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viernes, 3 de octubre de 2008

Desconocida Historia Romántica de Quien Fuera el Dirigente Sindical Predilecto del Lider



El Secretario General de la CGT y mano derecha de Perón asesinado en el 73´ en el episodio conocido como “Operación Traviata”, mantuvo durante diez años una relación secreta con una sampedrina. En uno de los períodos más turbulentos de la historia política del país, el hombre fuerte de Perón en la Argentina encontró en San Pedro su refugio personal.
A pocos días de cumplirse 35 años de la muerte de José Ignacio Rucci a manos de un grupo de operaciones de Montoneros y cuando un Juez Federal, acaba de reabrir la causa de su asesinato, producto de una investigación periodística, comienza a deshilvanarse en San Pedro una pequeña parte de la historia personal de este importante ícono de la historia política de la República Argentina.Mas allá del mayor o menor interés periodístico que la vida privada y personal de los personajes públicos pueden despertar, consideramos que el caso particular de José Ignacio Rucci forma parte de un pedazo importante de la historia de nuestro país en general y de San Pedro en particular, porque a principios de los 60´, hubo una mujer que con su belleza y temperamento enamoró de manera casi enfermiza a José Ignacio Rucci y que hizo que el líder sindical se enamorara también de la tierra que la vio nacer: El barrio “Las Canaletas” de San Pedro. Quizás, la familia Almada sea una de las más tradicionales y enraizadas del barrio. Hijos del río, han estado allí por generaciones y ahí permanecen. De una de las bifurcaciones de la numerosa y tradicional familia, nació quién se convertiría durante mucho tiempo, en la amiga, amante y confidente de uno de los hombres mas poderosos de la Argentina de los 60´ y 70´. Hija de Don Sixto Almada, un radical “de toda la vida” y acérrimo antiperonista, nacía el 31 de Octubre de 1939 Yolanda Almada, una mujer a quién su belleza, inteligencia y temperamento llevarían a codearse con la más encumbrada dirigencia de la resistencia peronista.
En 1958, en una época en la que las posibilidades de progreso no abundaban para las mujeres más humildes de San Pedro y con sólo 19 años, Yolanda abandonó el barrio “Las Canaletas” en busca de un futuro mejor en Buenos Aires. Fue así, que a poco de llegar a Capital Federal, consiguió trabajo en la metalúrgica “Topeco” donde en poco tiempo sus compañeros la elegirían como delegada gremial. “No le interesó nunca la política, simplemente que en esa época uno se rebelaba contra la injusticia” comentó a “La Opinión” Leonor, la hermana menor de Yolanda. Y es así que orillando la década del 60´, se encontró una mañana “rebelándose contra la injusticia” en una negociación de paritarias frente a José Ignacio Rucci, en ese entonces era Secretario de Prensa de la UOM y un dirigente en ascenso luego de que la “Revolución Libertadora” derrocara al gobierno de Juan Domingo Perón en 1955, como miembro activo de la Resistencia Peronista. “Dicen que quedó fascinado ni bien la vio” cuenta un familiar cercano que prefirió permanecer en el anonimato. Es que Rucci amaba la vehemencia de Yolanda, (que no temía desafiarlo a pesar de su elevada posición política) y estaba “embobado” por su belleza. “Imaginate, el carácter que tenía Yolanda para enamorar a un tipo al que no le faltaba nada. Tenía pinta, tenía poder y tenía guita” contó Gustavo, su sobrino. Al poco tiempo de conocerse y a pesar de que Rucci era un hombre casado, iniciaron un romance que duraría casi 10 años. Ya en el año 63´ Yolanda abandonaba su trabajo en Topeco, para dedicarse tiempo completo a acompañar al dirigente, que tenía una apretada agenda recorriendo, prácticamente, todo el país. El se ocupaba de todas sus necesidades y la proveía de todo lo necesario. “No le hacía faltar nada”, relataron en coincidencia todos los que conocieron a la pareja en aquella época. Y cada vez que podían y cada vez que el itinerario lo permitía, volvían a San Pedro a descansar con la familia. Los vecinos más antiguos de “Las Canaletas”, todavía recuerdan la época en la que José Ignacio Rucci aparecía en su Torino, en la casa de Rufino Almada, hermano mayor de Yolanda. Detrás, se estacionaban varios Ford Falcón repletos de armas y conducidos por sus custodios.Rucci, ni bien llegaba, disponía dos custodios sobre el techo de la casa, situada en una esquina frente a lo que hoy es el Camping “Safari”. Algunos más se quedaban en el hotel de “La Serena”, donde llamaban por teléfono los capos sindicales si tenían que ubicar de urgencia a Rucci, quién contestaba y atendía llamados desde el único teléfono del barrio, en el hoy desaparecido almacén de Zapata.Después que se ocupaba de atender las cuestiones de “seguridad”, se dedicaba a comprar y preparar el asado que compartían en familia. “Era un tipo muy familiero, le gustaba mucho estar con mi familia” comentó Leonor, su cuñada de aquella época.“Nosotros no teníamos conciencia de lo importante que era el tipo que dormía tirado en un colchón en el piso de mi casa” aporta Gustavo, el sobrino de Yolanda. “Para nosotros era sencillamente nuestro tío y lo queríamos mucho. Yo me acuerdo que de chico, siempre nos traía juguetes muy caros que eran la novedad en el barrio”. (Seleccionado de La Opinión Semanario-San Pedro, citado por Seprin en su web del 03-10-08)

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