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jueves, 28 de junio de 2012

Reacción de Miguel de Unamuno ante los hechos aberrantes de la Guerra Civil española.








"Entre los tópicos historiográficos con los que se alimentan los progres está el de la destitución de Miguel de Unamuno como rector de la Universidad de Salamanca por los facciosos, a finales de 1936. Es verdad, pero también lo es que el primer Gobierno que le destituyó fue el de José Giral, y lo hizo por el delito de apoyar a los alzados. A la II República se le llamó "la República de los Profesores", y quienes más hicieron por traerla fueron los intelectuales reunidos en la Agrupación al Servicio de la República, fundada en febrero de 1931 por José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón y Ramón Pérez de Ayala. Los tres fueron diputados en las Cortes Constituyentes. El elemento más venerable de esta tropa de choque, en una época en que los artículos de periódico y las conferencias radiadas conmocionaban a la sociedad como hoy las eliminaciones de Gran Hermano, fue el bilbaíno Miguel de Unamuno, catedrático de griego, pensador y permanente oponente a todo Gobierno. Desde joven, a Unamuno sus opiniones le causaron constantes problemas, no sólo con políticos, como los abertzales del PNV, también con las autoridades. En 1914 fue despojado de su cátedra; pero el Gobierno al que más combatió fue el del dictador Miguel Primo de Rivera. A éste le llamó "fantoche real y peliculero tragicómico". Fue desterrado a la isla canaria de Fuerteventura y luego se exilió a Francia. Su campaña contra la Monarquía le llevó a formar parte de la lista de la candidatura de la conjunción republicano-socialista al Ayuntamiento de Salamanca. La República recién proclamada le colmó de honores. Participó en las Cortes Constituyentes, en las que empezó a desencantarse con el nuevo régimen y con los nuevos gobernantes. Tanto él como los demás intelectuales recibían desprecios de los diputados del pueblo, como Indalecio Prieto, que apodó a José Ortega y Gasset "la masa encefálica". Pese a lo anterior, recibió numerosos homenajes: en abril de 1935, con motivo del cuarto aniversario de la proclamación de la República, el Gobierno de centro-derecha le concedió el título de Ciudadano de Honor. También se le nombró rector vitalicio de Salamanca.

En 1936 Unamuno se sintió conmocionado por el comportamiento del Frente Popular y de sus masas. En junio describió una manifestación de izquierdas en Salamanca contra los magistrados de la Audiencia Provincial y calificó a las mujeres que participaron en ella de "tierras desgreñadas, desdentadas y desaseadas". El ABC le recordó que él fue "uno de los mayores responsables de la revolución que ahora le asquea". Un mes más tarde se produjo la sublevación del 18 de julio, que triunfó en Salamanca, y Unamuno la apoyó desde el primer momento. El día 26 se incorporó al nuevo Ayuntamiento constituido por los sublevados. A los periodistas extranjeros que le visitaban, dada su fama mundial, les decía que la guerra no era "una lucha contra una República liberal", sino por "la civilización". Sus actos y sus declaraciones preocuparon al Frente Popular, cuyos dirigentes comprendieron que se trataba de un golpe propagandístico brutal contra ellos.

De modo que el 22 de agosto el Gobierno presidido por José Giral dictó un decreto, firmado por el presidente Azaña, por el que se destituía a Unamuno de todos sus cargos y se le reprochaba su traición, no haber guardado lealtad, "a la que estaba obligado", a un régimen que le había reservado "las máximas expresiones de respeto y devoción". También se anulaban su nombramiento como rector vitalicio de la Universidad de Salamanca y la creación en ésta de la cátedra que llevaba su nombre; y se retiraba su nombre a un instituto de enseñanza media de Bilbao al que se le había dado tal en 1934, con protesta entonces del siempre simpático Partido Nacionalista Vasco. En esta línea de degradación pública, pocos días después, los concejales del Ayuntamiento de Bilbao, compuesto por concejales republicanos, socialistas y peneuvistas, retiraron el busto de su paisano del salón de plenos y los honores que le habían sido concedidos, por su "conducta desleal", que le hacía "indigno" de ellos. La Junta Técnica de Burgos, el embrión de Gobierno de la zona nacional, en un decreto del 1 de septiembre confirmó a Unamuno en todos sus cargos y honores y elogió "la adhesión fervorosa y el apoyo entusiasta" que el "ilustre prócer" prestaba a la "cruzada emprendida por España".

El 20 de septiembre, el claustro de la Universidad de Salamanca, bajo su presidencia, redactó el "Mensaje de la Universidad de Salamanca a las Universidades y Academias del mundo acerca de la guerra civil", que empezaba así: La Universidad de Salamanca, que ha sabido alejar severa y austeramente de su horizonte espiritual toda actividad política, sabe asimismo que su tradición universitaria la obliga, a veces, a alzar su voz sobre las luchas de los hombres en cumplimiento de su deber de justicia. Enfrentada con el choque tremendo producido sobre el suelo español al defenderse nuestra civilización cristiana de Occidente, constructora de Europa, de un ideario oriental aniquilador, la Universidad de Salamanca advierte con hondo dolor que sobre las ya rudas violencias de la guerra civil destacan agriamente algunos hechos que la fuerzan a cumplir el triste deber de elevar al mundo civilizado su protesta viril. Actos de crueldad innecesarios –asesinatos de personas laicas y eclesiásticas– y destrucción inútil –bombardeos de santuarios nacionales (tales el Pilar y la Rábida), de hospitales, escuelas, sin contar los sistemáticos de ciudades abiertas–, delitos de lesa inteligencia, en suma, cometidos por las fuerzas controladas o que debieran estarlo por el Gobierno hoy reconocido de jure por los Estados del mundo... tales hechos, innecesarios e inútiles, son reveladores de que la crueldad y destrucción, o son ordenadas o no pueden ser contenidas por aquel organismo que, por otra parte, no ha tenido ni una palabra de condenación o de excusa que refleje un sentimiento mínimo de humanidad o un propósito de rectificación.

