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jueves, 13 de noviembre de 2008

El Dilema del Frente Amplio Uruguayo



El prestigioso ensayista Emilio J. Cárdenas, nos entrega un artículo de su autoría, que describe a la perfección lo que ocurre en el Uruguay, donde su clase política, de hecho, está dando a los políticos argentinos una clase magistral sobre lo que es imperativo hacer, en materia política, como así también, lo que nunca, pero nunca se debe hacer en tal materia. No espero que nuestros políticos obtengan alguna conclusión de tal trabajo puesto que carecen de idoneidad "profesional". Vayamos a su artículo: "El año próximo Uruguay deberá elegir un nuevo Presidente. Si bien es cierto que dentro del oficialismo (el Frente Amplio) hay quienes (como en el fallido intento de Pacheco, en 1971) postulan -equivocadamente- la posible re-elección de Tabaré Vázquez, que está prohibida por el artículo 152 de la Constitución uruguaya, hay dos candidatos que procuran ser, ellos mismos, los reemplazantes de Vázquez. Y ambos son -entre sí- agua y aceite, pese a que naturalmente ellos lo desmienten, argumentando tener grandes semejanzas, que no convencen “extra muros”.

Por una parte aparece un ex guerrillero tupamaro, ahora canoso y desde hace rato regordete: el colorido don José Mugica quien, a los 74 años no es ciertamente un chico. Ha tenido, sin embargo, el coraje cívico de enfrentar a sus críticos y reconocer públicamente que haber recurrido a la violencia en los 70 fue un desgraciado error. Tardío reconocimiento, cuando el daño está hecho. Como tantos -si Mugica hubiera tenido participación o responsabilidad en la violencia- está impune, desde que los “crímenes de guerra” (delitos “de lesa humanidad” cometidos en tiempos de conflictos armados internos) que pudieron presumiblemente haberse cometido en los 70 por parte de la subversión oriental no han sido debidamente investigados, como debió haberse hecho. En el Uruguay, como en la Argentina, y en tantas otras partes, desgraciadamente. En Sudáfrica no fue, en cambio, así.

Mugica, sin embargo, fue preso y resultó uno de los muchos torturados. Quizás por esto tiene, a diferencia de muchos otros, grandeza de espíritu.

Desde 1995 es parlamentario por el llamado Movimiento de Participación Popular. En 1999 fue elegido senador. El que, en el oficialismo, obtuvo más votos. Vázquez lo designó (al triunfar) como su Ministro de Agricultura y Pesca, cargo al que renunció, en marzo pasado, para volver a su banca senatorial y poder hacer campaña para ser presidente, sin violare la ética política más elemental. En la banca ha hecho y hace poco.

Por la otra parte está un ser muy diferente: se trata de Danilo Astori, un contador de pelo blanco, de 68 años. Tampoco un chico, entonces. Se trata de un hombre pausado, serio y confiable, un reconocido estudioso y un ex profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de Montevideo. Es, curiosamente, un conservador en economía. Prudente, equilibrado, mesurado, es casi tímido en público; al menos para un político, esto es bien distinto. Bastante inusual.

Astori fue secretario del General Liber Seregni, lo acompañó como su compañero de fórmula cuando intentara, sin éxito, obtener la presidencia en 1989. Tabaré lo prefiere, sin decirlo, desde que debe aparecer prescindente. Fue su eficiente Ministro de Economía y Finanzas, cargo al que él también renunció en septiembre pasado, como debe ser.

El senador Danilo Astori ha tenido la hidalguía de reconocer, en público, que el gobierno del Frente Amplio “no ha mejorado” la distribución de la riqueza en Uruguay. Para el socialismo y el comunismo, la “brecha” entre ricos y pobres, en rigor, se amplió, lo que es cierto y marca obviamente el fracaso de una visión, pese al fuerte “viento a favor” recibido de los precios internacionales de las “commodities”.

Ambos tienen, queda visto, un proceder ético muy alejado del de muchos políticos argentinos que, en cambio, permanecen aferrados a sus cargos, desvergonzadamente, si advierten que esto les puede traer o generar algún rédito electoral o político, respecto del financiamiento o de los resultados de sus campañas electorales. Una vergüenza, como tantas. Sin reacción, por ahora.


Astori, en pocas palabras, es la racionalidad en sí misma. Un hombre al que no le gustan las estridencias. Un trabajador discreto e incansable. Prudente y firme a la vez.

Mugica, en cambio, vive rodeado de gente que lo aplaude -diga lo que diga- y es la definición de la emotividad.

El primero habla como un académico. Con prolijidad y precisión. El otro usa el lunfardo colorida y efectivamente, como pocos, y así enciende al auditorio que circunstancialmente tiene frente a sí. Uno es un profesional mesurado. El otro es un reo de quien es fácil enamorarse, ciertamente. Frente a frente en la política, dos estilos y dos sustancias.

Hay así dos universos disímiles dentro de una misma alternativa política. Pero quizás dos caminos distintos y esto es lo que preocupa a muchos.

De allí que Enrique Rubio, Daniel Martinez y hasta Marcos Carámbula aprovechen las circunstancias para tratar de “filtrase” en la fórmula presidencial, pese a que lo ideal para la izquierda sería seguramente ver a Astori y Mugica juntos en la misma opción. Lo que hasta ahora ha sido imposible.

El Congreso partidario, en una elección interna, como debe hacerse en las democracias, decidirá. Claro está, si previamente las negociaciones bilaterales no generan algún acuerdo entre los dos candidatos, lo que no es imposible.

En la Banda Oriental no hay “matrimonios políticos”, ni sucesiones aseguradas, ni mucho menos maridos que desde el sillón presidencial proclaman a sus esposas mediante poco democráticos “dedazos”, como ocurre en cambio en la Argentina de hoy. Una vez más, otro enfoque del andar político, muy diferente. Sin pautas éticas esenciales el nuestro, donde todo vale. Con evangelios y liturgia el oriental.

Es evidente que los distintos sectores que conforman el Frente Amplio uruguayo están divididos. Los del Nuevo Espacio, la Alianza Progresista, y Asamblea Uruguay apoyan abiertamente a Astori. También, aunque sin reconocerlo -porque no podría- el propio Tabaré Vázquez. Quizás por esto es que, desde su entorno, se ha generado el fantasma de su posible reelección, que Tabaré, al menos oficialmente, “rechaza”. Los más radicales, como el llamado Por la Victoria del Pueblo, o el Espacio 609, postulan a su vez a Mugica. El socialismo y el comunismo, por su parte, buscan el consenso, desesperadamente. Quizás para sobrevivir en el gobierno de mañana que, saben bien, aún no está asegurado para el Frente Amplio." ( © www.economiaparatodos.com.ar .autor Emilio J.Cárdenas)

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