A casi ochenta años del asesinato de Federico García Lorca, una pregunta
sigue inquietando a sus biógrafos del mismo modo que atormentó entonces a
muchos de sus amigos. ¿Por qué Federico no abandonó España? ¿Por qué no siguió
el consejo de compañeros, artistas y políticos, y rechazó incluso las ofertas
que le hicieron los embajadores de México y Colombia?.
El escritor Manuel Francisco Reina cree que la respuesta está en Juan
Ramírez de Lucas, el destacado periodista que moría en 2010 a los 93 años pero
que era, en 1936, un apuesto "rubio de Albacete" –como lo llamaba
Lorca en un poema inédito que acaba de hacerse público– que no llegaba a los
20. En su novela Los amores oscuros, que publica esta semana Temas de hoy,
Reina se sirve de la reveladora documentación legada por Ramírez de Lucas –a la
que ha tenido acceso El Confidencial– y de un laborioso trabajo de
investigación para reconstruir el que fue, posiblemente, el último gran amor de
García Lorca, y quizás, parafraseando el inicio de la novela, "la razón de
su muerte".
García Lorca y Ramírez de Lucas se conocieron en el Madrid republicano,
cuando el granadino era ya un autor distinguido a nivel internacional y el
segundo, un atractivo joven de provincias que estudiaba administración pública,
pero aspiraba a poeta. "También era buen actor, sabía de arte y hablaba
cuatro idiomas", explica Reina a El Confidencial para aclarar que Juan no
era sólo "una cara bonita". Sería Pura Ucelay, fundadora del club
teatral Anfistora, quien presentase a ambos durante el montaje de Peribáñez y
el Comendador de Ocaña, de Lope de Vega, en algún momento de 1934. Federico
tenía 36 años y Juan, 17. Emprendieron una relación que sólo conocieron sus más
allegados, y el tiempo demostraría que tenían buenas razones para la
discreción.
El padre de Juan, Otoniel Ramírez, era un prominente monárquico albaceteño
no muy distinto en sus convicciones morales de aquellos que, por aquel
entonces, ya incluían a García Lorca en su catálogo de enemigos de España. Por
su parte, el autor de Poeta en Nueva York –patrocinado por la República y
abiertamente homosexual– se sabía objetivo declarado de los radicales que meses
después se unirían al alzamiento nacional. "Un detalle no muy
conocido", explica Reina, "es que Lorca sufriría dos tiroteos antes
de 1936; uno en la Taberna de los Gabrieles, el otro en su casa en la calle de
Alcalá". Es probable –y por descontado, lo más prudente– que Federico
temiera por reputación política e incluso la integridad física del joven Juan.
Los dos abandonaron Madrid y se separaron en julio de 1936 con la idea de
ver a sus familias, en Albacete y Granada, antes de exiliarse juntos a un
destino americano, probablemente México. Hasta hoy nadie sabía por qué Lorca
optó por viajar a Granada en lugar de huir del país, después de que se lo
recomendaran Rafael Alberti o Margarita Xirgu, entre otros, en incluso cuando
las autoridades de varias naciones le hubieran extendido una invitación formal.
Su relación con Juan, sin embargo, añade una nueva variable que algunos de sus
biógrafos habían sospechado, pero nunca confirmado. "Estaba
enamorado", sentencia Manuel Francisco Reina. "Y su novio tenía 19
años. Era menor de edad, según la legislación vigente. Necesitaba la autorización
de su padre para salir del país".
Pero Juan no obtuvo tal autorización. Su padre, de hecho, le amenazó con
denunciarlo a la Guardia Civil si salía de la provincia, y el joven no tuvo más
remedio que quedarse en La Mancha. Desde allí se dirige a Lorca, presumiblemente
para pedirle más tiempo, en una carta que se ha perdido. El último contacto
entre ambos sería la réplica que Federico escribió a Juan, fechada el 18 de
julio de 1936, día del alzamiento nacional. En ella, el genio andaluz le
aconsejaba temple y diplomacia para conseguir convencer a su padre.
