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sábado, 21 de abril de 2012

Llora por ti mismo, Argentina




                                                                                          (Gentileza diario ABC-Madrid)

Los argentinos, inútil es ocultarlo o hacernos los distraídos, lamentablemente no gozamos de buena fama en el exterior. Las causas son múltiples y creemos que todas tienen sustento razonable. No critico a quienes piensan mal de nosotros. Pero .... creo que así como una golondrina no hace verano, no debemos generalizar.  No podemos pensar que si no nos quieren es porque los de afuera son malos y nosotros somos los buenos de la película. 

Los últimos episodios revelan que, al menos para la mayoría de los argentinos,la misiva citada en la última parte del Blog de Pérez-Maura, de quien tomamos el artículo siguiente, es la descripción de la cruda realidad, realidad  que hizo exclamar a un gran escritor español, a la sazón visitante de nuestro país hace décadas,  que el mejor negocio sería adquirir a los argentinos por lo que realmente valen y revenderlos por lo que creen que valen ... Y no es que se le haya ocurrido tal idea por odio hacia nosotros. Muy al contrario, nos quería mucho y también nos conocía muchos. 

Este escritor, cuyo nombre ni viene a mi memoria en este momento, dijo algo que justifica a quien pueda afirmar que la culpa es de tal o cual gobernante. Es evidente que ciertas actitud, reñidas con la honestidad intelectual y de la otra, en la Argentina es  "genética", ningún gobierno tiene la "exclusividad" ya que es casi cultural el ser un amigo de lo ajeno, entre un núcleo mas o menos grandes de los habitantes de este país. Si lo sazonamos con la comodidad, la pereza intelectual y y el escaso nivel de todo tipo que muchos exhiben, es una empresa difícil hacer a un lado esta tara. España tuvo lo suyo ya que si no hubiera sido así, no habrían muerto un millón de personas, en la Guerra Civil. Algunas cosas las heredamos de la Madre Patria, otras las superamos positiva o negativamente.

Aclarando los tantos, debemos recordar que el trigo que el entonces Presidente general Juan Domingo Perón, autorizó que se embarcara hacia España, bloqueada por las demás naciones, representó una señal de amor hacia España. Una señal de que nadie de afuera nos iba a imponer a quien debíamos querer u odiar.  Era un niño para esas época, pero recuerdo que se comentaba el gesto hacia la Madre Patria. Pasados los años me vengo a enterar de que no era una donación, como nos habían enseñado en la escuela, como nos habían comentado, fue un negocio de compra-venta ya que España pagó lo que recibía. Evidentemente el gesto trataba de no herir al pueblo de España que, para esa época, realmente pasaba  hambre. Tengamos en cuenta que Argentina se exponía a ser mal mirada por los Aliados y por el  mundo financiero internacional, con las consecuencias del caso. Con el correr de los años, la conducta hidalga de la Argentina cambió de rumbo y estamos donde estamos. Hasta convertirse la actitud de la Argentina, con la confiscación   -borrada del mapa con la Constitución de 1853-  como arma política esgrimida por maestría por quienes se dicen democráticos. El autor de la siguiente nota, dice cosas que en otro momento, no podríamos tolerar. Merced a la conducta de nuestros  gobernantes, ahora, agachamos la cabeza con vergüenza y nada mas ... 

"La furia nacionalista generada por mi artículo “Argentina: ‘El doble de delincuentes que de celdas’” ha generado una cascada de comentarios. Más de 100 pueden verse en este Blog. Llama la atención los muchos que, además de insultar, descalifican el artículo por fiarse de rumores periodísticos al hablar de una posible expropiación. Cada uno se fía de quien quiere o de quien puede.