Una vez que Franco, nombrado generalísimo y jefe del Estado el 1 de octubre de 1936, se instaló en Salamanca, Unamuno estuvo entre sus visitantes más ilustres. A comienzos de octubre hizo las siguientes declaraciones al periodista francés G. Sadoul: Tan pronto como se produjo el movimiento salvador del general Franco, me he unido a él (...) El Gobierno de Madrid me destituyó de mi cargo de rector, pero el Gobierno de Burgos me restableció mi función (...) El salvajismo inaudito de las hordas marxistas sobrepasa toda descripción (...) bandas de malhechores, de criminales natos, sin ninguna ideología (...) Es el régimen del terror. España está, literalmente, espantada de si misma (...) Si el miserable Gobierno de Madrid no ha podido ni ha querido resistir el empuje de la barbarie marxista, debemos tener la esperanza que el Gobierno de Burgos tendrá el valor de oponerse a aquellos que quieren establecer otro régimen de terror (...) Insisto en el hecho de que el movimiento a cuya cabeza se encuentra el general Franco tiende a salvar la civilización occidental cristiana y la independencia nacional. Sin embargo, su condición paradójica, como la definieron sus contemporáneos, y la violencia que giraba a su alrededor estallaron en el famoso acto del 12 de octubre en el paraninfo de la Universidad, al que acudió en representación de Franco y en el que se enfrentó a parte de los asistentes por un discurso especialmente virulento del general José Millán Astray. 
En los días siguientes, la miseria humana hizo que los mismos que le habían aplaudido le expulsasen de las instituciones en las que tenía un puesto: el Ayuntamiento, la Universidad y el Ateneo. Se trató de civiles, algunos de ellos antiguos votantes de los partidos republicanos, no de militares ni de falangistas. Sus colegas universitarios propusieron al Gobierno su expulsión. El 26 de octubre Franco le despojó de su cargo de rector. En las semanas siguientes le llegaron testimonios de la represión desencadenada por los nacionales, que le llevaron a lamentarse. Como escribió en una carta fechada el 1 de diciembre, desgraciadamente no se están siempre empleando para ello métodos civilizados, ni occidentales ni menos cristianos. Murió el 31 de diciembre en su casa, y su ataúd lo portaron varios falangistas. El poeta Antonio Machado, que se encontraba en la zona republicana –su hermano Manuel estaba en la nacional–, escribió al conocer el fallecimiento del vasco: Señalemos hoy que Unamuno ha muerto repentinamente, como el que muere en la guerra. ¿Contra quién? Quizá contra sí mismo. La cita sigue, pero es mejor dejarla aquí. Viejas historias que deberían estar olvidadas.”.  Estos episodios, crueles y sanguinarios, indignos de los habitantes de la Madre Patria, vinieron a mi memoria cuando recibimos noticias de lo que ocurrió hace pocos días en Cerro Dragón, Pcia. de Chubut.  Lo curioso y digno de tener en cuenta es que, acudiendo al dicho de que la historia se repite, encontramos siempre que ante una conducta radicalizada, tendremos necesariamente y  simétricamente, otros grupos más radicalizados, en el afán de hacerse  del poder. (Seleccionado de la web española de Libertad Digital, del 28-06-2012 –  artículo titulado “”Unamuno, despojado: Azaña antes que Franco”, de Pedro Fernández Barbadillo)

martes, 19 de junio de 2012

El Presidente Hugo Chávez también rubrica DNU., pero a su manera.




 Cada día que pasa se reafirma en nosotros la idea de que nuestro país, retrocede a pasos agigantados, hacia la meta que se han impuesto sus mas altas autoridades gubernativas.  El punto de llegada es el chavismo. Estamos a poca distancia de ingresar al mundo bolivariano que posiblemente sea bautizado,a la criolla, como mundo sanmartiniano. Las mismas cadenas pero otro perro. Las similitudes asombran. Un ejemplo que súbitamente podemos citar es que, en la justicia de Venezuela al igual que en la Argentina, la mitad de los jueces carece de acuerdo legislativo. Un segundo ejemplo, de los muchos que podemos citar, es el uso y abuso de los inconstitucionales decretos de necesidad y urgencia. Aunque en este último punto, debemos ser sinceros, ya que al menos Chávez todavía cuida las formas. Nuestra presidenta le gana al galope, en lo que se refiere al dictado de DNU, vía apta para alcanzar el totalitarismo institucional. Traducido en "argentino" es concretar el "Vamos por todo". Un artículo aparecido el 19 de junio del cte. en el periódico ABC de España, nos señala:

"Todavía no se ha repuesto de haber perdido este domingo los poderes especiales que mantuvo el presidente Hugo Chávez durante los últimos 18 meses, cuando ya quiere pedir la renovación de la Ley Habilitante, que lo faculta para dictar leyes-decretos como los 11 que promulgó sin previo aviso este fin de semana a última hora. Según el vicepresidente Elías Jaua, en declaraciones a la agencia EFE, el mandatario puede volver a solicitar poderes especiales para legislar «en cualquier momento». «El presidente tiene atribuciones constitucionales para solicitar una nueva (ley) Habilitante en cualquier momento y la Asamblea Nacional (AN) tiene la facultad de decidir dársela».
 
