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martes, 17 de noviembre de 2009

Finalización De La Utopía Marxista Y El Neopopulismo



"La finalización de la utopía marxista, que apostaba a una eventual derrota del sistema capitalista, dio lugar, en América Latina, al denominado neopopulismo que, haciéndose pasar por “socialista”, explora, en lugar de las contradicciones entre la clase trabajadora y la burguesa, la oposición entre los pobres y los ricos. Si, en el caso anterior, los sindicatos funcionaban como instrumentos de organización y movilización de los trabajadores, con el propósito de la toma revolucionaria del poder, ahora constituyen una burocracia sindical de “neopelegos , (En portugués: Pelego: persona que se vende por ventajas personales) que pasarán a ocupar posiciones estratégicas en el aparato estatal y en la gran maquinaria de la política.

De ese modo, presionan al gobierno y a los patrones para arrancarles pequeñas concesiones a los trabajadores, con la condición de mantenerlos quietos, en cuanto ellos los “neopelegos”, se van enriqueciendo y fortaleciendo políticamente. El ascenso del presidente Lula a la presidencia de la República, fue el resultado de ese juego y, al mismo tiempo, un salto cualitativo para la elite sindicalista.

Las consecuencias de tal accionar, para la democracia brasileña, pueden ser mas que perjudiciales, como intentó demostrarlo Fernando Henrique Cardoso, en un artículo reciente titulado “Hacia donde vamos?”.El neopopulismo, nada tiene de revolucionario, al revés de lo que alardea Hugo Chávez, travestido de líder izquierdista, quien en verdad, se apoya en los votos del venezolano pobre. Sustentado en los cuantiosos rendimientos del petróleo, mantiene programas sociales asistencialistas, que le garantizan vasta popularidad.

Aparece, delante de un pueblo completamente desinformado, como su providencial protector, que lo defiende del lobo malo llamado Estados Unidos. Cuando en realidad, su verdadero proyecto es mantenerse, en forma indefinida, en el Poder, para lo que consiguió que el Congreso aprobara su reelección indefinida.

Lula, se siente tentado a seguir por el mismo camino, pero tiene sus pretensiones acotadas, por el resultado de las encuestas de la opinión pública. Como se trata de una persona precavida, cambió de táctica y terminó adoptando otra candidatura, como una solución posible, la de Dilma.


Su invento, consiste en lograr que su sucesora, deje el campo abierto para otra eventual elección suya con lo que tendríamos a Lula otros 8 años mas en el gobierno. Con lo que sumnaría, en total, 20 años de lulismo. Algunos sostienen que ese lapso, eventualmente, podría ser mayor o infinito, ya que a esa altura estarían, suficientemente consolidadas, las bases del “neopeleguismo y del neopopulismo.

La amenaza institucional es que, si ahora, se rebela contra la acción fiscalizadora del tribunal de Cuentas de la Unión y pretende acallar a la prensa, o sea, que no admite que ninguno critique sus decisiones de gobierno, es de imaginar que no hará durante tantos años de poder.

La marcha de la historia tanto puede ser hacia delante como hacia atrás. El propósito de, llegado al Poder, no salir mas de él, forma parte de la ideología del Partido de los Trabajadores. Así lo dejó en claro José Dirceu, en su visita a Madrid, luego de que Lula tomara posesión de su mandato presidencial. Lisa y llanamente reconoció que el proyecto de ellos era quedarse 20 años en el poder. Sostuvo que, al contrario de otros partidos “burgueses”, el partido de los revolucionarios llegó para salvar al pueblo y cambiar el rumbo de la historia. Consecuentemente, no puede someterse a las reglas democráticas de alternancia del Poder. Lula, muy experto, logró comprender que Brasil no es Venezuela. Sabe que, aunque tenga mayoría en el Congreso, éste jamás le concedería un tercer mandato y muchos menos la posibilidad de reelección indefinida. De allí que adoptara la táctica de postular a Dilma, retirándose en forma momentánea de la contienda electoral, con la imagen de un presidente emprendedor, con intenciones de elevar al país a la condición de gran potencia.

Su fórmula es muy simple: enemigo de los poderosos y amigo de los pobres, defensor de los negros y mulatos, enemigo de los blancos de ojos azules. Eso se transparenta, en todo momento, en sus declaraciones y discursos.

No hace mucho tiempo, charlando con los recolectores de basura, criticó a los ricos que, deliberadamente, ensucian la ciudad, para que ellos, humillados adrede, la mantengan limpia.

Lula es una Presidente de la República que, sin ningún escrúpulo, procede a instigar conflictos entre los ciudadanos, poniendo a unos contra otros. Eso en los discursos, porque de hecho, usa a la maquinaria del Estado para favorecer a las grandes empresas nacionales y extranjeras.

Precisamente el artículo de Fernando Henrique Cardoso, al que nos hemos referido, llama la atención sobre el peligro que el país corre. (Seleccionado de la Folha de San Pablo)

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