¿Atentado contra el patrimonio nacional? ¿Expolio cultural? El traslado del Museo del Ejército de Madrid a Toledo, donde tan sólo se expondrá una quinta parte de los fondos, ha generado una amplia polémica. Expertos civiles y militares en historia militar censuran el traslado.
El nuevo Museo del Ejército abrirá sus puertas en el Alcázar de Toledo. La fecha es una de las grandes incógnitas, tras años de continuos retrasos. Hace dos semanas, el alcalde de la Ciudad Imperial, Emiliano García-Page, dijo que su apertura, "como muy tarde", podría ser en septiembre de 2010.
Ninguna pista más dio la ministra de Defensa, Carmen Chacón, que con motivo de su discurso de la Pascua Militar destacó el compromiso de su departamento con este proyecto, que calificó como "uno de los proyectos más ambiciosos para la conservación y la divulgación de nuestra historia" y que "inauguraremos en los próximos meses".
Lejos de la visión positiva que sobre este cambio de ubicación del Museo del Ejército, de Madrid a Toledo, han tenido los ministros de Defensa de los Gobiernos de José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero, expertos militares y civiles en historia militar denunciaron este lunes en Madrid lo que consideraron "un expolio cultural". En términos cuantitativos, según denunciaron, en Toledo se expondrá, tan sólo, una quinta parte de los fondos que se podían visitar en la capital de España, el resto serán almacenados en instalaciones hechas con esos fines en la Ciudad Imperial o se desperdigarán por instalaciones de administraciones locales, provinciales, autonómicas o académicas.
Reunidos en el Ateneo de la capital bajo la invitación y organización de la Agrupación El Mar y sus Ciencias, que preside Juan Manuel Gracia, a la mesa redonda "Expolio al Museo del Ejército de Madrid", dos generales retirados del Ejército –uno de ellos, ex director del Museo del Ejército de Madrid–, un almirante de la Armada y el presidente de la Asociación de Amigos del Museo del Ejército de Madrid, criticaron duramente la decisión del traslado, que calificaron de "cúmulo de errores, fruto de la ignorancia y la falta de asesoramiento y, a veces, de la mala fe".
Tras la presentación del acto a cargo del propio Gracia, que recordó que "el patrimonio no es de los políticos, sino de los ciudadanos", el primer experto en tomar la palabra fue el máximo responsable de la Asociación de Amigos del Museo del Ejército de Madrid. José Durán justificó la utilización del término "expolio" para referirse a las consecuencias del traslado del Museo, pues, según dijo, hay "peligro para la integridad de algunos de los fondos" y gran parte de la colección va a quedar diseminada. Igualmente, recordó que el cambio de ubicación se realizó en contra de los dictámenes de las Reales Academias.
Tras él, tomó la palabra el ex director del Museo del Ejército de Madrid y general de Brigada de Infantería retirado Juan Antonio Sánchez, que tras hacer un repaso por la historia y orígenes del museo, aseguró que "se ha acabado con el museo de historia militar más importante del mundo".
Según explicó, gran parte de las colecciones van a perder su valor al no exponerse íntegras, sino tan sólo una selección de ellas. Entre estos casos, citó la colección de armas de fuego, de las que sólo se expondrán unas 200 en Toledo, impidiendo que se vea con la claridad del museo de Madrid la evolución histórica en la fabricación de las mismas. También se refirió a la colección Medinaceli de armaduras, compuesta por armaduras de guerra con armas largas de fuego y blancas de todo tipo –la colección del Palacio Real son armaduras de gala y para torneos, no de guerra–; o a la colección de piezas de artillería, cuatro de las cuales fueron sacadas a la calle y utilizadas para luchar contra las tropas francesas de Murat durante el levantamiento de Madrid contra los franceses en 1808.
También denunció que en 1997 se ordenó retirar la colección de banderas que había en el museo madrileño y que, desde entonces, están guardadas en unas "condiciones discutibles". En esa colección de banderas se encuentra la más antiguo que se conserva actualmente, la de la Real Hermandad, de los tiempos de los Reyes Católicos, y multitud de banderas de divisiones que se han disuelto a lo largo de la historia de España. Según dijo, estas banderas se mandaron limpiar –restaurar cada una constaba un millón de pesetas y hay más de dos mil banderas– y no se han vuelto a exponer.
Por último, denunció que muchos de los fondos del antiguo museo de Madrid se están dispersando por ayuntamientos, diputados, autonomías o universidades, dividiendo lo que era toda la colección, algo que, según dijo, "difícilmente se podrá volver a reunir". Como ejemplo de ello, puso a la espada Tizona –la del Cid Campeador– que pasó de exponerse en Madrid a ser comprada por la Junta de Castilla y León para ser expuesta en Burgos.
El último en intervenir fue el general de Brigada de Artillería retirado Antonio Marchante, quien dijo que la idea de cambiar el museo de ubicación la tomó José María Aznar asesorado por los hispanistas de la universidad de Yale Jonathan Brown y John Elliot, partiendo de "un estudio erróneo sobre la importancia del Salón de Reinos de Carlos IV, en el Palacio del Buen Retiro de Madrid", donde se encontraba el museo desde más de un siglo.
