitara". Marcelo lo recibió durante la despedida de soltero, en París, y se deprimió mucho. La fiesta se convirtió en un velorio. También Felicia estuvo en contra de la boda porque no quería que su hija dejara de cantar. La tirantez entre suegra y yerno duró toda la vida. La ceremonia secreta en Lisboa fue una bofetada a los prejuicios de clase.Debe pensarse lo que significaba la familia Alvear. Aunque don Torcuato y doña Elvira ya habían muerto, los hermanos de Marcelo (uno de ellos, Carlos, era entonces intendente de Buenos Aires), sus numerosos sobrinos, primos, tíos y tías conformaban la elite social de Buenos Aires, que quedaba así excluida de participar en una ceremonia de alto valor simbólico. 

La noche de bodas transcurrió en el Royal Hotel, en Estoril, la ciudad del aire perfumado. La suite nupcial estaba llena de rosas y en el fonógrafo sonaba L’elisir d’amore cantado por Regina.El le hizo un regalo de bodas fabuloso: Coeur Volant, un castillo normando en 
Versailles, cerca de París. La pareja lo amuebló con refinamiento y lo 
habitó por largos años.La mejor habitación, con un piano y un atril, era como un teatro en miniatura. Desde entonces, ella cantaría para una sola persona: Marcelo.Los pocos discos que habían registrado su voz, la propia Regina los retiró de circulación. ¿Sacrificó ella su carrera? En todo caso, cantó profesionalmente durante veinte años, y si bien se retiró en su apogeo, tenía 36 años cuando se casó con un Alvear de 39. Durante cuatro años no pisaron Buenos Aires. El regreso se produjo recién en 1911. Se encontraron con un medio hostil.Un incidente grave se produjo durante la fiesta de bodas de Elvirita de Alvear, en El Talar de Pacheco. Ninguna mujer le hablaba a Regina. Dicen que Marcelo, cuya fama de mujeriego siempre había sido amplia, le dijo a su esposa, indignado: "No te preocupés Regina, que a todas éstas yo les levanté las polleras".Que Alvear fuera así nunca le preocupó a Regina, porque sabía que siempre volvería con ella. Vivieron juntos durante 35 años. No tuvieron hijos, y ella lo acompañó, en las duras y en las maduras. 

Fue el general Julio A. Roca quien rompió el cerco social cuando, en una recepción oficial, se acercó a Regina para conversar amablemente con ella. Desde entonces, la guerra contra la "advenediza" se atenuó. En 1912, Marcelo fue elegido diputado. Su actuación no pasó de discreta. Era entonces muy mal orador (recién en su madurez adquirió la destreza y el gusto de hablar para multitudes).Cuando Hipólito Yrigoyen llegó a la presidencia, en 1916, nombró a Alvear ministro plenipotenciario en París.Secundado por Regina, su desempeño fue brillante: los principales políticos franceses –Raymond Poincaré, Georges Clemenceau– frecuentaban Coeur Volant. Cuando, en 1922, Yrigoyen designó sucesor –su palabra era orden para la convención radical–, el dedazo del Peludo recayó en Marcelo, algo que muchos no podían creer.Contaba Ramón Columba, taquígrafo parlamentario y caricaturista político, que la gente se decía: ¿Marcelo presidente? Y lanzaban una carcajada.
¿Por qué Yrigoyen eligió a Alvear como su sucesor? Es cierto que aquél tenía por Marcelo una debilidad personal, y apreciaba su energía y coraje, así como su inclaudicable optimismo. 

Los historiadores tienen diferentes explicaciones sobre el gesto de Yrigoyen, pero prevalece la idea de que quiso dejar en la Rosada a un hombre leal, y asegurarse de que, en 1928, al término de seis años, le devolviese el poder. Marcelo parecía predestinado al éxito. Le tocó gobernar durante los años de bonanza que fueron de 1922 a 1928. La Argentina creció a buen ritmo y no hubo grandes conflictos. Fue la última década feliz de una Argentina opulenta.Presidió incontables inauguraciones, recepciones y fiestas. A su lado, Regina fue una primera dama discreta, que apoyó las actividades culturales con entusiasmo. Infaltable en las funciones del Colón, la pareja presidencial atravesó una época de fermentos creativos.Los jóvenes escritores apreciaban a un presidente que asistía a las lecturas poéticas en el Tortoni, frecuentado por vates vanguardistas como Jorge Luis Borges o comunistas como Raúl González Tuñón. En cuanto a Victoria Ocampo, con quien se dice que Marcelo tuvo un affaire, lo adoraba: lo definió como "un ser inverosímilmente perfecto". 

