El interés de las petroleras chinas por los yacimientos argentinos no es nuevo. Se lleva hablando de ello al menos desde 2009, cuando los conglomerados estatales CNPC y CNOOC tantearon por primera vez el mercado. En fechas más recientes lo habrían intentado de nuevo tanto CNOOC como Sinopec, uno de los músculos energéticos más importantes del gigante asiático y principal socio de Repsol en Brasil, donde en 2010 compró un 40% de las acciones.
Pero la decisión del Gobierno argentino de expropiar a Repsol su participación en YPF y tomar el control ha desatado los rumores. El semanario económico Caixin, quizá el más fiable de China, aseguraba que la empresa que dirige Brufau habría llegado a un preacuerdo con Sinopec para vender YPF por 15.000 millones de dólares. La noticia, publicada más de 24 horas después del anuncio de nacionalización, generó confusión. ¿Estaba Repsol vendiendo una empresa que le acababan de expropiar? ¿Estaban al tanto las autoridades chinas y las argentinas de la operación? ¿Había un pacto o una oscura trama para arrebatarle su joya a Repsol? Desde la oficina de prensa de Sinopec no ayudaban a resolver las dudas. Consultadas por El Confidencial, ayer insistían en que no podían confirmar, pero tampoco desmentir, que hubiese en curso una operación.
Fuentes de la agencia Reuters y el diario Financial Times aclaraban que, en realidad, el preacuerdo era anterior al monólogo de Cristina Kirchner frente al retrato de Eva Perón. La nacionalización, de hecho, habría dinamitado el preacuerdo con las petroleras. En resumen: los chinos habrían perdido por ahora su opción de entrar mandando en lo que algunos consideran el tercer país con más reservas no descubiertas de hidrocarburos del globo. Porque, a día de hoy, la mayoría de los analistas descartan que Argentina y China cierren un pacto a corto plazo tras la patada a Repsol.
Se describe el clima como un “campo de minas político”, una forma de decir que el coste de cualquier operación de venta sería enorme en términos de imagen (y de derecho) internacional. El propio Brufau lo insinuó ayer durante su desahogo público. "Los chinos, por muy chinos que sean, son muy serios. Y nadie serio entra por la puerta falsa", expresó.
¿Significa eso que China ya no le hincará el diente a los yacimientos argentinos? Parece que no. La prensa económica china y analistas consultados por El Confidencial tienden a pensar que, tras la salida de Repsol, se seguirán buscando fórmulas de colaboración entre China y Argentina, aunque admiten que el último golpe de timón del populismo peronista obligará a actuar con cautela y a pensárselo dos veces.
El vicepresidente de la Sociedad China de Energía, Zhou Dadi, aseguraba que podría interesar “independientemente del contexto político y económico”. Lo cierto es que Pekín ha demostrado en infinidad de ocasiones su disponibilidad a entrar allí donde ningún país o multinacional se atreven. Lo han hecho en los últimos años, por ejemplo, en Irak o Afganistán, asumiendo contratas de minería y petróleo que el resto de competidores descargó por su elevado riesgo. Y es que el abastecimiento de energía es una de las prioridades estratégicas del país más poblado del mundo, que necesita cerca de 8 millones de barriles de petróleo al día para mitigar su dependencia del carbón y satisfacer la creciente demanda de su industria y su población.
Dos no bailan si uno no quiere. ¿Querrá hacerlo Argentina, una vez que se le pase el fervor patriótico? Porque, con la resaca, tendrá que afrontar cómo financiar la explotación de YPF. Se calcula que hacen falta unos 250.000 millones de dólares para explotar los nuevos yacimientos que tanto necesita su economía para solucionar los problemas energéticos y el desabastecimiento provocado por las nefastas políticas de los últimos años. ¿De dónde van a sacar tanta “plata”?
Kirchner acusaba a Repsol de haber sido capaz de invertir lo necesario, pero sus atribuladas cuentas públicas no parecen en condiciones de asumir un plan más ambicioso que lo que proponía Brufau. Su situación es aún peor que los de España: un déficit galopante y una prima de riesgo rozando los mil puntos y el cuarto peor destino del mundo para invertir, según CME Market Data.
Liquidez china para Vaca Muerta
Los mimbres están listos para que acabe en boda. O al menos en tórrido romance. No hay nadie ahora mismo con más liquidez y tragaderas que Pekín para meterse hasta las rodillas en Vaca Muerta. Además, el modelo de expropiación diseñado por los peronistas deja la puerta abierta a asociaciones o financiación exterior. En palabras de Kirchner “no es una estatalización, sino una nacionalización”, una frase que, según Clarín y La Nación, podría expresar que el Gobierno está haciéndole hueco a un socio con capital. Medios digitales argentinos empezaban a sugerirlo ya hoy, señalando por cierto hacia Oriente.
No es disparatado pensar que a medio plazo se busquen fórmulas de cooperación que permitan a Argentina mantener la soberanía sobre sus recursos. China es siempre flexible al respecto: a muchos otros países ha ofrecido financiación para explotar yacimientos a cambio, por ejemplo, de un “número X” de metros cúbicos de hidrocarburo al año. Son sólo hipótesis, por supuesto. Un experto de la Academia de Ciencias Sociales lo resumía ayer así por teléfono: “La explotación de petróleo es complicada en todo el mundo y el mercado está copado, mientras que las energías alternativas tardarán en cuajar. Argentina tiene los recursos que queremos y, si necesita dinero, sabe que con nosotros puede contar”. (Seleccionado de la web española de El Confidencial del 18-04-2012)
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