"Conmigo cuentas siempre", le tranquilizó el poeta. "Yo soy tu
mejor amigo y te pido que seas político y no dejes que el río te lleve. Juan:
es preciso que vuelvas a reír. A mí me han pasado también cosas gordas, por no
decir terribles, y las he toreado con gracia". Escribía estas palabras
pocas horas antes de saber que el ejército se había sublevado. Un mes después,
el poeta era fusilado.
Lorca le profesaba cierto paternalismo a su "rubio de Albacete",
como lo llamó en el inédito poema Romance que le escribió en el reverso de una
factura y que acaba de hacerse público, y no quiso ir al exilio hasta que él
pudiera acompañarlo. Es una de las razones, explica Reina, por las que Juan
Ramírez de Lucas no reveló su historia en vida. "Se sentía culpable. No lo
era, por supuesto. Pero fue él quien le hizo demorarse en España".
Tampoco revelaron la historia los pocos que la conocían, entre otros el
poeta Luis Rosales –que dio cobijo a Lorca en su casa hasta el día de su fusilamiento
y murió en 1992–, a petición de Juan Ramírez de Lucas. Sería muchos años
después, pasada la Guerra Civil y su militancia en la División Azul, cuando
Juan se empezase a significar públicamente, siempre sin mencionar su pasado
junto al poeta. En 1947, a la edad de 30 años, se tituló en periodismo y empezó una
prolífica carrera como crítico cultural y de arquitectura. Su oportunidad
vendría de la mano precisamente de Rosales, que intercedió a su favor para que
entrase en ABC. Colaboró con el diario durante más de cuarenta años y atesoró,
mientras tanto, una inmensa colección de arte popular –hoy cedida al
Ayuntamiento de Albacete y convertida en museo–. Una colección, nos cuenta
Reina, que empezó junto al propio Lorca. "Federico da una representación
del Retablillo de don Cristóbal –su célebre obra para guiñoles– en el club
Anfistora. Cuando terminó la función, le regaló una pieza a Juan. Es cuando
empezó esa colección que acabaría teniendo decenas de miles de objetos".
Ramírez de Lucas también publicó divulgación y poesía y mantuvo contactos
con algunas de los artistas más significativos del siglo, como Picasso, Miró,
Dalí, Antonio López o César Manrique. Tuvo un segundo compañero, con quien
compartió su vida durante más de treinta años, y es probable que ni siquiera a
él le revelase su relación con el genio de Granada. Sólo en la hora de su
muerte, en 2010, Juan legó a su hermana una cajita de madera para que su
contenido se hiciera público. "Lo había venido postergando toda su vida,
seguramente porque quería mucho a su familia. Pero le llegó la hora, con 93
años, y se dio cuenta de que se iba a llevar el secreto a la tumba". El
valiosísimo cajón incluye cartas, poemas, dibujos y un diario que confirma que
Juan era el triste protagonista, hasta hoy desconocido, de los enigmáticos
Sonetos del amor oscuro que Lorca escribiría antes de morir.
Es la reivindicación que hace Reina después de su investigación, en la que
ha rastreado muchas de las intervenciones de García Lorca en prensa entre 1934
y 1936 –un trabajo "fundamental que todavía hay que hacer", según
él–. "Una de mis obsesiones es que él habla de trabajos, incluyendo obras
de teatro, que no han aparecido". Una de ellas es la llamada Trilogía Bíblica, una gran obra de teatro cuya
primera pieza, ambientada en Sodoma, se cree concluida. "Rafael Martínez
Nadal habla de esa obra en una conferencia en la Fundación Juan March",
explica Reina. "Y sin embargo, no queda rastro de ella". El escritor
aclara, en este sentido, que la aparición de documentación privada no debe
sorprender tanto. "Aunque no lo parezca, porque Lorca es una figura muy
reivindicada, hay mucho trabajo por esclarecer, y sobre todo mucho por
rescatar". (Seleccionado de la web española de El Confidencial-Rubén Díaz Caviedes
27/05/2012)
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