Regina es recordada por una obra en la que se empeñó a fondo, con el pleno apoyo de su marido: la Casa del Teatro, inaugurada en 1938, un lugar para que los teatristas terminen con dignidad su vida. Hoy alberga a 46 pensionistas, incluida la viuda del mago Fu Man Chú. 
 ¿Cuál fue el rol político de Regina? Es difícil decirlo, por el pudor y la discreción que la distinguían. Ella no creó un nuevo Marcelo, aunque la figura de Regina se agigantó durante los últimos diez años de Alvear, cuando la buena fortuna se trocó en infelicidad para el país y en duras pruebas para la pareja. Un biógrafo de Agustín P. Justo cuenta que este general, que fue el ministro de guerra de Alvear, había adquirido su chalet de la avenida Federico Lacroze, en Belgrano, para estar cerca de la que era entonces la residencia de los Alvear, y que frecuentaba cada día la casa del presidente para congraciarse con éste.La intuición de Regina le decía que había algo tortuoso en la sumisión de Justo, a quien no soportaba. En 1932, el gobierno surgido del golpe de Estado proscribió la candidatura de Alvear para favorecer a Justo. Ya en el gobierno, que ocupó de 1932 a 1938, Agustín P. Justo encarceló a Alvear en Martín García. Entonces afloró la fibra de Regina. Durante el terrible verano del ’33, que Marcelo pasó preso en un barracón de la isla, agobiado por los mosquitos y bañándose en una única canilla con otros centenares de detenidos políticos, Regina cruzó más de cincuenta veces el río en una barca, a veces desafiando furiosos oleajes, para llevar mudas, comida y aliento a su marido. 

En 1938, los radicales proclamaron la fórmula Alvear-Mosca, y allí fue Marcelo, enhiesto aunque ya casi setentón, a recorrer el país como un principiante, hostilizado por las patotas conservadoras, la policía brava y algunos radicales yrigoyenistas que lo tachaban de traidor, mientras que ganaba la admiración de muchos argentinos por no claudicar en la lucha contra el fraude, ese flagelo que, finalmente, le birló el triunfo y consagró presidente a Roberto Ortiz. Alvear había perdido casi toda su fortuna, en parte por su vida de lujos y placeres, en parte porque la política se la había comido.
Al morir, le quedaban Villa Regina, su residencia de Mar del Plata (hipotecada); Villa lvira, en Don Torcuato (la hizo construir en 1942, la bautizó en recuerdo de su madre y sólo vivió allí quince días), un auto Buick ’41 y un capital de 150.000 pesos, cifra ya consumida por la inflación. El 23 de marzo de 1942, Marcelo, fulminado por una crisis cardíaca, terminó sus días en Don Torcuato. A su lado, la mano en la mano, estaba Regina Pacini. Ella lo sobrevivió largos años. Se refugió en Villa Elvira. Murió en 1965, a los 95 años. El día 23 de cada mes, Regina iba a la Recoleta y le llevaba a su marido un gran ramo de rosas blancas y rojas.Se sentaba en una sillita en el interior de la bóveda y pasaba largo rato allí. Sus labios se movían, las lágrimas le afloraban a los ojos como si hablara con Marcelo, como si pronunciara palabras de amor. (Seleccionado de un mail recibido por nosotros)
 

domingo, 1 de julio de 2012

Ignorarlo al general Juan D. Perón tiene motivos muy graves.