Hasta ahora en sus 13 años de gestión, Chávez ha ejercido poderes especiales en cuatro ocasiones: 1999 por seis meses, en 2000 por un año, en 2007 y 2010 por 18 meses respectivamente. En todo ese tiempo prácticamente ha gobernado con facultades absolutas y ha dictado unos 219 decretos-leyes. Según la agencia española el absolutismo del que ha disfrutado hasta ahora ya no es el mismo de antes. «La realidad parlamentaria ha cambiado mucho con relación a la situación en que le fueron aprobados los poderes a Chávez en diciembre de 2010, por entonces el Parlamento estaba monopolizado por el oficialismo. El mandatario ya no cuenta con el número de diputados suficientes para que sea habilitado sin trabas opositoras».

Y añade: «ahora el mandatario ya no cuenta con el número de diputados suficientes para que sea habilitado sin trabas opositoras, dado que el oficialismo cuenta con 95 de los 165 escaños y se requieren 99 votos para aprobar esos poderes especiales». El Jaua reconoció que con la última habilitante Chávez aprobó 54 leyes entre las cuales 35 fueron nuevas y 19 fueron reformas a normas ya existentes, enmarcadas en nueve ámbitos que tienen que ver con «necesidades humanas vitales y urgentes derivadas de las condiciones sociales de pobreza y de las lluvias», añade la agencia. (Seleccionado de la web española de ABC del 19-06-2012)


Cuba se niega a que organismo de la ONU investigue sus cárceles.

 
 
 
 
En la  "democrática" Cuba se violan los derechos humanos.  Quienes imputan continuamente tal actividad a otros gobiernos, constituyéndose en los pregoneros de la defensa de esos sagrados derechos, son a la larga un grupo de hipócritas. No sería nada si no encontraran eco sus manifestaciones. Lamentablemente ecuentran eco, especialmente en la Argentina. En nuestro país, nos encontramos con la filosofía castrista y guevarista, elevada al ateo altar de los dioses. Cuando visitó nuestro país el numen de estas violaciones, Fidel Castro, fue tratado como si llegara un héroe, el salvador de nuestra Patria. La juventud, nuestra juventud, engañada por esta gente, los recibió en el ámbito universitario, donde dieron lecciones de respeto a los derechos humanos. Por cierto que, en todo momento, los visitantes castristas contaron con el aliento de los otrora guerrilleros subversivos vernáculos.
Nuestro gobierno, alentó tales manifestaciones de adhesión, revelando estar al lado de ellos, en su lucha contra el "imperialismo". Curiosamente el gobierno que se dice peronista, estaba al lado de quienes habían planificado derrocar al gobierno constitucional del general Juan Domingo Perón, por una cuestión de "competencia electoral",  ya que ambos movimientos abrevan en las mismas fuentes, en las capas mas olvidadas de la sociedad. Desde ya que en el caso del peronismo no se necesitó llegar a este estado de cosas violando los derechos humanos, para concretar la justicia social, la acción comunitaria fue cierta y no pregonada. En el caso de Cuba, es puro palabrerío. Cualquier fracaso social, y son muchísimos, lo solucionan echando la culpà al "imperialismo". Como no está el "Grupo Clarín" el enemigo a señalar no es el mismo grupo que en nuestro país.
Durante el gobierno de la dictadura militar, como le gusta decir a nuestro gobierno, llegó a la Argentina una representación de la C.I.D.H. O sea, que de una manera u otra, el gobierno que no se jactaba de respetar puntillosamente los derechos humanos, aceptó que lo investigaran. Bien o mal, lo hicieron y sacaron sus conclusiones. Recordamos las colas, sobre la avenida de Mayo, donde una decena o un poquito mas de personas, efectuaban sus denuncias. Cuba no lo admite. Ni lo va a admitir ya que, según ellos, es un asunto interno de Cuba y los demás no deben meter sus narices. Ahora que lo hagan en la Argentina, según esta peregrina tesis, es otra cosa. Debemos señalar, a esta altura, que son coherentes, ya que cuando estaba el gobierno militar y la ONU quiso investigarnos, Fidel se opuso con todas sus fuerzas a que nos imputaran violar derecho humanos. Evidentemente están flojos de memoria, tanto Castro como las ONG que los apoyan en la Argentina. Se ocupan mas de los ingresos dinerarios que de estas minucias.  ¿Acaso tenemos menos soberanía que Cuba? ¿Somos menos como país?  Hace decenas de años, que Castro le impide acceder a Cuba, a esta Comisión Humanitaria o a organismos similares de la ONU. 
Como la mentira tien patas cortas, un organismo insospechable de parcialidad, dio a conocer un dictamen que  en la Argentina, con auto censura galopante, pasó desapercibido en las últimas páginas de los medios o directamente no se publicó. Nuestros organismos señeramente  "defensores de los derechos humanos"  -y de su bolsillo- ni se ocuparon en señalar la gravísima situación en la Isla Cárcel de Cuba. Al parecer agotaron sus esfuerzos en recaudar, a pala limpia, las jugosas indemnizaciones que pagamos con nuestros tributos, todos los que no habíamos intervenido para nada, en el accionar que se imputaba como violatorio de los derechos humanos, de los guerrilleros subversivos.
Nos pareció útil hacer conocer el dictamen de el Comité de la ONU, por su autoridad y por no estar teñido de subjetivismo como otras ONG "comerciales" que todos conocemos. Reseña el organismo mundial: "El Comité contra la Tortura de la Organización de Naciones Unidas criticó con severidad al gobierno de Cuba por reiterados abusos contra los derechos humanos y demandó una investigación "imparcial, exhaustiva y sin demora" por la muerte de al menos 202 presos en las prisiones de la Isla entre 2010 y 2011. 

