La imagen de una vejez dorada, llena de tarjetas de crédito y billetes de avión hacia las Bahamas que con tanta insistencia difunden las entidades bancarias en la publicidad de sus planes de jubilación, dista mucho de ser una realidad. La jubilación es para muchas personas, a juicio de Maggie Pearson, profesora de sociología médica de la universidad de Liverpool (Reino Unido), el camino impuesto hacia la marginación.Hoy es posible jubilarse en España a los 53 años y en otros países a los 52. La legión de los viejos-todavía-jóvenes-pero-ya -jubilados seguirá creciendo, en opinión de todos los expertos, si no se corrige la actual tendencia. De modo que los organismos sociales se plantean, según afirmó Teresa Fatjó, responsable de la Obra para la Vejez de la fundación, cómo afrontar este nuevo problema. Fatjó propone que la respuesta se articule en torno a tres ejes: ocio, cultura y solidaridad. Es decir, que la jubilación sea una oportunidad para vivir la vida, para adquirir y disfrutar la cultura y para efectuar trabajo socialmente útil en organizaciones de voluntariado.
Pero tal planteamiento dista mucho de ser posible con carácter general porque la primera consecuencia de la jubilación es una disminución drástica del poder adquisitivo. "Hoy no es posible en España tener calidad de vida si se depende de una pensión pública", afirmó Ricard Moragas, profesor de la universidad de Barcelona. De modo que, aunque coticen a la Seguridad Social, los trabajadores saben que su futuro no está asegurado. Y los planes privados de jubilación constituyen, según el profesor Moragas, una alternativa incierta que adolece de un defecto fundamental: "Una parte importante de los trabajadores ni siquiera puede detraer de su salario la cuota mensual de un plan".
"Todos los países europeos", afirmó Maggie Pearson, "impulsaron planes de jubilación anticipada porque pensaron que sería la solución al problema del paro, pero ahora, ya está claro que no sólo no ha sido así, sino que ha creado un nuevo problema de marginación social".
Una persona de 52 años tiene una esperanza de vida de 20 o 25 años todavía. Y a los 65 está, en muchos casos, en perfectas condiciones físicas e intelectuales. De modo que la jubilación por imperativo legal, tanto si es en la fecha establecida como si se produce de forma anticipada, es considerada por todos los expertos como un sistema profundamente injusto y a veces incluso inhumano. La alternativa, sin embargo, tampoco puede ser la de "trabaje mientras resista", porque la jubilación, antes que nada, es un derecho conquistado tras una dura lucha social.
La cuestión es en estos momentos objeto de una intensa controversia, dijo el profesor Allin Colleman, fundador del Centro para la Educación en Salud de la universidad de Londres. En su opinión, hay dos cuestiones a tener en cuenta: "La jubilación es un derecho y el Estado tiene la obligación de poner a disposición de sus ciudadanos los recursos económicos necesarios para ella. Pero, al mismo tiempo, la jubilación debe ser de libre elección, voluntaria".
En cualquier caso, un sistema flexible de jubilación socialmente avanzado sólo será posible, a juicio de Pedro Acebillo, director provincial del Inem de Barcelona, si se regulan los mecanismos necesarios para ello, porque la dinámica económica no lo garantiza.
Lo que está ocurriendo en Alemania es un buen ejemplo, explicó la profesora Pearson: "A causa del envejecimiento de la población, Alemania se encontró con un problema de especialistas, de modo que las empresas comenzaron a incentivar a determinados profesionales para que siguieran trabajando más allá de la edad de jubilación. Pero con la caída del muro de Berlín, todo el programa se ha venido abajo. Ahora dispone de una enorme reserva de profesionales jóvenes procedentes de la Alemania del Este. ¡Ya no le interesan sus viejos especialistas!".(Seleccionado de la web del diario español El país, del 24-10-08)
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