"Gran parte del mundo científico que centra sus estudios en la astronomía -y medios de difusión internacionales- estuvieron atentos el viernes a la inauguración formal de la primera etapa del observatorio de partículas cósmicas Pierre Auger, señalado como uno de los grandes avances del mundo moderno, instalado en Malargüe mediante un emprendimiento de cooperación internacional.
No obstante, lo que debía trascender a nivel nacional y sobre todo mundial como una información edificante para nuestro país -por la trascendencia del nuevo centro científico, por nuestra participación en un proyecto de cooperación internacional y por el escenario elegido en nuestros confines sureños- terminó convirtiéndose en un bochorno institucional que desnudó hipocresías, mezquindades personales y, sobre todo, una falta de respeto institucional poco usual.
Es incomprensible y por cierto inexplicable la imagen de un presidente de
Sin una elemental señal de recepción a la máxima autoridad institucional en ese momento, sólo acudieron a recibirlo al aeropuerto sureño algunos concejales de su propio partido y unos pocos directivos del Pierre Auger.
Esto, sin perjuicio de que el acto formal en el que iba a ser inaugurado el observatorio internacional, fue suspendido sin previo aviso -inicialmente iba a realizarse a las 13, antes del almuerzo previsto- postergándolo hasta después de las 18, evidentemente, para que acudiera el gobernador Jaque y evitar que compartiera el escenario formal con el vicepresidente Julio Cobos, en ejercicio de
Por
Se priorizaron, resultó obvio y lamentable, las diferencias políticas, las antipatías personales y los intereses partidarios, menospreciando abiertamente a la ciudadanía y la responsabilidad institucional que le impone al gobernador, al intendente y a todas las autoridades implicadas, el elemental respeto de las formas institucionales, que están muy por encima de sus humores y sus minúsculas estrategias político sectoriales.
En días previos, John McCain y Barak Obama, superada la competencia electoral, se reunieron y se mostraron juntos luego ante los ciudadanos norteamericanos, con una mutua actitud de respeto a sus respectivos roles políticos y, fundamentalmente, a las instituciones republicanas.
Son abundantes en la cartelera mundial estos ejemplos de convivencia política responsable.
Mientras que unas horas después del papelón institucional en Malargüe, en Washington, Cristina Fernández de Kirchner se hacía esperar por segunda vez para la fotografía de una cumbre mundial, dejando parados y ofuscados, a los presidentes y líderes políticos de los estados más poderosos del mundo, reunidos para intentar medidas que contrarresten la crisis global.
Ya antes, durante el mandato de Néstor Kirchner, la diplomacia y los líderes mundiales solían tomar sus precauciones para evitar someterse a los desplantes del ex presidente, que varias veces bastardeó el protocolo y el respeto a los gobernantes e instituciones de otros países.
Aquel criterio grosero -que nos afecta como país que pretende vivir en un marco de recíproco respeto con la sociedad mundial- sigue vigente en muchos de los funcionarios que la gestión de Cristina Fernández y en las actitudes de obsecuencia de algunos de sus gobernadores.
Que haya ciudadanos que, obnubilados por sus resentimientos y pasiones no entiendan la trascendencia de este respeto o que no lo dimensionen -ánimo que suele desnudar en las encuestas cierta xenofobia y no poca soberbia- no habilita a nuestros representantes en el gobierno a menospreciar esa responsabilidad en sus actos públicos, priorizando sus mezquindades políticas.
Criterio válido, por cierto, tanto para nuestra máxima representante,
Si, además, tales desprolijidades institucionales estuvieran motivadas no sólo por diferencias partidarias sino también por temores a sanciones financieras desde el Poder Ejecutivo nacional por fotografiarse con sus “enemigos” políticos, ello pondría en evidencia una obsecuencia condescendiente interesada en favores discrecionales al margen de las normas del federalismo y la democracia declamada.
De manera que la actitud del Gobernador, del intendente de Malargüe, sus funcionarios y legisladores, conforman un gesto público lamentable que sienta un precedente dañino para la necesaria cultura democrática. Y desnuda desde las instancias del poder público una peligrosa falta de respeto en las instituciones, cuya fortaleza no es sino el resultado de una cultura ciudadana que la sustenta.
Esto demanda ejemplos de responsabilidad y equilibrio desde el poder, al margen de hipocresías y mezquindades
subalternas." (Seleccionado de la web de Los Andes,Mendoza del 20-11-08)
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