En un exhaustivo informe, un panel de expertos del comité deploró la nula, escasa o extemporánea información proporcionada por las autoridades cubanas sobre los prisioneros en las cárceles, y destacó el notorio caso del preso político Orlando Zapata Tamayo, muerto a los 42 años de edad tras una prologada huelga de hambre el 23 de febrero de 2010.

También se refirió a la falta de información disponible respecto al caso del opositor político Juan Wilfredo Soto García, de 46 años, quien murió el 8 de mayo de 2011 en la ciudad de Santa Clara, días después de haber sufrido una brutal golpiza por parte de la policía, según denunciaron la propia víctima antes de fallecer y grupos de disidentes.

Los 10 expertos independientes y de diferentes nacionalidades que integraron el comité documentaron numerosos casos de detenciones arbitrarias, y denunciaron “el uso de figuras penales ambiguas como la ´peligrosidad social predelictiva´ para justificar medidas de seguridad, restricciones a la libertad de circulación, operativos de vigilancia invasiva, agresiones físicas y otros actos de intimidación y hostigamiento” contra la población. (N de R: tal peligrosidad social, es combatida en la Argentina, por los progresistas en el sistema penal. Una actitud, cuanto menos, hpócrita ya que lo que está mal, está mal en la Argentina y en Cuba. Nos demuestran que, ideología mediante, es mejor  "adaptarse" a las circunstancias).
El comité dijo disponer de datos sobre cientos de detenciones por corto tiempo, que sólo en lo que va de año ya suman 2.400, y llamó a poner fin a los arrestos en base a “figuras penales subjetivas, vagas e imprecisas” y también a los llamados “actos de repudio” de turbas progubernamentales que acosan permanentemente a los disidentes y las Damas de Blanco . (N. de R: tomar en cuenta ya que, cuando veas las barbas de tu vecino afeitar, pon las tuyas en remojo.Sin ninguna duda, el Principio de Legalidad será destruído. Ya ha comenzado algo en la justicia, al respecto. Se vienen las figuras penales, vagas e imprecisas. Todo es copia ... de lo peor).

Demandó además "garantizar el respeto de las libertades personal y de libre circulación, incluido su derecho a retornar a Cuba, a las personas excarceladas bajo "licencia extrapenal", y criticó “la falta de independencia respecto de los poderes ejecutivo y legislativo tanto de la judicatura como de la función de los abogados".

Los expertos criticaron con aspereza el empleo en la isla de “métodos coercitivos en interrogatorios, en particular la privación del sueño, reclusión en condiciones de aislamiento y exposición a cambios bruscos de temperatura” para obtener confesiones mediante “coacción”. (N. de R: el Comité nos pinta una suerte de "Esma" insular. Una "Esma" que abarca todo un país, no un edificio).
 Específicamente sobre la situación en las cárceles, el panel dijo seguir "sumamente preocupado" debido a informes recibidos respecto a “condiciones de hacinamiento, malnutrición, falta de higiene e insalubridad y atención médica inadecuada”.

Aunque las autoridades cubanas niegan tener responsabilidad en las 202 muertes ocurridas en prisiones de la isla entre 2010 y 2011, el comité de la ONU urgió a investigarlas no sólo sin demora sino también de “modo eficaz”, y a permitir de una vez y por todas la visita a la isla del relator especial de la ONU para la tortura, tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.

Según uno de los juristas miembro del comité, el gobierno de Cuba se ha comprometido nuevamente a “arreglar una visita” del actual relator, aunque sin precisar fecha. En el pasado, La Habana ya hizo igual compromiso, pero en la práctica durante décadas ha impedido que organizaciones de derechos humanos tengan acceso a las cárceles de la isla. (Fuente: Web de Voz de América del 19-06-12)
 
 

