Así reportaba el diario The New York Times del 11 de noviembre de 1938 los hechos que la historia conoce como “Kristallnacht”, la Noche de los Cristales Rotos. El 7 de noviembre, Herschel Grynszpan, un joven judío de origen polaco de 17 años, había herido de muerte a Ernest von Rath, un diplomático alemán en París. Grynszpan actuó en represalia por la expulsión de su familia desde Alemania hacia Polonia. La reacción (que los nazis pretendieron hacer creer que fue espontánea) fue ese pogrom. La Kristallnacht constituye el punto máximo de la violencia contra los judíos en Alemania y en Austria en vísperas de lo que los nazis llamarían luego la Solución Final, el exterminio del pueblo judío. Al atardecer del 9 de noviembre de 1938, a poco de conocerse la muerte de Von Rath, el ministro de propaganda Goebbels (con el consentimiento de Adolf Hitler) dio la orden de desatar la furia criminal contra los judíos. El saldo fue el asesinato de 91 personas, el arresto y deportación de unos 30.000 varones judíos a los campos de concentración de Dachau, Buchenwald y Sachsenhausen, la destrucción de sinagogas y el saqueo e incendio de tiendas y propiedades. Grynszpan fue arrestado, estuvo detenido en Francia durante casi dos años, pero se desconoce qué ocurrió después con él. Los judíos alemanes fueron señalados como responsables de la violencia y multados por los destrozos. La reacción del mundo fue muy tibia y de nada sirvió para detener la máquina asesina nazi. ¿Hemos aprendido la lección? A poco de finalizada la guerra, América latina, y Argentina en particular, fue la tierra elegida por numerosos criminales nazis para escapar de la justicia. Eichmann, Mengele, Ante Pavelic, Erich Priebke, en Argentina, Klaus Barbie en Bolivia, Walter Rauff en Chile, son apenas un minúsculo ejemplo de una larga lista de protegidos. Recién a partir del retorno de la democracia en 1983, Argentina dejó a un lado su política de protección para colaborar con la Justicia. Desde entonces, la Justicia de este país extraditó a cuatro criminales nazis, y un quinto murió durante el juicio de extradición. ¿Hemos aprendido la lección? El presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, ya no sorprende cuando niega por enésima vez el Holocausto ni tampoco cuando convoca a la concreción de un nuevo genocidio con sus llamamientos a favor de “borrar a Israel de la faz de la Tierra”. ¿Hemos aprendido la lección? La Carta Orgánica de Hamas no sólo niega legitimidad al Estado judío, sino que refiere la existencia de una “conspiración judía para dominar el mundo”, tomando como prueba irrefutable un panfleto antisemita que vio la luz en los albores del siglo XX, en la Rusia zarista: los infames Protocolos de los Sabios de Sión. Pese a esta enumeración incompleta, creo que hemos aprendido algo. Que aunque no se pueda erradicar el odio, estamos mejor. Apuesto a que somos capaces de construir mejores condiciones de vida para nosotros y sobre todo para el futuro."
Esta es una cuidadosa selección, tanto de noticias actuales, como de noticias anteriores sobre temas diversos, que seguramente interesan a todos los lectores. Lo que ha sido olvidado, lo que no ha podido leerse sino en sus títulos o lo que no se quiso leer y resulta atrapante. Nosotros trataremos de mantener un cierto nivel, dentro de nuestras precarias posibilidades, a fin de evitar caer en temas sin ningún atractivo, o que interesen solamente a un reducido círculo por su especifidad.
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miércoles, 26 de noviembre de 2008
A 70 Años de la Noche de los Cristales Rotos
Sin proponérmelo, leyendo esta nota, no pude menos que recordar a nuestros "piqueteros", cuando con la cara tapada, con palos en sus manos actuan a piaccere en nuestro país, ante la mirada indiferente de las fuerzas "encargadas del orden público". Revela tal actitud que, en la Argentina, todavía no se valora como se debe, lo que es la democracia. Existe un grupo de malvivientes, ya que otra cosa no son, los que creen empecinadamente que existe libertad para atentar contra la libertad. Cuando tal plaga de bárbaros, literalmente hablando, haya pasado, creo que entonces sí podremos dar el grito de Ipiranga. Alguna vez comenzó todo, en forma paulatina, embozada, ante la indiferencia de la cómoda ciudadanía y luego, finalizó como tenía que finalizar. Es de esperar que la historia, en este caso especialísimo, no se repita. Nos señala el sitio web: "La crónica relata lo siguiente: Berlín, 10 de noviembre de 1938 - “Una ola de destrucción, saqueo y barbarie sin precedentes desde la guerra de los 30 años en Alemania, y desde la revolución bolchevique en Europa, arrasó sobre el territorio alemán hoy, cuando las cohortes nacionalsocialistas se cobraron venganza contra los negocios y las oficinas judías y las sinagogas, por el asesinato de Ernst von Rath, tercer secretario de la Embajada de Alemania en París a manos de un joven judío polaco. Todo comenzó temprano por la mañana, prácticamente en cada ciudad y en cada pueblo del país; la destrucción, los saqueos y los incendios continuaron a lo largo de toda la jornada. Multitudes silenciosas observaron lo que ocurría; la policía se limitó a dirigir el tránsito y a realizar arrestos masivos de judíos, según dijeron, “para su propia protección”. El fuego en las sinagogas fue meramente controlado, con el objeto de que no se expandiera a las construcciones adyacentes. Al anochecer no había ninguna tienda, café u oficina judía, ni tampoco ninguna sinagoga que no hubiera sido destruida, quemada o severamente dañada. Fue entonces que el ministro de propaganda, Joseph Goebbels, dijo: “El enojo justificado y comprensible del pueblo alemán ante el cobarde asesinato de un diplomático alemán en París por parte de los judíos se ha expresado extensivamente anoche. Las acciones de represalia se han extendido a lo largo de numerosas ciudades. Ahora pedimos que estas acciones cesen. Daremos una respuesta final a los judíos a través de las leyes y la normativa”.
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