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jueves, 26 de junio de 2008

Las Comparaciones No Siempre Son Malas

Presentamos a nuestros lectores, una nota de la web española “Periodista Digital”, del 26 de junio de 2008, relacionada con un curioso modo de entender la democracia que, inexorablemente, conduce a la destrucción de ella. Al observar la semejanza, con la actual situación institucional de la Argentina, consideramos de interés ponerla a consideración de ellos, estimando que la situación que se describe, que ocurre en un pueblito de La Coruña, España, a miles de kilómetros de nuestro país, sin embargo nos da un ejemplo: lo que no debemos hacer.
“La democracia es el sistema político menos malo, pero aún así puede llevar al poder a personajes terribles, detestables o simples pícaros, después de que una mayoría electoral los aúpe: Hitler, Chávez o Ángel García Seoane, entre tantos otros populistas.
¿Que quién es este García Seoane al lado de nombres tan sonoros?: el alcalde del pueblo coruñés de Oleiros, de 33.000 habitantes.
Es el paradigma que sociólogos, politólogos y antropólogos podrían estudiar para demostrar que las sociedades democráticas de cualquier tamaño pueden elegir a personajes sumamente sospechosos.
Ángel García Seoane es militante comunista, admirador de Fidel Castro y del Ché Guevara. Y está acusado de notables especulaciones urbanísticas en su único beneficio.
Es, además, un antisemita que utiliza grandes carteles municipales para poner lemas de inspiración nazi contra los judíos.
Ahora, y tras rebautizar varias calles con nombres fidelistas, le erige un monumento al Che Guevara de casi ocho metros de altura al coste de 180.000 euros: un ayuntamiento pobre, anárquico, sucio, mal urbanizado y señalizado –incluso la vía hacia al cercano aeropuerto coruñés--, dedicándose al culto a una dictadura.
Ese país pequeñito de 21 concejales está gobernado por nueve de la minoría del partido del alcalde, Alternativa dos Veciños.
Su oposición, formada por el PP y la coalición gobernante en Galicia, PSE-PSOE y BNG, es mayoritaria, pero incapaz de unirse para derrocar a este dilapidador fanático, pero también sumamente popular-populista.
Gran caso de estudio: un pueblo fascinado por la demagogia y unos partidos tan torpes que dejan gobernar a un delirante derrochador aldeano, acusado de corrupción y constructor de monumentos a pistoleros que nada tienen que ver con Oleiros.
Después podrá seguir con Stalin, Mao o Pol-Pot: posiblemente volverán a votarlo, como los alemanes a Hitler, en este caso, miniaturizado.” (Seleccionado de la web española del diario Periodista Digital)

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