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lunes, 21 de junio de 2010

Los putos y las Putas



Así intitula D.Pío Moa un artículo de su autoría, publicado en un medio español, en el que se describen las políticas emprendidas por las autoridades educativas españolas en torno a la educación sexual de los niños. En España se decidió obligatoriamente, impartir la citada materia, con el propósito mediato de evitar embarazos no deseados y a fin de impedir la transmisión de enfermedades sexuales. Este propósito tan noble, en su concreción, resultó una herramienta sumamente eficaz, al ser también utilizada con propósitos subalternos, como en nuestro país, donde advertimos azorados a la utilización de la educación sexual, con el fin de destruir a la familia, la célula de la sociedad.

Tras leer el citado artículo,nos damos cuenta que tanto en España, como en la Argentina los funcionarios encargados de la Educación, no hesitan en acudir a los mas bajo y execrables procedimientos, con el fin de aniquilar la tradicional enseñanza inculcada a los educandos. Es evidente que se impone el clásico dicho de que el fin justifica los medios.

"No es que los responsables sean pederastas (pueden serlo o no), sino que cuando promueven desde las escuelas cualquier tipo de relaciones sexuales están aprovechando la inmadurez infantil para manipularla e imponerle ciertas concepciones ideológicas.
Algo excesivas me han parecido las disculpas pedidas por García Serrano a causa de sus insultos a una consejera o algo así de la Generalidad. Evidentemente, llamar "zorra" o "guarra" a alguien en concreto, a quien no se conoce personalmente, es desde luego inadecuado, pero no es menos evidente, dejando aparte las personas concretas, que la política llamémosla sexoeducativa seguida por la Generalidad, y en general el Gobierno del país, podría calificarse de pedofilia sin ningún reparo. No es que los responsables sean directamente pederastas (pueden serlo o no), sino que cuando, so pretexto de "educación sexual", promueven desde las escuelas la masturbación y cualquier tipo de relaciones sexuales, tratando el asunto en un plano "zoológico", como decía Julián Marías, están entrando en el terreno más privado e íntimo, aprovechando la inmadurez infantil para manipularla e imponerle ciertas concepciones ideológicas: básicamente que el acto sexual es una mera diversión placentera, y que carece de importancia como o con quién se lleve a cabo, o las consecuencias (las adolescentes pueden abortar, simplemente, hoy todo son facilidades). Hace poco una lectora de mi blog denunciaba cómo en un programa de Julia Otero algunas personas relacionadas con el caso Arny se presentaban como educadores "responsables" de los niños en cuestiones tan complejas como esas. En un plano menos directo, eso es precisamente lo que hacen hoy los políticos (con las excepciones de rigor) ocupados en lo que llaman educación.

Naturalmente, no lo hacen porque sí o por mera perversión. Lo hacen porque, según aseguran, esa concepción de la sexualidad es "liberadora". Como ideología sistemática, tal concepción no tiene muchos años, pero como idea difusa resulta antiquísima: la ha sostenido siempre la gente dedicada al negocio de la prostitución (no olvidemos que esos políticos también cobran por sus "lecciones"), los que suelen llamarse "putos y putas" en ese brusco lenguaje popular que los políticos (siempre con las obligadas excepciones) encuentran muy ocurrente cuando se aplica a los curas o a la religión, por ejemplo, pero algo menos cuando, con muchas más razones, se les aplica a ellos. Sabemos, además, que tales educaciones están en la base del cada vez más masivo fracaso matrimonial y aborto, de la proliferación de familias monoparentales y "desestructuradas", hijos criados en pésimas condiciones afectivas, etc. Pero salta a la vista, nuestros políticos (excepciones aparte) piensan que la diversión es un valor máximo, aunque su práctica tenga algunos pequeños costes como los citados.

He dicho en varias ocasiones que los ciudadanos deben exigir a los políticos consecuencia con las ideas que difunden (insisto en las excepciones). Si la sexualidad liberadora es como ellos la pintan, tienen el deber moral de predicar con el ejemplo y aprovechar los modernos medios, en particular la televisión, saliendo en ella ministros y ministras, consellers y conselleras, etc., contándonos sus ejemplares y liberadas vidas sexuales, dando lecciones prácticas de sexo normal y homosexual, con animales, masturbándose, cambiando de pareja, etc., y demostrando que están por encima de los celos y demás retrogradeces, como hacían los cultos izquierdistas de quienes nos habla Esther Tusquets en sus memorias. Tienen esa obligación moral, política y ciudadana. Y los políticos que sean padres deben mostrar asimismo ante las cámaras, entre sonrisas de desenvuelta felicidad, cómo educan a sus hijos en tales prácticas, porque la educación debe empezar por casa.

Desgraciadamente la ciudadanía, adormecida con la tele basura, la pornografía, el botellón y demás zarandajas, olvida sus derechos y no exige a los responsables que exhiban ellos mismos la conducta liberada que tanto promueven. Pues, ya se sabe, una cosa es predicar y otra dar trigo, como siempre. (Seleccionado de la web española de Libertad Digital, un artículo de D.PíoMoa aparecido, el 18-06-10).

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