miércoles, 13 de junio de 2012

El genocida José Stalin



                                             El genocida José Stalin

Posiblemente los argentinos arrastramos el pecado gravísimo, de tropezar con la misma piedra, en reiteradas ocasiones. Desde que tenemos memoria siempre la conducta ha sido ésa. Los que somos mayores, podemos memorar eventos sucedidos hace muchísimos años, y podremos hacer una rápida comparación que nos llevará a la inexorable conclusión antes citada. Pero la juventud, que por tal motivo carece de experiencia, creé que ciertas actitudes de las autoridades gubernamentales, son  nuevas y originales. No están en condiciones de avizorar que vamos hacia el abismo, mientras la orquesta toca todo trapo sobre la cubierta de nuestro criollo Titanic.  En la totalitaria ex Unión Soviética, se dieron ejemplos en materia económica, muy similares a los intentos de nuestros economistas gubernamentales, a quienes los profesionales serios consideran poco menos que aprendices de brujos. Fracasaron ya que cuando se hace lo que no se debe, en materia económica, resulta vano esperar resultados exitosos.  Inexorablemente es así. Como sin duda alguna, en la Argentina arribaremos a los mismos resultados o sea al mismo fracaso en esta materia, en este nuevo  intento de planificar la economía es interesante observar lo que alentó Stalin y el estrepitoso fracaso, uno más, revelador de su soberbia. Recordemos que la soberbia es típica en los ignorantes.  Fueron vanos los intentos. A continuación exhibimos un resultado, un funesto resultado entre otros iguales o peores que éste. Es de desear que sirva el ejemplo para saber qué es lo que no se debe hacer en economía. Todo a la larga o a la corta, nos guste o no, se paga. Es inútil atribuir luego la culpa a los judíos, a los masones o a la sinarquía internacional. La culpa será toda nuestra. Finalmente, debemos resaltar que dadas las circunstancia críticas por la que atraviesa nuestra economía, nunca más oportuno exhibir esta muestra de arrogancia y de altanería económica y los resultados de los experimentos conducidos por aprendices. Los jóvenes enquistados en las más altas jerarquía del Poder Ejecutivo, deberían repasar tales yerros, a fin de evitar perjudicar a la comunidad toda.

“En 1928 Stalin dio por terminado el periodo económico especial que había seguido a la guerra civil. Anunció entonces con la trompetería acostumbrada el primer plan quinquenal. Eso de "plan quinquenal" era algo nuevo que los teóricos del Kremlin se habían inventado inspirándose en la teoría de las fuerzas productivas de Marx. La economía iba a dejar de obedecer a las espontáneas e irracionales fuerzas del mercado para depender exclusivamente de la planificación de un grupo de elegidos, que debían conocer de antemano las necesidades materiales que el país iba tener a cinco años vista. Ahí es nada. Si una persona normal y corriente a duras penas sabe lo que va a consumir en los próximos tres meses, estos ingenieros sociales sabían a ciencia cierta lo que iban a demandar 150 millones de soviéticos durante un lustro. Con razón Hayek bautizó el socialismo como "la fatal arrogancia".

En la URSS, a este consejo de ungidos lo llamaron Gosplan, acrónimo en ruso de Comité Estatal de Planificación. La realidad es que los técnicos del Gosplan no planificaban nada. Su trabajo se limitaba a poner sobre el papel –después de efectuar un sinfín de elaboradísimos cálculos– los deseos de Stalin, que sabía más de economía y contabilidad que todos ellos juntos. En 1928 el Padre de la Patria estaba especialmente obcecado con colectivizar la agricultura y con industrializar aceleradamente el país. Las dos cosas a cualquier coste.

Lo primero tenía su lógica. La colectivización suponía el fin de último resto de propiedad privada que quedaba en la Unión Soviética. Una vez consumada, todo – hombres, animales y plantas– pertenecería al Estado. Lo segundo, la industrialización, era un empeño personal del titán de la revolución mundial. Estaba convencido de que, más tarde o más temprano, el Ejército Blanco se cobraría cumplida venganza, y quería estar preparado para ese momento. Ante una audiencia selecta, los directores de las fábricas estatales, dejó clara su postura: Llevamos un atraso de cincuenta o cien años con respecto a las naciones desarrolladas. Debemos eliminar esa distancia en sólo diez años. Si no lo hacemos nos aplastarán. Colectivizar la agricultura de un país rural implicaba incontables sacrificios humanos, pero los rusos ya sabían mucho de eso. Industrializar era otra cosa. A la URSS le faltaba algo fundamental: conocimiento y tecnología. Fabricar acero o extraer carbón no se podía hacer sólo a base de sangre y voluntad. Stalin lo sabía y aflojó las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, donde el déspota, incomprensiblemente, tenía un buen número de fans. El mismo año en que dio comienzo el plan quinquenal una delegación soviética se desplazó a Cleveland para estudiar in situ el milagro industrial americano.

El Gobierno contrató a un consultor especializado, el ingeniero Arthur Glenn McKee, para que le guiase en los pasos que tendría que dar para levantar en la URSS una ciudad inspirada en los grandes centros siderúrgicos del Medio Oeste. La ciudad modelo que querían transplantar a Rusia era Gary (Indiana), a orillas del lago Michigan, una ciudad de nueva creación (fue fundada en 1906) cuya razón de ser eran las acerías de la empresa US Steel Corporation. Se decidió que Magnitnaya, una remota aldea en la provincia de Cheliabinsk, iba a ser el Gary soviético. Estaba también junto a un lago de pequeñas dimensiones y habría de levantarse desde cero. Hasta ahí llegaban los parecidos. Magnitnaya, un apartado fuerte de tiempos de los zares bañado por el río Ural, se encontraba en mitad de ningún sitio, en plena estepa, a 1.700 kilómetros y varios días de viaje en tren desde Moscú. Pero la decisión de edificar sobre aquel pantanoso herbazal un emporio siderúrgico no fue, aunque lo parezca, en absoluto arbitraria.

