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miércoles, 25 de julio de 2012

El verdadero pensamiento de Evita sobre las ideas marxistas-comunistas.









Creemos que este día es propicio para llevar a conocimiento de todos los ciudadanos de la Argentina, que se ha intentado, se intenta y se intentará convertir a Eva Perón en partidaria de las ideas comunistas y marxistas. Sin embargo, nada mas lejos de la realidad.  Inútil es que intenten engañar a nadie. Quienes utilizan su nombre y su fama, para llevar agua a su molino, seguramento no tienen la menor idea de que se trata. Son los que conocen al obrero por medio de una fotografía.  Han intentado, y lo lograron, infisionar al peronismo con su pestífera hiel.  Como sus apestosas ideas marxistas-leninistas, no han triunfado en el mundo, intentaron copar al peronismo, adoptando el difraz de peronistas. Lo han logrado con la venia de los oportunistas de siempre. Como  Dios no quiere cosas sucias, podemos transcribir algunos párrafos del libro La Razón de Mi Vida, de donde surge el verdadero pensamiento de su autora. Ni una palabra de aliento a los rojos. No se observan ni rastros,  del falsificado pensamiento de Evita  sobre la doctrina comunista y las afines. De tales párrafos se desprende la absoluta repugnancia de la misma, hacia esas doctrinas extrañas al ser argentino. Creemos que, tales citas, desvirtuarán de una vez por todas las falsedades y las mentiras que se intentan propagar. Evita "Montonera" existe sólo en mentes afiebradas.  Es de desear que la presente sea una contribución que permita que salga a luz la verdad . 

Señala Eva Perón, en el aludido libro de su autoría, en el Capítulo V, lo siguiente: "Un día me asomé, por la curiosidad que derivaba de mi inclinación, a la prensa que se decía del pueblo.

Buscaba una compañía... ¿No es acaso verdad que casi siempre, en los libros, en los libros y diarios que leemos, buscamos más una compañía que un camino para recorrer o una guía que nos conduzca?
Por eso tal vez leí la prensa de izquierda de nuestro país; pero no encontré en ella ni compañía, ni camino y menos quien me guiase.
Los “diarios del pueblo” condenaban, es verdad, al capital y a determinados ricos con lenguaje duro y fuerte, señalando los defectos del régimen social oprobioso que aguantaba el país.
Pero en los detalles, y aún en el fondo de la prédica que sostenían, se veía fácilmente la influencia de ideas remotas, muy alejadas de todo lo argentino; sistemas y fórmulas ajenas de hombres extraños a nuestra tierra y a nuestros sentimientos.
Se veía bien claro que lo que ellos deseaban para el pueblo argentino no vendría del mismo pueblo. Y esta comprobación me puso de inmediato en guardia...
Me repugnaba asimismo otra cosa: que la fórmula para la solución de la injusticia social fuese un sistema igual y común para todos los países y para todos los pueblos y yo no podía concebir que para destruir un mal tan grande fuese necesario atacar y aniquilar algo tan natural y tan grande también como es la Patria.
Quiero aclarar aquí que hasta no hace muchos años, en este país, muchos “dirigentes” sindicales (a sueldo) consideraban que la Patria y sus símbolos eran prejuicios del capitalismo, lo mismo que la Religión.
El cambio que después hicieron es otra razón que me hizo desconfiar de la sinceridad de estos “ardientes defensores del pueblo”.
La lectura de la prensa que ellos difundían me llevó, eso sí, a la conclusión de que la injusticia social de mi Patria sólo podría ser aniquilada por una revolución; pero me resultaba imposible aceptarla como una revolución internacional venida desde afuera y creada por hombres extraños a nuestra manera de ser y de pensar.
Yo sólo podía concebir soluciones caseras, resolviendo problemas a la vista, soluciones simples y no complicadas teorías económicas; en fin, soluciones patrióticas, nacionales como el propio pueblo que debían redimir.
¿Para qué — me decía yo — aumentar, por otra parte, la desgracia de los que padecen la injusticia quitándoles, de ese mundo que estaban acostumbrados a contemplar, la visión de la Patria y de la Fe?
Me decía que era como quitar el cielo de un paisaje.
¿Por qué, en vez de atacar constantemente a la Patria y a la Religión, no trataban los “dirigentes del pueblo” de poner esas fuerzas morales al servicio de la causa de la redención del pueblo?
Sospeché que aquella gente trabajaba más por el bienestar de los obreros, por debilitar a la nación en sus fuerzas morales.
¡No me gustó el remedio para la enfermedad!
Yo sabía poco pero me guiaban mi corazón y mi sentido común y volví a mis pensamientos de antes y a mis propios pensamientos, convencida de que no tenía nada que hacer en aquella clase de luchas.
Me resigné a vivir en la íntima rebeldía de mi indignación.” Como se observa, ni una palabra, ni una coma relacionada con el presunto apoyo a esas doctrinas "extrañas al pueblo". Esperemos que quienes piensan lo contrario no nos digan ahora,  que era el  pensamiento de una persona que no estaba en sus cabales ... 

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