 
 El gobierno de la Argentina, como hemos señalado en la anterior entrega, omitió recordar la memoria del fundador del Movimiento Peronista. El gobierno del peronismo, no recuerda a su fundador. ¿Cual es el motivo? Nos lo dice el propio general, en ocasión de dar a conocer su parecer respecto al accionar de los terroristas subversivos, durante el gobierno constitucional elegido por el pueblo en 1973. Durante un tramo, que comienza a fines de se año, frente al país estuvo el general Juan Domingo Perón. Les hizo saber a legisladores quejosos, integrantes de "La Tendencia", que no era posible que durante el gobierno cosntitucional, grupos facciosos se dedicaran a asesina, a secuestrar, y a colocar poderosas bombas, con las secuelas del  caso, por lo que el Poder Ejecutivo de esa época había resuelto elevar un Proyecto de Ley al Congreso, para su sanción, incorporando reformas al Cód. Penal, insertando la legislación antiterrorista. Le señaló: "Nosotros estamos en la necesidad de contar con una legislación fuerte para parar lo que se está produciendo, que es también fuerte; y a grandes males no hay sino grandes remedios, que es lo que nosotros necesitamos. En este momento se está asaltando en nombre de no sé qué cosa. Si hasta han tomado ciudadanos; ya los ciudadanos no tienen la seguridad que el Estado tiene la obligación de dar, porque no hay sanción en las leyes para este tipo de delitos, que son nuevos. ¿Cómo es posible que todos los hombres que tengan armas estén amenazados de ser tomados por bandas de delincuentes que se dicen de una tendencia o de otra? No interesa la "tendencia", interesa el delito que cometen. No sé, yo no veo otra solución para estas cosas.”.  

"Nadie, por muy importante que sea, puede pretender imponer su voluntad a los demás, sobre todo, cuando la voluntad de los demás es mayoritaria y cuando se ha ido voluntariamente a la formación de un bloque. Para mí este no es un asunto de discutir la ley, no; aquí hay otra cosa. Como político ya veo que se puede conducir muy bien esto. El que no está de acuerdo, se va. Por perder un voto no nos vamos a poner tristes. Pero aquí debe haber una disciplina. Y si ésta se pierde, estamos perdidos. Es así como yo veo el problema y como debo comentarlo”. Uno de los diputados le solicitó al Presidente, un comp´s de espera, a fin deintentar incorporar algunas correcciones, al proyecto de ley aprobado por el bloque peronista. Contestando Perón: "¿Y le parece que hemos esperado poco, con todo lo que ha pasado en estos siete meses de gobierno popular y plebiscitario, donde todos esos señores de las organizaciones terroristas se largan a la calle, culminando en este episodio, atacando a un regimiento militar?".

Le replicó este legislador, al parecer voceros de sus compañeros de este grupito : “Consideramos, señor General, lo siguiente sobre este terna: que los lamentables acontecimientos de Azul, a nuestro juicio y a nuestro modesto entender, indican, precisamente, una decisión de estos grupos minoritarios, totalmente ausentes de lo que es un sentimiento nacional y de lo que es la comprensión de la necesidad de unidad del pueblo argentino, en un proceso de reconstrucción. Entendemos que, precisamente, la intención de estos sectores es especular con un clima de violencia, en crear una actitud del Estado, que estos sectores califican arbitrariamente de represiva y es, precisamente, el caldo de cultivo político en el cual se desarrolla su planteo político. Hemos conocido durante años, a través de un enfrentamiento de la dictadura, cuál es la política del ERP, el autodenominado Ejército Revolucionario del Pueblo. Sabemos que su política crece y se desarrolla en un ambiente de violencia.”  (N de R: a confesión de parte, relevo de pruebas).
 Al oír lo expresado por el diputado, saltó Perón diciendo taxativamente:No, está totalmente equivocado. Yo a eso lo he conocido "naranjo", cuando se gestó ese movimiento, que no es argentino. Ese movimiento se dirige desde Francia, precisamente, desde París, y la persona que lo gobierna se llama Posadas, de seudónimo. El nombre verdadero es italiano. Los he conocido "naranjo", como dice el cuento del cura. Sé qué persiguen y lo que buscan. De manera que en ese sentido a mí no me van a engañar, porque, como les digo, los conozco profundamente. He hablado con muchísimos de ellos en la época en que nosotros también estábamos en la delincuencia, diremos así. Pero jamás he pensado que esa gente podría estar aliada con nosotros, por los fines que persigue. (…)  Porque esta es una Cuarta Internacional, que se fundó con una finalidad totalmente diferente a la Tercera Internacional, que fue comunista, pero comunista ortodoxa. Aquí no hay nada de comunismo; es un movimiento marxista deformado, que pretende, imponerse en todas partes por la lucha.  