Magnitnaya, que pronto mudó el nombre por el de Magnitogorsk, estaba sobre una montaña compuesta enteramente de hierro, singularidad geológica que Stalin pensaba esquilmar a conciencia para dar lustre a su plan quinquenal. La ciudad se refundó al año siguiente y empezó a llenarse de gente traída de toda Rusia, generalmente a la fuerza. Pero no todos estaban allí contra su voluntad. El Gosplan tentó a ingenieros norteamericanos con jugosas pagas en dólares para que se desplazasen hasta la estepa a diseñar las plantas siderúrgicas. Todo tenía que ser muy rápido porque el tiempo apretaba. El plan terminaba en 1933 y para entonces la URSS tenía que producir más de 8 millones de toneladas de acero al año, objetivo francamente ambicioso en un periodo tan corto y sin personal entrenado. Se trazó una ciudad en damero con anchas avenidas flanqueadas por bloques prefabricados. En el otro extremo se levantaron grandes acerías copiadas tornillo a tornillo de las de US Steel en Indiana.

El proyecto original, que corrió a cargo del urbanista alemán Ernst May, preveía un cinturón verde que separase la ciudad propiamente dicha de los polígonos industriales. Pero el Gosplan no estaba para exquisiteces y, apurado por los jerarcas de Moscú, fue podando el plan de May hasta dejarlo en nada. Lo prioritario no eran las viviendas, sino las fábricas, de manera que, según iban llegando los materiales de construcción, se desviaban al área industrial. El alemán terminó dejándolo por imposible y regresó con su equipo a Fráncfort después de discutir con los comisarios responsables de la obra. La ciudad quedó oficialmente terminada en 1931, pero sólo la parte industrial. A la residencial le faltaba aún mucho, pero no había dinero para terminar las casas, así que se hacinó a sus 100.000 habitantes en barracones que, muchas veces, estaban junto a las humeantes plantas donde se fundía el acero a 1.500 grados. Los niños correteaban de aquí para allá en un ambiente algo más que tóxico. Correteaban porque, con las prisas y las restricciones presupuestarias, no se habían terminado las escuelas. Sus padres tenían que soportar condiciones aún peores dentro de las fábricas, sin más derecho que trabajar de sol a sol y sometidos a brutales capataces que alargaban las jornadas para hacer méritos delante de sus jefes.

El drama de los primeros habitantes de Magnitogorsk, en su mayoría campesinos analfabetos obligados a trabajar en un alto horno, llegó a Occidente de la mano de John Scott, un idealista norteamericano casado con una rusa que trabajó varios años en Magnitogorsk. Sus vivencias, narradas en Más allá de los Urales, conmovieron la delicada alma de sus compatriotas y el mundo civilizado empezó a hacer incómodas preguntas. El panorama que pintaba Scott era sombrío, aunque también heroico. Los obreros morían a diario en las fundiciones por la ausencia total de seguridad, la mala cuando no inexistente formación de los operarios y la ineficiencia intrínseca de un sistema en el que todo se hacía sin ganas y por complacer a un superior. Stalin respondió a Occidente a su estilo: cerrando la ciudad a los extranjeros. Magnitogorsk se sumió en la penumbra durante medio siglo. Nadie sabía lo que pasaba allí a excepción de sus moradores, que vivían encadenados a la fábrica como antiguamente los siervos a la tierra, y los amos del Gosplan. La ciudad siguió creciendo y llegó a rozar el medio millón de habitantes en su mejor momento. En los años 60 se levantaron grandes bloques de hormigón de varias plantas como los que tapizaron todas las ciudades soviéticas. El pueblo motejó a aquellas colmenas humanas como jruschovkas porque fue Nikita Jruschov quien impulsó su construcción.

Las jruschovkas de Magnitogorsk se tiñeron pronto de negro a causa del humo, el hollín y las emanaciones sulfúricas provenientes de las ubicuas chimeneas que forman el skyline de la ciudad. Los vecinos terminaron aprendiendo a convivir con la suciedad, pero no con los continuos cortes de agua. Los residuos industriales se vertían sobre el río Ural y los lagos circundantes: durante décadas, los grifos de la ciudad escupían un líquido tóxico y amarillento que era mortal de necesidad. Hoy Magnitogorsk, el infierno metálico de Stalin, sigue existiendo. Los extranjeros pueden visitarla desde la época de Gorbachov, aunque son pocos los que se dejan caer por un lugar tan deprimente en el que, a pesar de todo, viven aún 400.000 almas en pena. La montaña de hierro que dio nombre a la ciudad se agotó hace tiempo, y hoy tiene que importarse el mineral. La ciudad presenta un aspecto decadente y es fea de solemnidad. A su alrededor ya no reina la estepa sino un desierto tóxico. El medio natural ha quedado devastado hasta tal punto que el Gobierno ruso lo declaró hace unos años "zona de desastre ecológico".