El objetivo era recuperar este salón, sacando de él el museo militar, pero la recuperación es imposible, según denunció Marchante, no sólo porque para ello habría que sacar del Museo del Prado obras de, por ejemplo, Velázquez, sino porque algunas de las obras expuestas fueron robadas por los franceses en su huida tras la Guerra de la Independencia y no han sido recuperadas. (Seleccionado de la web española de Libertad Digital, del 27-04-10)
Ninguna pista más dio la ministra de Defensa, Carmen Chacón, que con motivo de su discurso de la Pascua Militar destacó el compromiso de su departamento con este proyecto, que calificó como "uno de los proyectos más ambiciosos para la conservación y la divulgación de nuestra historia" y que "inauguraremos en los próximos meses".
Lejos de la visión positiva que sobre este cambio de ubicación del Museo del Ejército, de Madrid a Toledo, han tenido los ministros de Defensa de los Gobiernos de José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero, expertos militares y civiles en historia militar denunciaron este lunes en Madrid lo que consideraron "un expolio cultural". En términos cuantitativos, según denunciaron, en Toledo se expondrá, tan sólo, una quinta parte de los fondos que se podían visitar en la capital de España, el resto serán almacenados en instalaciones hechas con esos fines en la Ciudad Imperial o se desperdigarán por instalaciones de administraciones locales, provinciales, autonómicas o académicas.
Reunidos en el Ateneo de la capital bajo la invitación y organización de la Agrupación El Mar y sus Ciencias, que preside Juan Manuel Gracia, a la mesa redonda "Expolio al Museo del Ejército de Madrid", dos generales retirados del Ejército –uno de ellos, ex director del Museo del Ejército de Madrid–, un almirante de la Armada y el presidente de la Asociación de Amigos del Museo del Ejército de Madrid, criticaron duramente la decisión del traslado, que calificaron de "cúmulo de errores, fruto de la ignorancia y la falta de asesoramiento y, a veces, de la mala fe".
Tras la presentación del acto a cargo del propio Gracia, que recordó que "el patrimonio no es de los políticos, sino de los ciudadanos", el primer experto en tomar la palabra fue el máximo responsable de la Asociación de Amigos del Museo del Ejército de Madrid. José Durán justificó la utilización del término "expolio" para referirse a las consecuencias del traslado del Museo, pues, según dijo, hay "peligro para la integridad de algunos de los fondos" y gran parte de la colección va a quedar diseminada. Igualmente, recordó que el cambio de ubicación se realizó en contra de los dictámenes de las Reales Academias.
Tras él, tomó la palabra el ex director del Museo del Ejército de Madrid y general de Brigada de Infantería retirado Juan Antonio Sánchez, que tras hacer un repaso por la historia y orígenes del museo, aseguró que "se ha acabado con el museo de historia militar más importante del mundo".
Según explicó, gran parte de las colecciones van a perder su valor al no exponerse íntegras, sino tan sólo una selección de ellas. Entre estos casos, citó la colección de armas de fuego, de las que sólo se expondrán unas 200 en Toledo, impidiendo que se vea con la claridad del museo de Madrid la evolución histórica en la fabricación de las mismas. También se refirió a la colección Medinaceli de armaduras, compuesta por armaduras de guerra con armas largas de fuego y blancas de todo tipo –la colección del Palacio Real son armaduras de gala y para torneos, no de guerra–; o a la colección de piezas de artillería, cuatro de las cuales fueron sacadas a la calle y utilizadas para luchar contra las tropas francesas de Murat durante el levantamiento de Madrid contra los franceses en 1808.
También denunció que en 1997 se ordenó retirar la colección de banderas que había en el museo madrileño y que, desde entonces, están guardadas en unas "condiciones discutibles". En esa colección de banderas se encuentra la más antiguo que se conserva actualmente, la de la Real Hermandad, de los tiempos de los Reyes Católicos, y multitud de banderas de divisiones que se han disuelto a lo largo de la historia de España. Según dijo, estas banderas se mandaron limpiar –restaurar cada una constaba un millón de pesetas y hay más de dos mil banderas– y no se han vuelto a exponer.
Por último, denunció que muchos de los fondos del antiguo museo de Madrid se están dispersando por ayuntamientos, diputados, autonomías o universidades, dividiendo lo que era toda la colección, algo que, según dijo, "difícilmente se podrá volver a reunir". Como ejemplo de ello, puso a la espada Tizona –la del Cid Campeador– que pasó de exponerse en Madrid a ser comprada por la Junta de Castilla y León para ser expuesta en Burgos.
El último en intervenir fue el general de Brigada de Artillería retirado Antonio Marchante, quien dijo que la idea de cambiar el museo de ubicación la tomó José María Aznar asesorado por los hispanistas de la universidad de Yale Jonathan Brown y John Elliot, partiendo de "un estudio erróneo sobre la importancia del Salón de Reinos de Carlos IV, en el Palacio del Buen Retiro de Madrid", donde se encontraba el museo desde más de un siglo.
El objetivo era recuperar este salón, sacando de él el museo militar, pero la recuperación es imposible, según denunció Marchante, no sólo porque para ello habría que sacar del Museo del Prado obras de, por ejemplo, Velázquez, sino porque algunas de las obras expuestas fueron robadas por los franceses en su huida tras la Guerra de la Independencia y no han sido recuperadas. (Seleccionado de la web española de Libertad Digital, del 27-04-10)
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