A la lucha - y yo soy técnico en éso- no hay nada que hacerle, más que imponerle y enfrentarle con la lucha. Y atarse las manos, frente a esa fuerza; atarse las manos y especialmente atarse las manos suprimiendo la ley que lo puede sancionar. Porque nosotros, desgraciadamente, tenemos que actuar dentro de la ley, porque si en este momento no tuviéramos que actuar dentro de la ley ya lo habríamos terminado en una semana. Fuera de la ley, la ventaja que ellos tienen es, precisamente, esa: los que tienen que someterse a la ley y ellos que buscan los vericuetos para actuar fuera de la ley. Con todas las implicancias del cuerpo de la ley, nosotros estamos con las manos atadas dentro de la ley. Y si además estamos atados por la debilidad de nuestras leyes, entonces ya sabemos cuál va a ser el final y el resultado de éso. Para nosotros es un problema bien claro. Queremos seguir actuando dentro de la ley y para no salir de ella necesitamos que la ley sea tan fuerte como para impedir esos males. Dentro de éso, tenemos que considerar si nosotros podemos resolver el problema. Si no contamos con la ley, entonces tendremos también nosotros que salirnos de la ley y sancionar en forma directa como hacen ellos".
"¿Y nos vamos a dejar matar? Lo mataron al secretario general de la Confederación General del Trabajo, están asesinando alevosamente y nosotros con los brazos cruzados, porque no tenemos ley para reprimirlos. ¿No ven que eso es angelical? El fin es la sustentación del Estado y de la Nación; está en que tengamos los medios para defendernos. Si nosotros todavía nos limitamos nuestros propios medios de defensa, estamos entregándonos a estas fuerzas, que, como he dicho, las conozco profundamente y sé cómo actúan. Ahora bien; si nosotros no tenemos en cuenta a la ley, en una semana se termina todo esto, porque formo una fuerza suficiente, lo voy a buscar a usted y lo mato, que es lo que hacen ellos. No actúan dentro de la ley. De esa manera, vamos a la ley de la selva y dentro de la ley de la selva, tendría que permitir que todos los argentinos portaran armas a la vista. Pero, ¿qué es lo que está ocurriendo? Que los delincuentes están todos armados, mientras que las personas decentes no pueden llevar armas y están indefensas en manos de estos señores. ¿Y todavía nosotros vamos a pensar si sancionamos o no la ley?"

"¡Vamos! Necesitamos esa ley porque la República está indefensa frente a ellos. Ese es para nosotros el fundamento de todo éso.”.  Finalmente, señala Perón al grupo de legisladores que lo visitaba: “Desde hace 7 meses estamos diciendo que queremos la paz, y estos señores, en 7 meses, no se han dado cuenta que están fuera de lugar, porque no se han dado cuenta que están perturbando lo que ellos dicen que sostienen, que es mentira. La mitad son mercenarios, los conozco, los he visto actuar y por el sólo hecho de que estén mandados de afuera, tienen intereses distintos a los nuestros. Los nuestros no se defienden desde París, se defienden desde Buenos Aires. Para mí, eso es lo que yo veo con toda claridad. Ahora, la decisión es muy simple: hemos pedido esta ley al Congreso para que éste nos dé el derecho de sancionar fuerte a esta clase de delincuentes. Estamos afrontando una responsabilidad que nos ha dado plebiscitariamente el pueblo Si no tenemos la ley, el camino será otro; y les aseguro que puestos a enfrentar la violencia con la violencia, nosotros tenemos más medios posibles para aplastarla, y lo haremos a cualquier precio, porque no estamos aquí de monigotes.  Nosotros no somos dictadores de golpes de Estado. No nos han pegado con saliva. Nosotros vamos a proceder de acuerdo con la necesidad, cualquiera sean los medios. Si no hay ley, fuera de la ley, también lo vamos a hacer y lo vamos a hacer violentamente. Porque a la violencia no se le puede oponer otra cosa que la propia violencia. Eso es una cosa que la gente debe tener en claro, pero lo vamos a hacer; no tenga la menor duda.”