Un mal menor al lado del tributo humano que la locura planificadora de los bolcheviques se ha cobrado. Según las autoridades locales, sólo el 1% de los niños gozan de buena salud; de hecho, un niño con aspecto saludable es considerado una rareza. En 1992, al final de la pesadilla soviética, se hizo un estudio entre los recién nacidos y se descubrió con horror que sólo 3 de cada 10 nacen en condiciones óptimas, el resto están enfermos desde el alumbramiento. Magnitogorsk es algo más que una ciudad, es un crimen de lesa humanidad por el que, naturalmente, nadie ha pagado.”. (Seleccionado del artículo “El infierno metálico de Magnitogorsk” por Fernando Díaz Villanueva, publicado en la web española de Libertad Digital)




lunes, 11 de junio de 2012

El avión del Duce aterrizó en el aeropùerto de El Prat





                                                               Mussolini y Franco
                                    

Los soviéticos tienen rodeado Berlín y las tropas del general Zhúkov se preparan para el asalto final al búnker donde se refugia Hitler. El mariscal Pétain, escondido en Suiza, se entrega a los tribunales de la Francia liberada para ser juzgado por colaboracionismo. A las 7.30 de ese lunes, 23 de abril de 1945, en la pista secundaria del aeropuerto de El Prat de Llobregat, en Barcelona, toma tierra un avión trimotor Savoia-Marchetti SM83 que había salido tres horas antes con diez pasajeros desde el aeropuerto milanés de Linate, aún en manos de los seguidores de Mussolini. El aparato lleva pintadas unas improvisadas insignias croatas que tratan de esconder las esvásticas alemanas y está cargado con 5.000 litros de combustible para asegurar que puede hacer el viaje de regreso sin repostar. Al poco tiempo, se envía un telegrama a Milán para confirmar su llegada. El vuelo clandestino levanta las lógicas sospechas. ¿Quién viene en su interior? ¿Habrá decidido Mussolini refugiarse en España?

No era del todo extraño. Francisco Franco y el «Duce» italiano, unidos por filosofía política a pesar de sus desavenencias personales, habían mantenido numerosas conversaciones telefónicas durante la Guerra Civil española y se habían carteado a lo largo de la segunda Guerra Mundial. Junto con Hitler, era uno de los escasos líderes a los que el Generalísimo había visitado fuera de territorio español para conocerlo personalmente —el 12 de febrero de 1941, en la ciudad de Bordighera—. Quizá por eso, saltaron todas las alarmas de los servicios de inteligencia extranjeros. Sin embargo, hasta ahora no se ha podido conocer con certeza qué ocurrió exactamente y resolver el misterio de ese viaje clandestino al final de la contienda bélica.
Las revelaciones están contenidas en un informe secreto de la OSS —el servicio de espionaje norteamericano de esa época— fechado el 14 de agosto de 1945 y desclasificado ahora por la CIA. Se refiere a un documento del 19 de mayo de 1945 enviado desde la oficina de Roma bajo el título «Vuelo desde Italia a España de líderes fascistas» y relata los pormenores del viaje según la información obtenida por el MI6, el servicio de inteligencia británico, de sus fuentes en la Embajada italiana en Madrid.
La historia de la posible fuga de Mussolini a España se origina mucho antes. Pero, al igual que el caso del vuelo clandestino, se inicia en Milán y tiene un protagonista común: Enrico Mancini —uno de los pasajeros que ocupan asiento en el avión que llega a El Prat el 23 de abril—, quien es el encargado de ponerse en contacto con el cónsul español en esa ciudad, Fernando Canthal y Girón, para articular una posible fuga para el «Duce» y sus íntimos. Canthal tenía muy buenos contactos y no se limitaba a pasar el tiempo en la sede del consulado, ya que cada semana se trasladaba a Roma para ir a la Embajada española, que, entre otras cosas, organizaba fugas a Suiza.

De hecho, el médico que certificó la muerte de Mussolini, Pierluigi Cova, declaró años después que encontró en el bolsillo trasero del pantalón del dictador antes de efectuarle la autopsia un salvoconducto extendido por el consulado español en Milán para él y su amante, Clara (Claretta) Petacci, bajo nombres supuestos. Según Cova, el salvoconducto tenía la fecha del 14 de septiembre de 1944, estaba escrito en español y extendido a nombre de «Isabella y Alfonso», seguido de un apellido que no recordó. «Se ruega a las autoridades españolas que acojan a los señores (Isabella y Alfonso…), prófugos de la actual guerra y ciudadanos españoles, que quieren regresar a su patria», decía el texto, según el doctor italiano.
Como el Gobierno español ya había prohibido el 20 de abril el aterrizaje de cualquier avión alemán en su territorio por las presiones de los Aliados, que buscaban evitar la huida de criminales de guerra o fondos expoliados, el avión Savoia-Marchetti SM83 había sido entregado a manos italianas y se urgió cambiar su documentación y distintivos para que pareciera un aparato croata, aunque era fácil descubrir aún las esvásticas alemanas. Entre otras cosas, se falsificó el título de propiedad y se puso a nombre del conde Eugenio Monti di Valsassina, un diplomático croata de origen italiano que durante la guerra había combatido para la Luftwaffe y después había aceptado colaborar con las SS de Himmler. Ferviente católico y con contactos dentro del Vaticano, supuestamente fue él quien también se había encargado de contratar la tripulación civil que lo llevó hasta Barcelona. Según sus propias declaraciones, todos eran miembros militares de la Real Aeronáutica Italiana y habían aceptado voluntariamente la misión diplomática secreta pensando que su objetivo era proponer la paz con los Aliados. Además de los cuatro miembros de la tripulación, el avión transportó a España a un grupo de diez personas de cuatro nacionalidades distintas —italianos, alemanes, franceses y croatas—, así como grandes y pesados baúles y maletas. De acuerdo con la información recogida por el servicio de espionaje italiano, la lista de pasajeros era: señora Von Halem (Viktoria Margerete) e hijo de cinco años (Víctor); señor Rossetti y señora; señor Enrico Mancini y señora; conde Eugenio Monti di Valsassina y señora (la alemana Irene); señor Guérard y señor Gilbaud.

