“Deseo hacer llegar a ustedes la felicitación de todo el Ejército Argentino por la labor cumplida en Japón”, dijo en un duro tono castrense el comandante en jefe del Ejército Roberto Viola. Corría septiembre de 1979 y los destinatarios del mensaje de bienvenida eran nada menos que un grupo de jugadores del flamante campeón mundial juvenil. Frente a Viola estaban Juan Simón, Juan Barbas, Gabriel Calderón, Sergio García, Osvaldo Escudero y Diego Armando Maradona. Todos integrantes del seleccionado con una particularidad: estaban haciendo el servicio militar obligatorio. (…) Fue lo que se dice un encuentro para la foto. Una foto famosa en la que se ve a los conscriptos campeones. “La ropa no era mía, yo iba de civil al regimiento. Si te fijás a Diego le quedaba chico el birrete, parecía un barquito de papel arriba de la cabeza del cabezón”, recuerda García. Barbas cuenta que estaba tranquilo: “Sabíamos que íbamos a tener beneficios y, bueno, había que dejarlos hablar”. Y Viola hablaba. “Cumplieron a través de un esfuerzo que les requirió constancia, dedicación, sacrificio. Cumplieron con la Argentina jugando, pero poniendo toda la voluntad en pos de un ideal”, arengó. Ahí nomás pasaron a una mesa contigua, donde los jugadores fueron agasajados con una chocolatada. Entonces, Maradona, empujado por el resto, lo encaró al comandante. “Mire mi general, le queremos pedir en gratitud, como un premio, que nos den la baja”. Cuando se despidieron, Viola le mandó un beso al padre del Pichi: habían jugado juntos al fútbol en la infancia. Al mes, les dio la baja.(…) (Seleccionado de Clarín – 24-03-06)
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