"Los extranjeros caídos en el campamento de Ecuador no eran hermanitas de la caridad.
En buena hora el presidente Álvaro Uribe salió a rectificar la patinada de su canciller Fernando Araújo, quien el jueves, de manera alegre y apresurada, había anunciado que Colombia estudiaría el pago de indemnizaciones a las familias de los cuatro mexicanos muertos durante el ataque de las Fuerzas Armadas al campamento de 'Raúl Reyes' en territorio ecuatoriano fronterizo con Colombia. No faltaba más que los jóvenes que, a juzgar por informes de la prensa mexicana y por los videos tomados por la propia guerrilla en el cambuche, no sólo apoyaban en el plano internacional a un grupo que asesina, secuestra, masacra y narcotrafica, sino que estaban recibiendo de las Farc entrenamiento militar, ahora resulten víctimas inocentes de un bombardeo asesino de las tropas colombianas.
Sus parientes y amigos en México han dicho que eran jóvenes soñadores que querían un mundo mejor y que habían viajado a la zona en el marco de un "trabajo académico", para enterarse más de las ideas y propósitos de las Farc." (...) Se trata de un grupo criminal que no se para en mientes a la hora de reclutar, secuestrar o matar niños, para poner sólo un ejemplo de las cosas que 'Tirofijo' y sus hombres hacen desde hace décadas.
Y apoyar a quienes así actúan es un acto de criminal complicidad." (...)
Lo mismo y hasta más se puede predicar de Franklin Aisalla, el ecuatoriano muerto en la misma acción y a quien el Ejército y la Policía del vecino país investigaban desde el 2003 por sus vínculos con la red de apoyo a las Farc en Quito y la zona fronteriza. Claro que el presidente Rafael Correa, que por momentos parece hablar más rápido de lo que se tarda en pensar, ya dijo que no importa si Aisalla era guerrillero, que igual su muerte es un crimen de Colombia. No es crimen, en cambio, que las autoridades ecuatorianas supieran desde hace cinco años de sus nexos con las Farc y nada hubiesen hecho.
No. Aquí hay una gran equivocación. El Canciller no puede cometer la torpeza de dejarse enredar por semejante sofisma. Las Farc son criminales y quienes las apoyan, en Colombia, en Ecuador, en Dinamarca o en Tumbuctú, no pueden ser vistos como hermanitas de la caridad. Al brindar ese respaldo, esos soñadores internacionalistas manchan sus manos con la sangre de cientos de miles de colombianos -esos sí, inocentes- asesinados por las Farc. Los cuatro mexicanos y el ecuatoriano Aisalla escogieron libremente ser aliados de 'Raúl Reyes' e irse a pasar una temporada en su campamento, no precisamente para rezar o leer poesía. Sus familiares han dicho que murieron mientras dormían. Y tal vez sea verdad: el que con un jefe de las Farc se acuesta, bien puede amanecer muerto.(Extraído del diario digital El Tiempo, de Colombia, del 30 de marzo de 2008)
En buena hora el presidente Álvaro Uribe salió a rectificar la patinada de su canciller Fernando Araújo, quien el jueves, de manera alegre y apresurada, había anunciado que Colombia estudiaría el pago de indemnizaciones a las familias de los cuatro mexicanos muertos durante el ataque de las Fuerzas Armadas al campamento de 'Raúl Reyes' en territorio ecuatoriano fronterizo con Colombia. No faltaba más que los jóvenes que, a juzgar por informes de la prensa mexicana y por los videos tomados por la propia guerrilla en el cambuche, no sólo apoyaban en el plano internacional a un grupo que asesina, secuestra, masacra y narcotrafica, sino que estaban recibiendo de las Farc entrenamiento militar, ahora resulten víctimas inocentes de un bombardeo asesino de las tropas colombianas.
Sus parientes y amigos en México han dicho que eran jóvenes soñadores que querían un mundo mejor y que habían viajado a la zona en el marco de un "trabajo académico", para enterarse más de las ideas y propósitos de las Farc." (...) Se trata de un grupo criminal que no se para en mientes a la hora de reclutar, secuestrar o matar niños, para poner sólo un ejemplo de las cosas que 'Tirofijo' y sus hombres hacen desde hace décadas.
Y apoyar a quienes así actúan es un acto de criminal complicidad." (...)
Lo mismo y hasta más se puede predicar de Franklin Aisalla, el ecuatoriano muerto en la misma acción y a quien el Ejército y la Policía del vecino país investigaban desde el 2003 por sus vínculos con la red de apoyo a las Farc en Quito y la zona fronteriza. Claro que el presidente Rafael Correa, que por momentos parece hablar más rápido de lo que se tarda en pensar, ya dijo que no importa si Aisalla era guerrillero, que igual su muerte es un crimen de Colombia. No es crimen, en cambio, que las autoridades ecuatorianas supieran desde hace cinco años de sus nexos con las Farc y nada hubiesen hecho.
No. Aquí hay una gran equivocación. El Canciller no puede cometer la torpeza de dejarse enredar por semejante sofisma. Las Farc son criminales y quienes las apoyan, en Colombia, en Ecuador, en Dinamarca o en Tumbuctú, no pueden ser vistos como hermanitas de la caridad. Al brindar ese respaldo, esos soñadores internacionalistas manchan sus manos con la sangre de cientos de miles de colombianos -esos sí, inocentes- asesinados por las Farc. Los cuatro mexicanos y el ecuatoriano Aisalla escogieron libremente ser aliados de 'Raúl Reyes' e irse a pasar una temporada en su campamento, no precisamente para rezar o leer poesía. Sus familiares han dicho que murieron mientras dormían. Y tal vez sea verdad: el que con un jefe de las Farc se acuesta, bien puede amanecer muerto.(Extraído del diario digital El Tiempo, de Colombia, del 30 de marzo de 2008)
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