Von Halem era la esposa del embajador alemán en Lisboa y, nada más desembarcar, abandonó con su hijo la capital catalana con destino a Portugal. Respecto a los dos franceses, se trataba de destacados colaboracionistas del Gobierno de Vichy que con su huida a España lograron escapar de la detención y la condena. Los servicios de espionaje aliados no tuvieron problemas para identificar a Jacques Guérard, ya que era una persona bastante conocida, aunque después no lograron que Franco lo entregara. Secretario general del Gobierno de Pierre Laval, había participado directamente en la persecución de judíos franceses y en el envío de miles de conciudadanos como trabajadores forzosos a Alemania.  El caso de Gilbaud, en realidad George Guilbaud, es aún más curioso. Su nombre fue añadido al pasaje en el último momento, quizá ante la persistente negativa de Clara Petacci a acompañar a sus padres. A su llegada, se identificó como alemán y afirmó que llevaba a cabo una «misión diplomática», que se negó a revelar. Laval lo nombró embajador en Túnez en 1942 y después, en 1944, ante el último Gobierno de Mussolini, y, al parecer, su «misión secreta» era negociar con Franco las condiciones de la huida a España de Laval, algo que ocurrió días después. Los pasajeros más relacionados con Mussolini eran, claramente, los supuestos «Rossetti» y Mancini. Aunque los primeros llegaron con pasaportes falsos, fueron reconocidos como los padres de la amante de Mussolini, y desaparecieron sin dejar rastro. El pasajero más significativo era, sin duda, Enrico Mancini, como lo probaba su pasaporte diplomático como agregado comercial oficial de la RSI. Su supuesta esposa, Miriam Di San Servalo, era en realidad María, hija menor de los Petaccies decir, hermana de Clara—, que no estaba casada con Mancini, pero sí era su amante.

De acuerdo con la información recogida por los servicios de espionaje, Mancini, que pretendía establecer en Madrid un negocio cinematográfico, era el verdadero cerebro de la misión, que parecía encaminada a utilizar el mismo aeroplano para traer al «Duce» más tarde o incluso para transportar «importantes documentos secretos o fondos». Mancini era portador de tres cartas personales de Mussolini destinadas al propio Franco, al exministro de Asuntos Exteriores Ramón Serrano Suñer —que algunos dicen se encontraba personalmente en El Prat para recibirle, algo muy poco probable— y a José Félix de Lequerica, máximo representante de la diplomacia española desde agosto de 1944. Asimismo, portaba dos misivas más. Una para Morreale, representante de la RSI en Madrid, en la que le pedía que asistiera a la tripulación y entregara a su enviado la cantidad de 30.000 pesetas, correspondientes a dos meses de sueldo; y otra para la Embajada alemana en Madrid, a fin de solicitar asistencia para todos los pasajeros.

Según el representante de Mussolini, la dirigida a Lequerica solicitaba al ministro español que aprobara el nombramiento de su emisario como agregado comercial y requería que resolviera directamente con él la deuda pendiente de la Guerra Civil, lo que en pocas palabras quería decir que le aportara dinero para sobrevivir. El periodista Martín de Pozuelo, que investigó el tema y publicó una serie de reportajes en 2005, sugiere que la carta enviada a Serrano Suñer se refería a la fortuna que Mussolini habría ido ocultando en España con su ayuda, pues los servicios de espionaje norteamericanos mantenían que a lo largo de 1942 se había hecho llegar a nuestro país no menos de 42 títulos negociables, dinero y otros valores. Según este mismo periodista, los Petacci y Mancini llegaron a España con 80 millones de liras en joyas, seis millones de libras en abrigos de piel, cinco millones de francos franceses y 300.000 francos suizos, cuyo destino, de existir, se desconoce. Lo cierto es que la Embajada italiana y el Gobierno británico solicitaron la incautación de los bienes que hubieran traído a Barcelona, ante «la completa sospecha de que se tratara de objetos robados y propiedad del Estado».

Una vez abandonan el aeropuerto, el entonces Gobernador Civil de Barcelona, Antonio Correa Veglison, curtido en los campos de batalla africanos y convencido falangista, se hizo cargo de los «suegros» de Mussolini, Mancini y matrimonio Monti Di Valsassina, a los que no dudó en instalar en el lujoso hotel Ritz como «refugiados políticos». Según el propio Correa, Monti Di Valsassina cambió sin problema 400.000 francos suizos en pesetas, una verdadera fortuna. El propio Correa Veglison, que a finales de los años 60 fue procesado por el Tribunal Supremo por estafa a pesar de ser diputado en Cortes, se quedó encargado de la parte más delicada de la misión secreta: la última comunicación manuscrita de Mussolini a Franco. La misiva estaba incluida en un sobre cerrado dirigida al «Caudillo, Generalísimo Franco» y fue remitida a El Pardo el 30 de abril como «Personal y Reservado». En ella, el dictador italiano no solicitó en su último respiro el refugio de Franco, aunque sí quiso poner a salvo a la familia de su amante, quien, sin embargo, rehusó el exilio y decidió correr su mismo destino: la muerte. (Seleccionado de un artículo de Rafael Moreno Izquierdo, en la web española del diario ABC del 11-06-2012)

























Rafael Moreno Izquierdo / Madrid 11-6-12 diario ABC