La bomba cayó en el último Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas. Ante aquellos llamados a reemplazar con cuentagotas a la actual cúpula, el general-presidente Raúl Castro dibujó el desolador horizonte hacia el que se dirige Cuba: “La batalla económica consituye hoy, más que nunca, la tarea principal. Está en riesgo la supervivencia misma de la revolución. El Estado no se sostiene; no puede seguir con las plantillas terriblemente infladas (...) Hay que actualizar el modelo económico”. El régimen lo admite: queda renovarse o desaparecer. El país atraviesa una de las peores crisis económicas de su historia y hace tiempo que, dentro del propio sistema, surgieron voces que piden cambios.
En su informe correspondiente a 2009, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) asevera que Cuba “afronta una situación tan adversa como la del periodo especial de los noventa”. Su economía creció un 1,4% el pasado año, la tasa más baja desde 1998, mientras en Latinoamerica se experimentaba una recuperación generalizada durante el segundo trimestre. Los problemas son imponentes: caída en un 40% del precio mundial del níquel, su principal exportación; desplome de la inversión bruta en un 25%; contracción de la construcción al paralizarse muchos proyectos de inversiones; mengua de las exportaciones en un 23% y de las importaciones en un 37%; incumplimiento en el pago del servicio de la deuda; déficit en la balanza de pagos parejo a varios puntos del PIB; reducción de ingresos fiscales; descenso de la productividad, y peores restricciones al financiamiento y al crédito de proveedores externos, a quienes se debe entre 400 y 670 millones de euros.
La situación económica se ha convertido en la principal preocupación del Gobierno cubano, por encima de condenas internacionales y movilizaciones de la oposición. Genera descontento en la población, en una sociedad hoy inquieta, particularmente los jóvenes, que solo han conocido dificultades. En este contexto, la opositora Yoani Sánchez argumentaba recientemente en su blog que, sin los acuerdos de cooperación económica suscritos entre Venezuela y La Habana, el régimen no habría podido subsistir. “Acudo a una metáfora quizás un poco fuerte, pero ilustrativa, para explicarme: Hugo Chávez ha sido para el Gobierno cubano como el ‘viagra’ para un hombre envejecido, dándole la oportunidad de prolongar una existencia ya cancelada”. El hecho de que la ayuda se interrumpiese “sería mucho más grave que el fin del subsidio soviético a comienzos de los años 90”, añade.
Los intercambios entre Caracas y La Habana en el marco de la Alianza Bolivariana para los Puelos de Nuestra América (ALBA) promovida por Chávez han ascendido de $200 millones en 2005 a 3.000 millones en 2009. Caracas suministró unos 115.000 barriles diarios de petróleo a precios subsidiados el pasado año, además de contratar en 2008 los servicios de profesionales cubanos que trabajan en Venezuela por más de 3.000 millones de euros. Asimismo, representa la mayor inversión extranjera en la isla con unos 173 proyectos por 1.300 millones de euros en 2009.
La alianza se fundamenta en las diferentes dotaciones de recursos; Venezuela tiene considerables ingresos fiscales y externos procedentes de la bonanza petrolera (con una reserva probada de 99.377 millones de barriles de crudo convencional, la sexta mayor del mundo, según estimó la Agencia de Información sobre Energía de EEUU en 2008) y bajos índices de servicios sociales de salud y educación. Mientras, Cuba dispone de abundantes recursos humanos en dichas áreas pero sus níveles de ingresos externos son bajos. La generosa ayuda que recibe el Gobierno de La Habana llega a través de tres vías: las ventas de petróleo a pagos diferidos y subsidiados, acuerdos de inversión para proyectos de desarrollo y la exportación de servicios de salud, de donde proviene la principal fuente de divisas, $6.460 millones en 2008 gracias a una renumeración media de $22.500 dólares anuales por persona, según el Ministerio de Salud venezolano.
