Vistas de página en total

domingo, 28 de junio de 2009

La Mentira Erigida en Un Icono


Las naciones que han abrazado el régimen bolivariano -eufemismo que encubre al desprestigiado comunismo- cuentan con ciertas herramientas, que son comunes, destinadas a engañar a la masa de adeptos. La mentira es una de sus armas favoritas. En la siguiente nota se hace alusión a un maestro de la mentira, al que fuera Ministro de Propaganda del Tercer Reich Josep Goebbels. Su "decálogo" nos ilustra acerca del proceder común al que hacíamos referencia. Agregamos, a la nota en cuestión, que vemos como la falsedad, este proceder ruin, sirve para esos fines excecrables no solamente en la Argentina. En los países del ALBA, se ha impuesto el engaño, la "truffa ideológica". El campeón de este torneo, hasta ahora, es Hugo Chávez. Si seguimos así, con el tiempo, arrimaremos el bochín.

"Cuando veía un discurso del Comandante Presidente de Nicaragua, Daniel Ortega Saavedra, en las televisoras y radioemisoras encadenadas; el Canal 81 (The Film Zone) pasaba la película alemana sobre los últimos días del führer, Adolfo Hitler, La Caída (The Down Fall). Y hay tantas coincidencias en la manera de manejar los mensajes, que aterroriza pensar que estamos viendo el embrión de un régimen fascista.

El Comandante Presidente miente y tuerce la verdad de manera asombrosa, cómo ha aprendido a mentir. Pareciera que el fantasma de Joseph Goebbels le asesora. Éste sostenía que “si una mentira se repite suficientemente ésta se convierte en verdad” y que para llegar a todos es necesario simplificar el lenguaje estableciendo dicotomías claras: amigo-enemigo, bien-mal, amor-odio, etc. Manejando la pereza mental de la masa, su desinterés en pensar, en cuestionar, en dudar, para sembrar mentiras como si éstas fueren verdades absolutas.

La mentira constituyó una de las herramientas fundamentales de los dirigentes nazis. Goebbels sostenía que “la mentira desconcierta a los hombres honestos y amantes de la verdad, de suerte que los incapacita para la resistencia interior”.

Estableció, además, una especie de decálogo de la mentira, que por desgracia parece repetirse:

1.— Principio de simplificación y del enemigo único: Adoptando una única idea, un único símbolo. Un único enemigo, el imperialismo desde afuera y adentro; Eduardo Montealegre.

2.— Principio de la transposición: Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque: si no puedes negar las malas noticias inventa otras que las distraigan: Se fueron los fondos de la Cuenta Reto del Milenio, pero eran mentiras de los yanquis.

3.— Principio de la exageración y desfiguración: Convertir cualquier anécdota por pequeña que sea en amenaza grave.

4.— Principio de la vulgarización: Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa, además tienen gran facilidad para olvidar.

5.— Principio de orquestación: La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarla una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras, ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.

6.— Principio de renovación: Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.

7.— Principio de la verosimilitud: Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.

8.— Principio de silenciación: Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.

9.— Principio de la transfusión: Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.

10.— Principio de la unanimidad: Llegar a convencer a mucha gente de que piensa “como todo el mundo”, creando una falsa impresión de unanimidad.

Si existen algunas similitudes y parecidos con nuestra realidad en el manejo de masas, es una simple coincidencia.

En resumen, las técnicas propagandísticas nazis pueden resumirse en la simplificación, saturación, deformación y parcialidad, así como en la equiparación de los intereses de una minoría a los de la totalidad de una población.

Adolfo Hitler llegó al poder con el sistema parlamentarista. Antes de su llegada el Parlamento alemán fue disuelto varias veces convocándose a elecciones de Diputados hasta que Hitler logró el suficiente número de Diputados, para ser nombrado Primer Ministro. El resto de la historia ya la conocemos, aunque ahora gracias a Dios y a la tecnología disponemos de internet y buscadores que nos enseñan la historia. (Seleccionado de un artículo de M. Díaz, aparecido en la web de La Prensa, Nicaragua, el 28-06-09)

No hay comentarios: