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lunes, 4 de agosto de 2008

Episodios Desconocidos de la Guerra Civil Española


Algunos hemos oído hablar de las checas. Eran las cárceles marxistas. Checa es la palabra rusa que sirve para denominar: Comisión Extraordinaria, que era el nombre de la primera policía política del régimen soviético, creada por Lenin en septiembre de 1917. Creerá el lector que estamos hablando de cárceles en la entonces Unión Soviética o en alguna de las repúblicas de la URSS. No es así. Las checas se encontraban en España. ¿Cuando se habilitaron? Durante la II República, un poco antes del comienzo de la Guerra Civil Española. Posiblemente los excesos cometidos durante la época del dictador Franco, hayan motivado que las checas pasaran desapercibidas y que con el tiempo hayan sido olvidadas. Nacieron durante un gobierno republicano, durante la denominada II República. Caído el franquismo, como era natural, se ratificó el silencio en cuanto a las funciones que ellas tenían. Constituían una suerte de “Esma” o sea un centro de detención ilegal, apañado por las autoridades de la entonces II República Española. Se cometieron en ellas delitos de lesa humanidad ya que asesinaron, torturaron, agredieron y violaron loa derechos humanos de quienes estaban privados ilegítimamente de su libertad por la sola circunstancia de ser opositores. La descripción de las checas, posiblemente no favorezca la imagen romántica, que se han encargado de difundir, durante la dictadura franquista, los españoles exiliados, quienes siempre se manifestaron ardientes y fanáticos defensores de la democracia. En una web española, que da cuenta de la presentación de un libro, referido a las Checas Españolas, relata ciertos episodios que ilustrarán al lector, al respecto:
“Alfonso Laurencic fue, como hemos dicho, el gran promotor de las checas del SIM. Él mismo, en el consejo de guerra que se celebró en Barcelona, en 1939, donde fue condenado a muerte, explicó como ideó los métodos psicotécnicos. ¿En qué consistían? Las checas eran decoradas con unos dibujos geométricos que conseguían marear y obsesionar visualmente al recluso. Estos dibujos tenían mucha similitud con los cuadros de Kandinsky o en las obras de la Bauhaus. ¿Cómo eran aquellas celdas? Estas medían, aproximadamente, 2 metros de altura, 1,5 de ancho y 2 de largo, alquitranadas por dentro y por fuera para que el espacio se recalentara con la luz del sol y produjera un calor insoportable. El preso jamás podía descansar, porque la inclinación del 20% que se había dado a la tabla que servía de cama, impedía todo reposo. Un apoyo adosado a la pared impedía sentarse. No se podía pasear por la celda, pues se colocaron, estratégicamente, unos ladrillos en el suelo, que impedían caminar. Con lo cual, la única distracción del preso era mirar las figuras geométricas.
Esta forma de tortura no fue la única que se practicó en las checas de Barcelona. Me gustaría referirme a dos casos recogidos en el libro. El primero es el testimonio de Trinidad Mariner. Poco después de estallar la guerra, ella y su madre, fueron encarceladas en el Barco-Prisión Villa de Madrid. Allí conoció a unas presas, las hermanas Lasaga. Con respecto a ese primer encuentro escribe: Me presentaron a las hermanas Lasaga, una a una. Estaban las tres, sus padres, dos hermanos y una cuñada; pero los enfrentamientos eran con las chicas y de una en una. Cuando las vi la primera vez, les acababan de dar una paliza horrible, echaban sangre por la boca y la nariz Margarita y Angelita y a Patrocinio, que era la más joven, me la presentaron con palillos entre los dedos de las uñas de las manos y no sé si de los pies, de esto estoy segura; pero no podía ni hablar, del dolor que sentía. El segundo testimonio es el de Eusebio Cortés Puigdengoles. Al iniciarse la guerra civil fue detenido y trasladado a la checa de San Elías. Nunca más se supo nada de él. Finalizada la guerra y gracias a las pesquisas llevadas a cabo por su mujer, supieron que había sido asesinado, descuartizado y sus restos sirvieron como alimento a una piara de cerdos. Como vemos, en las checas, se impuso un régimen de crueldad refinada y perversa. Los agentes socialistas y estalinistas del SIM optaron por una represión implacable. Visto todo esto, es significativo que el gobierno de la República negara la existencia de las checas, como celdas de tortura, asegurando que los presos podían circular libremente por ellas. Según el gobierno, sólo eran prisiones y, en ningún caso, se realizaban torturas. … Nos parece significativo, a la par que curioso, que Himmler viniera a Barcelona, una vez finalizada la guerra y que, después de cenar, visitara la checa de la calle Vallmajor. Tanto Himmler, como los jefes de las SS y las jerarquías españolas se confesaron asombrados por la crueldad de los republicanos españoles y de los comunistas. Poco tiempo después se construirían los campos de concentración nazis. No creemos que la presencia de Himmler en Barcelona fuera una casualidad. Las checas de Barcelona fueron, si utilizamos la terminología nazi, auténticos campos de concentración. Hubo hornos crematorios, se torturó, se pasó hambre y se asesinó. La represión, contra todo aquello y aquellos que estaban al otro lado de los postulados de la República, estuvo perfectamente planificada, con la ayuda de la Unión Soviética, y con la voluntad de instaurar un estado comunista en España y, en éste caso, en Cataluña.
(Seleccionado de la web española: http://www.arbil.org/93cesa.htm)

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