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viernes, 28 de marzo de 2008

Argentina Cuesta Abajo ...

( Extraído de la web Nuevo Siglo, de Clombia, del 28 de marzo de 2008)

El editorial revela como nos ven desde Colombia, destacando la circunstancia que el Gobierno, que se ufana por parecer democrático, en realidad no lo es ya que apaña a los patoteros que atacaron a la ciudadanía.



"El gobierno de los Kirchner, en Argentina, dejó ver su mal talante en el reciente discurso de la presidenta Cristina, que acusó de extorsionistas y piqueteros de la abundancia a los altos y pequeños agricultores congregados para protestar contra los impuestos confiscatorios que pretenden imponer a las exportaciones de soya.La situación se ha agravado de tal manera que los cacerolazos en Buenos Aires comienzan a ser tan comunes como en 2001 o en 1976. La Plaza de Mayo, exenta de policía, fue circundada por un grupo de patoteros (pandilleros), al parecer auspiciados por el gobierno, que de manera antidemocrática y con alevosía agredieron al conjunto de estudiantes, amas de casa, trabajadores, que sin distingo de clase social se encontraban allí. Una verdadera vergüenza para una administración que posaba de democrática y quería dar lecciones en el continente sobre lo que aquello significaba. No se contesta, desde luego, una huelga agraria absolutamente legítima con el insulto y la agresión desde la ilegalidad.Argentina puede ser admirable por muchas cosas, pero lo es especialmente por sus campesinos e industriales agropecuarios. Fueron ellos, precisamente, quienes sacaron al país de la crisis anterior y quienes, también, vieron en la soya el fruto de bendición que les permitiría exportar de manera descomunal a China, desabastecida del alimento prioritario en su canasta familiar por el crecimiento de la demanda. Ello fue lo que permitió que el anterior mandatario -el esposo de Cristina- pudiera sacar al país adelante, congelar los pagos de la deuda y cambiar los criterios del FMI. Ahora, el mismo gobierno pretende cubrir los gastos fiscales elevando de modo inconmensurable el impuesto a las exportaciones de soya hasta un 44%, después de que se había iniciado con 18% y se había pasado recientemente a 35%.Todo ello parecería deberse a una estrategia de alianza con los sectores industriales frente a los agrícolas, de manera que se privilegien los primeros y se quite fuerza a los segundos. En Argentina el gran jalonamiento se ha dado por el sector automotor, que ha llegado a crecer 131% y la sola fabricación de vehículos ha subido 43%. Eso ha llevado en general a impulsar el crecimiento industrial de manera inusitada, lo mismo que ha acontecido en Colombia, en compañía de la construcción.Pero Argentina sin agricultura resulta un país inviable. El sector no sólo representa el 45% de los ingresos tributarios, sino que además significa el 55% del empleo y el 60% de las exportaciones. Sigue, de alguna manera, siendo la despensa del mundo y el enfrentamiento de los Kirchner con el campo puede costar tan caro como su caída. En efecto, en lugar de buscar el diálogo y la concertación, se ha decidido incurrir en la confiscación y eso ha determinado una alianza inviolable entre los sectores rural y urbano, que no están dispuestos a demeritar la naturaleza propia de la economía argentina.Y a ello el gobierno, que pretendía una vocería democrática en el continente, contesta amenazando, como lo ha hecho el Ministro de Economía, con tratar de delincuentes a quienes participan de la huelga nacionalizada y tienen cerradas las vías de acceso a las ciudades y los flujos de transporte. No es así como van a solucionar nada. La única vía es el diálogo y en ello tendrá que ceder el gobierno en su garosidad fiscalista, so pena de una inflación sin precedentes y un estremecimiento social que puede llevar a la debacle. Hoy, en América Latina, se demuestra que el tema alimentario es uno de los factores estratégicos de la región. Lo mismo pasa con el aceite en Bolivia, donde Evo Morales le ha declarado una guerra a los productores de Santa Cruz, impidiendo las exportaciones. Semejantes estridencias llevarán a profundizar la crisis y a escindir definitivamente ese país.Está claro, por igual, como acaba de quedar demostrado entre Colombia y Venezuela, que la segunda depende de la primera en la materia, y que ante la escasez de alimentos en el mundo no se puede poner en peligro el abastecimiento de los pueblos.Está demostrado, por igual, que la agricultura ya no es la cenicienta en los gabinetes, sino un sector estratégico de amplio calado. Ojalá esto se entendiera con más ahínco en Colombia para renovar una política de productividad agraria que nos vuelva a situar en lo que siempre fuimos: un país con vocación agrícola, ahora arrasado por el narcotráfico y la guerra en los campos. Un verdadero estropicio, como el que está comenzando a suceder en Argentina, si Cristina Kirchner no recompone rápido."

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