"Sin duda, Tiberio es una de las figuras más trágicas de la Historia romana. Virtudes no le faltaban, desde luego. Fue uno de los mejores generales de su época y nadie le negaría una capacidad para la administración ciertamente notable. Sin embargo, sus dotes intelectuales estaban infectadas por los complejos y el resentimiento. Precisamente por ello, desde que accedió al poder en el año 14 d. de C., se esforzó por impedir las críticas contra su persona e incluso emprendió acciones despóticas contra personajes de renombre que habían tenido la osadía de poner en tela de juicio su comportamiento. Esa conducta sería objeto de repetidos análisis destacando entre ellos el de Tácito que dejó escrito en sus Anales lo siguiente: “Se puede uno burlar a gusto de la estupidez de aquellos que creen que con su poder del momento pueden incluso extinguir lo que recuerden las próximas generaciones. Pues, por el contrario, con el paso del tiempo aumenta la estima hacia aquellos talentos a los que se ha castigado y tanto los gobernantes extranjeros como aquellos que emplearon el mismo rigor no consiguen otra cosa que su propio deshonor y la gloria de aquellos a los que pretendieron castigar”. Las palabras de Tácito sobre Tiberio son dignas de una reflexión en profundidad. No pocas veces, el carácter despótico de algunos políticos los impulsa a arremeter contra aquellos que han criticado sus acciones. Al comportarse de esa manera, sueñan no sólo con pulverizar la oposición presente sino también con controlar un futuro en el que no se recordarán sus malas acciones. Sin embargo, por regla general, semejantes vilezas nunca alcanzan sus objetivos. Aquellos que defendieron la verdad son objeto de mayor admiración por parte de las próximas generaciones y los que intentaron sojuzgarla sólo son objeto de los peores juicios. ..." (Seleccionado de la web española de Libertad Digital, nota de César Vidal,21-09-08)
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