Lo que sí me impresionó ayer, al ver el anuncio de la nacionalización de Repsol por parte de la presidenta, fue el gesto del ministro de Trabajo de Argentina, Carlos Tomada, agitando su puño cual forofo que celebra la consecución de un gol por su equipo. Si yo fuera ministro de trabajo, saltaría por la ventana ante la noticia de que el empleo lo va a tener que generar el Estado y no la iniciativa privada. Una vez más, me vino a la mente la imagen del anuncio del “default” por Adolfo Rodríguez Saa y las palabras de incredulidad de López Murphy “¡Lo aclamaron!”. Este 17 de abril ocurrió lo mismo: La presidenta Cristina Fernández incautó una de las compañías más prósperas de Argentina y sus compatriotas se alegraron en lugar de llorar ante la ruina que les viene.

Aconsejo la lectura de la Tercera de Javier Rupérez en ABC de hoy. Arranca diciendo que “La ironía de la Historia hace que fuera José María Aznar el que en 2003 obtuviera a duras penas de George W. Bush, y luego de Horst Kohler, el entonces Director Ejecutivo de FMI y más tarde Presidente de Alemania, el asentimiento para articular los préstamos correspondientes que la Argentina de Kirchner (todavía él), sumida en el marasmo económico, urgentemente necesitaba. Fueron los mismos momentos en que el propio Aznar desbloqueó en la Casa Blanca el acuerdo de libre comercio entre Chile y los Estados Unidos, almacenado en el refrigerador después de lo que los americanos consideraban conducta poco amistosa de Ricardo Lagos, el Presidente chileno, con Washington al comienzo de la guerra de Irak. Chile, como se recordará, era en aquellos momentos miembro no permanente del Consejo de Seguridad y tomó ardorosamente partido con los opuestos a la acción bélica.

“Aznar no tenía especiales buenas relaciones ni con Kirchner ni con Lagos pero consideró su obligación política y si se quiere patriótica, en función de los intereses superiores de España y de su presencia exterior, el ayudar a repúblicas hispanoamericanas en dificultades. Algunos entonces recordaron que en el fondo aquello traía a la memoria la ayuda que el General Perón prestó a la hambrienta España del General Franco con los envíos de cereales que nuestro país tan urgentemente necesitaba en los momentos críticos del aislamiento, al comienzo de los años cuarenta del pasado siglo. Lo cierto es que Aznar nunca dio publicidad a esas exitosas y amistosas gestiones, quizás porque entendiera que de su conocimiento público solo cabía esperar incomodidad para los beneficiarios...”

Como bien dijo el ministro de Exteriores español, García-Margallo, el lunes por la noche, ya volverán a necesitar ayuda...

Entre la tormenta de improperios y descalificaciones que he recibido por mi artículo antes citado, me ha llamado la atención un comentario elogioso. Al poder tener acceso al correo electrónico del remitente, he podido identificar a un importante banquero argentino, cuya familia directa ha servido a la República incluso desde el Gobierno de la nación. Su comentario aparece publicado con el # 55 y el alias Defraudado: "Como Argentino veo que con este tema tu blog puede batir record de comentarios porque va dirigido a la debilidad de mis compatriotas que es la soberbia. Al argentino común (no a todos por supuesto) le gusta que se le mienta siempre que sea con barniz épico. Cristina es inteligente y lo hace bien. Si hay un problema no se admite pero si se admite es seguramente producto de un acto de Dios inevitable. También nos gusta que se nos diga que somos un país rico pero que alguien ha escondido esa riqueza y se necesita de un líder fuerte para recuperarla de manos de ese malvado preferentemente extranjero (trabajar no es la solución porque toma mucho esfuerzo y sin garantías de éxito). Finalmente también nos creemos la envidia del mundo y por ende que los capitales tienen la obligación de invertir en Argentina. Es difícil admitir que si Repsol compró YPF no es porque Menem la vendió sino porque nadie más (Argentino o extranjero) la quiso comprar, igual de difícil admitir que el objetivo no es el petróleo de todos los Argentinos sino evitar que YPF pague dividendos en dólares ya que no los tenemos (que poco épico). En fin tu problema no es tanto haber dicho verdades incomodas en publico sino haberlo hecho desde España. Buena suerte Argentina y que American Express no cancele su tarjeta a la Presidente.”  Poco más puedo añadir. (Seleccionado de la web española de ABC del 21-04-2012- artículo de Ramón Pérez-Maura)




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