Todos estamos al tanto de las actividades de los piratas, que mantienen secuestrado a un buque pesquero español, en la zona del Índico. La crónica que a continuación leeremos, nos ilustra brillantemente sobre el origen de tales actividades, sus causas y posiblemente sus consecuencias en el futuro inmediato. Por lo extenso de ellas, y para evitar que alguna frase pueda ser malinterpretada fuera de contexto, preferimos brindar a los lectores, la crónica íntegra. Nos recuerda a las aventuras relatadas en los libros de Emilio Salgari. “Por la ventana de nuestro hotel vemos la boda entre un pirata que acaba de volver del 'Alakrana' y una adolescente. La abuela de más edad pregona la fama del corsario. Canta: "¡Ella es una flor, se casa con un héroe!". Esta escena, propia de un libro de aventuras del XIX, ocurre esta semana en la capital de la piratería, Haradhere. Es pequeña, no mide más de un kilómetro cuadrado. Se ha hecho famosa porque es el centro de operaciones de las bandas de piratas del Índico. Poco se sabe de ella, apenas que queda en la nación del cuerno de África, Somalia. Casi nada de su vida interior. La voz de la mujer resuena como un tambor de guerra: "¡Un héroe!".
Es miércoles 11 de noviembre, CRÓNICA ha llegado al enclave somalí en busca del padre de 'Abdu Willy', el bucanero que es clave para la liberación de los secuestrados del buque atunero español. Nuestra primera impresión es la de un lugar preparado para la guerra, un sitio donde todos, incluso los pequeños, usan fusiles.
En una esquina, en el centro de la localidad, hay una casita con seis habitaciones. Parece una prisión de las africanas, pero en realidad es un hotel, nuestro hotel, donde vemos esta escena. Es el único lugar donde alquilan habitaciones a los extranjeros que no tienen dónde dormir. No tiene luz eléctrica. Cuenta con unas lámparas -a prueba de viento- en los cuartos. Están amuebladas con unos camastros polvorientos que sólo se preparan cuando hay huéspedes. Es un lugar sin seguridad.
"A ver si no hay bichos", comenta el fotógrafo. Aquí, en voz baja, se les llama así a los corsarios. Se les conoce de este modo porque son tan inútiles como los bichos que pican a las personas: no proporcionan ningún beneficio a nadie. Ese término -o similares- lo emplean los vecinos decentes para referirse a todos los que están relacionados con los piratas. "Les llamamos insectos. Algunos los apodan mosquitos y, otros, moscas", revela Mohamed Alí, que sirvió como soldado en otros tiempos y que ahora trabaja en este pueblo como carpintero.
De repente, un grupo de mujeres se asoma por nuestra ventana. Pensamos que nos habían escuchado. Los piratas vuelan la cabeza a quien les nombran de esa manera. Pero no, ellas son parte también de la celebración nupcial y sólo dan rienda suelta a su felicidad. Cantan frases de elogio al joven corsario.
Echamos otro vistazo. Allí está Ga'al Osman, 28 años, uno de los integrantes de la banda que tiene retenido al pesquero español Alakrana. Se casa con Mariam, una muchacha de 15 años. La joven se niega a hablarnos. Osman, en cambio está deslenguado: "Me caso ahora con mi reina porque voy a tener una parte del rescate del 'Alakrana'. Estoy contento. Esto era lo que yo soñaba y se ha hecho realidad".
-¿Cuántas veces ha secuestrado barcos?- pregunto.
Llaman "bichos" a los corsarios, porque son tan inútiles como los que pican a las personas
-Ésta ha sido la primera vez. Estoy esperando que me den mi parte. La boda es a crédito.
-¡¿Una boda a crédito?!
-Sí, es a crédito. Ya pagaré todo lo que deba, incluso la dote, el coste de la boda y el festejo.
Casarte con financiación en África es impensable, pero esto es Haradhere, un mundo sorprendente. ¿De dónde saldrá el dinero para pagar? Del rescate del 'Alakrana'.
Osman ha arreglado una habitación del antiguo edificio de la escuela de la localidad. Allí asistían niños hasta que el Gobierno de Somalia desapareció en 1990. En ese cuarto hay una sola cama, una alfombra de segunda mano y una silla. Alrededor no hay más que escombros y basura. El edificio de la escuela alberga, en la actualidad, a unas 12 familias que, como no pueden pagar un alquiler, han ocupado este edificio. Los padres de Osman viven en este mismo lugar y él se crió aquí.
Frente al colegio hay una casa en la que el líder y portavoz de los piratas, Badmax, conocido en el pueblo como Hussein Madobe, vive son sus tres esposas. Badmax se ha convertido en un ejemplo a imitar para jóvenes como Osman. "En esa casa vive Hussein. Es mi jefe. Tiene un montón de dinero. Ya me gustaría a mí tener alguna vez el fortunón que tiene él", comenta.
Basta dar un paseo por las calles, para darse cuenta que la historia de Haradhere es la historia de Somalia. Prácticamente medio mundo ha oído hablar de esta ciudad. Medios de todo el planeta han dado a conocer su nombre. Pero esto no es Hollywood, es un pueblo pequeño de unos 6.000 habitantes. Está erigido sobre roca firme pero rodeada de dunas de arena de color anaranjado. No se necesitan más de 10 minutos para recorrerla de un extremo a otro. La gente está en las puertas de las casas, a los lados de las calles, observando a los periodistas y a todos los forasteros que llegan.
En el pueblo no hay mercado, aunque algunos de sus habitantes tienen algunas pequeñas tiendas, la mayoría de ellas en chamizos improvisados que han levantado al borde de la carretera. Allí venden azúcar, té, maíz, comida cocinada y cecina. Tiene una carretera principal, sin asfaltar, que conecta el sudeste con la costa y desde el nordeste con el resto de Somalia. En Haradhere no hay escuelas, ni comisaría de policía, ni hospital, ni un solo centro de atención sanitaria.
Los jefes piratas tienen casas con luz, tres esposas y son venerados por las chicas jóvenes. (continuará)
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