Considera el dictador Hugo Chávez, que la Providencia lo ha investido con la potestad de decidir, tropas invasoras mediante, qué gobierno representa al pueblo. Según él afirma, en actitud paternalista, en caso que estime que en un país Latinoamericano el gobierno se tornó ilegítimo, tiene el derecho y la obligación de restaurar las cosas. O sea, se creé el "Nuevo Restaurador de las Leyes". Olvida su constante prédica, criticando a quienes se entrometen en los asuntos internos de los países amigos del bolivariano. Señala un diario de Bolivia, muy al tanto de lo que sucede en este país hermano: "Morales tendría que caer en la cuenta de que las sentencias de su amigo Chávez, lejos de traer beneficios, perjudican seriamente al clima de paz que tanta falta hace en estos días de furia. Mientras las partes enfrentadas realizan esfuerzos por limar asperezas... El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ha adquirido la costumbre de referirse a Bolivia con una actitud paternalista que no corresponde ni a la predisposición de los bolivianos ni a las aptitudes del gobernante venezolano.
Chávez, que suele asumir poses de líder sudamericano, el jueves ha vuelto a aludir a Bolivia, esta vez para decir que si algo le pasara a Evo Morales o a su gobierno, él apoyaría una intervención armada. “Si la oligarquía y los \'pitiyanquis\' financiados por el imperio derrocaran algún gobierno nuestro, tendríamos luz verde para iniciar operaciones de cualquier tipo para restituir el poder popular”, manifestó.
Además, pretextando su apoyo a Bolivia, expresó una serie de gruesos insultos contra los norteamericanos, tras anunciar la expulsión del Embajador de EEUU en Caracas. Precisamente, las afirmaciones del Mandatario venezolano se produjeron cuando Morales acababa de echar al embajador Philip Goldberg por una presunta intromisión en la política nacional.
El comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas bolivianas, general Luis Trigo, respondió con un duro mensaje, dejándole en claro el rechazo enfático “a intromisiones externas de cualquier índole, vengan de donde vengan”. El Gobierno, a través de sus voceros, minimizó las declaraciones de Chávez.
Curiosamente, en una misma semana, dos primeros mandatarios extranjeros son acusados de entrometerse en asuntos internos de Bolivia. Es probable que haya diferencia entre ambos casos, pero el Gobierno tendría que explicarlo mejor.
En el exterior, mientras tanto, se ve al país como si estuviera habitado por gente con escasa personalidad, pero, sobre todo, con falta de dignidad.
El Presidente venezolano tiene actitudes menos paternalistas y ofensivas con otras naciones, a las que les proporciona petróleo, como Nicaragua.
Con tales antecedentes, corresponde que el presidente Morales impulse una gestión ante Chávez y le pida, cordialmente, que no vuelva a cometer el error de considerar a Bolivia —y menos decirlo— como un país dependiente del suyo.
Morales tendría que caer en la cuenta de que las sentencias de su amigo Chávez, lejos de traer beneficios, perjudican seriamente al clima de paz que tanta falta hace en estos días de furia. Mientras las partes enfrentadas realizan tímidos esfuerzos por limar asperezas, resulta que, desde el exterior, se echa leña al fuego ya bastante extendido en el territorio nacional.
El Presidente boliviano tiene una mejor imagen internacional que su par venezolano, sobre quien pesan varias denuncias. La más importante es su presunto vínculo con la famosa valija llena de dólares que en su momento fue secuestrada en Argentina y que habría servido para financiar la campaña de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
A Chávez también le acusan de aprovecharse de su poder con el presunto fin del enriquecimiento ilícito. Denuncias al respecto se publican periódicamente en los medios de comunicación que se han salvado de la censura en Venezuela.
El Presidente de Venezuela ha atropellado al periodismo de su país, llegando incluso a clausurar medios. El Mandatario de Bolivia no ha caído en esta condenable actitud, a pesar de las críticas, a veces muy duras, que suele dirigir a los periodistas. (Seleccionado de la web boliviana del diario La Razón del 13-09-08)
Chávez, que suele asumir poses de líder sudamericano, el jueves ha vuelto a aludir a Bolivia, esta vez para decir que si algo le pasara a Evo Morales o a su gobierno, él apoyaría una intervención armada. “Si la oligarquía y los \'pitiyanquis\' financiados por el imperio derrocaran algún gobierno nuestro, tendríamos luz verde para iniciar operaciones de cualquier tipo para restituir el poder popular”, manifestó.
Además, pretextando su apoyo a Bolivia, expresó una serie de gruesos insultos contra los norteamericanos, tras anunciar la expulsión del Embajador de EEUU en Caracas. Precisamente, las afirmaciones del Mandatario venezolano se produjeron cuando Morales acababa de echar al embajador Philip Goldberg por una presunta intromisión en la política nacional.
El comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas bolivianas, general Luis Trigo, respondió con un duro mensaje, dejándole en claro el rechazo enfático “a intromisiones externas de cualquier índole, vengan de donde vengan”. El Gobierno, a través de sus voceros, minimizó las declaraciones de Chávez.
Curiosamente, en una misma semana, dos primeros mandatarios extranjeros son acusados de entrometerse en asuntos internos de Bolivia. Es probable que haya diferencia entre ambos casos, pero el Gobierno tendría que explicarlo mejor.
En el exterior, mientras tanto, se ve al país como si estuviera habitado por gente con escasa personalidad, pero, sobre todo, con falta de dignidad.
El Presidente venezolano tiene actitudes menos paternalistas y ofensivas con otras naciones, a las que les proporciona petróleo, como Nicaragua.
Con tales antecedentes, corresponde que el presidente Morales impulse una gestión ante Chávez y le pida, cordialmente, que no vuelva a cometer el error de considerar a Bolivia —y menos decirlo— como un país dependiente del suyo.
Morales tendría que caer en la cuenta de que las sentencias de su amigo Chávez, lejos de traer beneficios, perjudican seriamente al clima de paz que tanta falta hace en estos días de furia. Mientras las partes enfrentadas realizan tímidos esfuerzos por limar asperezas, resulta que, desde el exterior, se echa leña al fuego ya bastante extendido en el territorio nacional.
El Presidente boliviano tiene una mejor imagen internacional que su par venezolano, sobre quien pesan varias denuncias. La más importante es su presunto vínculo con la famosa valija llena de dólares que en su momento fue secuestrada en Argentina y que habría servido para financiar la campaña de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
A Chávez también le acusan de aprovecharse de su poder con el presunto fin del enriquecimiento ilícito. Denuncias al respecto se publican periódicamente en los medios de comunicación que se han salvado de la censura en Venezuela.
El Presidente de Venezuela ha atropellado al periodismo de su país, llegando incluso a clausurar medios. El Mandatario de Bolivia no ha caído en esta condenable actitud, a pesar de las críticas, a veces muy duras, que suele dirigir a los periodistas. (Seleccionado de la web boliviana del diario La Razón del 13-09-08)
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