Este comercio es tremendamente deficitario para Caracas. La paradoja es que la economía de Venezuela cayó un 2,3% el pasado año. Además, en los últimos cuatro años, el país sufrió una pérdida neta de capital de 75.800 millones de euros y, a comienzos de 2010, Chávez devaluó el bolivar por tercera vez, lo que afecta principalmente a las clases con ingresos más bajos. Pese a semejante deterioro, analistas consideran que Caracas mantendrá la ayuda a Cuba a corto plazo gracias a los sustanciales ingresos del petróleo. No obstante, ¿cómo podrá justificarla Chávez ante los recortes de gasto público, la fuerte caída de los salarios o la galopante inflación. Si la economía venezolana sigue debilitándose o el actual Gobierno pierde las elecciones parciales de este año, las consecuencias para el régimen de los Castro serán graves. (Seleccionado de la web española de El Confidencial del 25-04-10)
En su informe correspondiente a 2009, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) asevera que Cuba “afronta una situación tan adversa como la del periodo especial de los noventa”. Su economía creció un 1,4% el pasado año, la tasa más baja desde 1998, mientras en Latinoamerica se experimentaba una recuperación generalizada durante el segundo trimestre. Los problemas son imponentes: caída en un 40% del precio mundial del níquel, su principal exportación; desplome de la inversión bruta en un 25%; contracción de la construcción al paralizarse muchos proyectos de inversiones; mengua de las exportaciones en un 23% y de las importaciones en un 37%; incumplimiento en el pago del servicio de la deuda; déficit en la balanza de pagos parejo a varios puntos del PIB; reducción de ingresos fiscales; descenso de la productividad, y peores restricciones al financiamiento y al crédito de proveedores externos, a quienes se debe entre 400 y 670 millones de euros.
La situación económica se ha convertido en la principal preocupación del Gobierno cubano, por encima de condenas internacionales y movilizaciones de la oposición. Genera descontento en la población, en una sociedad hoy inquieta, particularmente los jóvenes, que solo han conocido dificultades. En este contexto, la opositora Yoani Sánchez argumentaba recientemente en su blog que, sin los acuerdos de cooperación económica suscritos entre Venezuela y La Habana, el régimen no habría podido subsistir. “Acudo a una metáfora quizás un poco fuerte, pero ilustrativa, para explicarme: Hugo Chávez ha sido para el Gobierno cubano como el ‘viagra’ para un hombre envejecido, dándole la oportunidad de prolongar una existencia ya cancelada”. El hecho de que la ayuda se interrumpiese “sería mucho más grave que el fin del subsidio soviético a comienzos de los años 90”, añade.
Los intercambios entre Caracas y La Habana en el marco de la Alianza Bolivariana para los Puelos de Nuestra América (ALBA) promovida por Chávez han ascendido de $200 millones en 2005 a 3.000 millones en 2009. Caracas suministró unos 115.000 barriles diarios de petróleo a precios subsidiados el pasado año, además de contratar en 2008 los servicios de profesionales cubanos que trabajan en Venezuela por más de 3.000 millones de euros. Asimismo, representa la mayor inversión extranjera en la isla con unos 173 proyectos por 1.300 millones de euros en 2009.
La alianza se fundamenta en las diferentes dotaciones de recursos; Venezuela tiene considerables ingresos fiscales y externos procedentes de la bonanza petrolera (con una reserva probada de 99.377 millones de barriles de crudo convencional, la sexta mayor del mundo, según estimó la Agencia de Información sobre Energía de EEUU en 2008) y bajos índices de servicios sociales de salud y educación. Mientras, Cuba dispone de abundantes recursos humanos en dichas áreas pero sus níveles de ingresos externos son bajos. La generosa ayuda que recibe el Gobierno de La Habana llega a través de tres vías: las ventas de petróleo a pagos diferidos y subsidiados, acuerdos de inversión para proyectos de desarrollo y la exportación de servicios de salud, de donde proviene la principal fuente de divisas, $6.460 millones en 2008 gracias a una renumeración media de $22.500 dólares anuales por persona, según el Ministerio de Salud venezolano.
Este comercio es tremendamente deficitario para Caracas. La paradoja es que la economía de Venezuela cayó un 2,3% el pasado año. Además, en los últimos cuatro años, el país sufrió una pérdida neta de capital de 75.800 millones de euros y, a comienzos de 2010, Chávez devaluó el bolivar por tercera vez, lo que afecta principalmente a las clases con ingresos más bajos. Pese a semejante deterioro, analistas consideran que Caracas mantendrá la ayuda a Cuba a corto plazo gracias a los sustanciales ingresos del petróleo. No obstante, ¿cómo podrá justificarla Chávez ante los recortes de gasto público, la fuerte caída de los salarios o la galopante inflación. Si la economía venezolana sigue debilitándose o el actual Gobierno pierde las elecciones parciales de este año, las consecuencias para el régimen de los Castro serán graves. (Seleccionado de la web española de El Confidencial del 25-04-10)
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