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domingo, 15 de noviembre de 2009

Los piratas de Somalía II


Lo único que la población puede cultivar son judías, aunque también cuentan con grandes reservas de sal que antes enviaban al resto de Somalia. No obstante, ese negocio ya no funciona ahora por culpa de la inseguridad y de la carencia de un gobierno que posibilite el comercio del mineral. El pueblo no dispone ni de escuelas, ni de servicio médico, ni de policía. Sólo cuenta con una autoproclamada administración integrada por piratas que pretende servirse de ella para sus intereses.

El único servicio público de la localidad son las mezquitas, que prestan algunos servicios comunitarios como la oración, las reuniones de carácter religioso y las fiestas y facilitan jueces a la manera tradicional, cuyo papel es el de oficiar las bodas o enseñar el Corán a aquéllos que quieren que sus hijos lo aprendan.

Fundación de la ciudad

En 1998, un grupo de pescadores somalíes del pueblo habló de la posibilidad de fletar una especie de guardacostas que impidiera faenar a barcos de pesca que no fueran de allí y tirar basuras en aquella zona del mar. Así, llegaron a un acuerdo para constituir una especie de hermandad de bucaneros para secuestrar barcos de pesca.

La idea, sin embargo, atrajo a diversas bandas de delincuentes, entre ellos, militares, hombre de negocios y milicianos independientes, que se apropiaron de la idea de los pescadores y empezaron a montar el negocio de los secuestros. Estas bandas no empezaron a practicar la piratería propiamente dicha hasta el año 2006.

Movimientos islámicos -que se hicieron con el poder tras haber expulsado a los antaño poderosos caudillos de milicias que contaban con el apoyo de los EEUU- acabaron con los 300 puestos de control que esos caudillos y sus milicias habían instalado por todo el territorio para extorsionar a los empresarios del transporte por carretera. De ese modo, obtenían el dinero necesario para sus fines políticos.

Al quedarse sin la explotación de los puestos de control, unos 400 hombres de las milicias y sus jefes huyeron hacia la costa, especialmente a raíz de que Al-Shabab [grupo fundamentalista islámico que controla parte de Somalia] decapitara a tres milicianos que se habían quedado en el puesto de control entre Mogadiscio y Baidoa. Se unieron a la piratería, que empezó a florecer.

Un jefe pirata, Abdi Benlow, que es más conocido por el apodo de 'Sugule Alí', ha explicado cómo ha llegado a dedicarse a ese oficio: "En el mundo de la piratería, quien más y quien menos ha terminado aquí desde orígenes diferentes. Yo era comandante de unas milicias y trabajaba para el caudillo de mi clan, Furuh, que en la actualidad es uno de los que hacen las leyes en el gobierno de ahora. Al-Shabab y otros grupos nos han obligado a retirarnos de los destacamentos de control de carreteras que teníamos para sacar dinero y ganarnos la vida, así que nos tuvimos que venir aquí. Vimos que esta costa ofrecía unas oportunidades de las que podemos sacar aún más provecho".

Calcula que el número de hombres metidos en este negocio es de unos 1.200. En su mayor parte contratados por los jefes piratas, que han ganado mucho dinero con los barcos que han secuestrado entre 2007 y 2009 [se estima que la suma de sus botines podría alcanzar los 200 millones de euros]. A Sugule le gustaría ser en el futuro un alto cargo de Somalia para obtener la inmunidad que le proteja de ser detenido o llevado ante la justicia.

El padre de 'Abdu Willy'

El padre de 'Willy' espera en la orilla a su hijo. Frente a él, cinco barcos secuestrados

Llegamos a la costa, a unos 30 kilómetros al sudeste del pueblo. Al día siguiente, jueves 12, encontramos al padre de uno de los jóvenes piratas detenidos en España, Abdiweli Abdullahi Sheikh, alias 'Abdu Willy'. Se acerca paseando por la orilla del mar para observar cinco de los 11 barcos que están retenidos por los piratas de Haradhere. "Me vengo aquí a ver los barcos. Mi hijo no está conmigo por culpa de esos barcos. Las bandas le han obligado a salir en busca de esos barcos y le han hecho correr un gran peligro", dice Abdulahi Sheikh Abdi, padre de Abdiweli. "Ojalá me lo devuelvan pronto y vuelva conmigo".

Abdi está en Haradhere desde el cuatro de octubre, cuando su hijo fue apresado por las fuerzas navales españolas en el océano Índico y presiona a los piratas para que no inicien las negociaciones ni acepten el pago de ningún rescate mientras su hijo y su colega, Rage Gesey, no sean puestos en libertad.

Confirma que ha hablado con su hijo en una ocasión durante cinco minutos, pero que no le han vuelto a dejar hablar con él. "Hace una semana que me llamó mi hijo. Me contó que las fuerzas de seguridad le habían autorizado a llamarme. Me dijo que antes de que lo llevaran a España, lo habían torturado, pero que ya estaba bien", declara. "Me llamó un abogado español con ayuda de un intérprete somalí, pero como el intérprete no hablaba bien somalí, yo no le entendí mucho. Lo que saqué en claro es que le iba a defender", añade. (continuará)



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