Hoy se cumplen 35 años del fallecimiento de un Líder, a quien los "peronistas" contemporáneos, los oficialistas,sin rubor alguno ni lo recuerdan. Salvo en época electoral. Creemos que las principales causas de esta singular amnesia podemos advertirla facilmente, en el contenido de ciertos discursos, referidos al marxismo, doctrina que el general Juan Domingo Perón combatió tenaz y fervorosamente. De allí que hoy no veremos un homenaje oficial, ni una rememoración partidaria del Partido Justicialista ni una mención oficial, emanada del gobierno de este signo, que ni un representante enviará, al lejano San Vicente, lugar donde reposan sus restos, por disposición de las actuales autoridades.
“El Capitalismo ha sucumbido ya frente al comunismo porque no es una doctrina, sino una torpe forma del materialismo explotador que, precisamente, constituye la causa, en tanto el comunismo es la consecuencia. Mientras el capitalismo insista en sus abusivos sistemas de explotación humana y la explotación del hombre por el hombre sea su norma, el comunismo irá adelante con su ritmo tan rápido, como intenso sea el egoísmo capitalista en su ritmo de explotación humana. (…).
Cuando nosotros creamos la doctrina justicialista y pusimos en ejecución sus postulados desde el Gobierno Constitucional, capitalizando al Pueblo y asegurando a sus hombres el acceso a la propiedad privada, en poco tiempo casi terminamos con los comunistas. Cuando mediante el plan de viviendas, cada trabajador pudo comprar su casa. Cuando mediante la jubilación universal cada ciudadano aseguró su porvenir contra el infortunio. Cuando los obreros mediante el pago de salarios justos y humanos y el control de los precios ajustados a lo real, pudieron hacer economías y llegaron a poseer ahorros. El comunismo no tenía razón de ser y la gente del Pueblo llegó a reírse, como nos reíamos nosotros, de su prédica.
Uno de los terribles errores del comunismo es precisamente la supresión de la propiedad, que ha surgido allí como una consecuencia reaccionaria contra la desposesión del pueblo ruso en sus antiguas organizaciones un tanto medievales. Pero hoy ya se habla allí de la necesidad de reimplantar la propiedad privada, como consecuencia de la experiencia recogida en casi cuarenta años de colectivización. El derecho de posesión es consubstancial con el hombre, desde que el cavernario ocupó la primera cueva que lo fijó a la tierra, destruyendo su nomadismo inquietante y difícil. ( …)
Es que los pueblos anhelan obtener justicia sin que el comunismo los invada, pero el egoísmo hace imposible tan justa demanda y prefiere arrastrado y barrido por las hordas rojas, antes de claudicar de lo que considera su injusto predominio. En las horas actuales lo conservador es evolucionar, porque el que se aferra a conservarlo todo, se expone a perderlo todo, incluso las orejas. ( …)
Las masas populares de nuestro Continente, trabajadas durante más de cincuenta años por la prédica marxista del Socialismo, están preparadas para cualquier cosa, en ese sentido. Nosotros, los argentinos mismos, que hemos trabajado incesantemente durante estos diez últimos años, para desterrar el marxismo de las masas, mediante el único expediente racional de oponerle la prédica y la realidad de una doctrina mejor, no estamos seguros aún de que hayamos obteniendo un éxito definitivo. ( …) Para los pueblos, el problema se presenta como el nacimiento de un nuevo imperialismo que reemplazará al anglosajón que llega a su fin. Varios siglos de dominio lo han desgastado y desprestigiado frente a los pueblos, que ahora comienzan a preguntarse si el nuevo imperialismo soviético podrá ser peor o mejor que el que la humanidad ha soportado durante los últimos siglos. Esa es la realidad, aunque muchos la oculten o tengan temor de expresarla. ( …)
En todos los países latinoamericanos existe un fermento terrible, mal disimulado a través de los vaivenes de la política criolla, tan rica en recursos aleatorios en la realidad. Los problemas son en cambio de carácter social y reivindicativo. La solución política no los satisface, ni los satisfará jamás, mientras subsistan los verdaderos problemas que dan nacimiento y vivencia a la inquietud social de los explotados. De ello se infiere que es necesario "tomar el toro por las astas" y encarar las reformas necesarias, como un seguro de vida contra el comunismo, cuya prima será más elevada a medida que el peligro crezca, como sucede en todos los sistemas de seguro. ( … )
Frente al cuadro pavoroso de penetración que hemos mencionado nos preguntamos: ¿Que hacemos nosotros contra el comunismo? La contestación es realmente desconcertante, si hemos de atenernos a la realidad y a la verdad. Parecería como si todos, ocupados en sus propios problemas y soluciones, dejaran que los demás realizaran todo en este sentido sin acordarnos de que se trata de un peligro común que es menester que sea encarado también por todos.
Hemos visto en el " caso argentino" antes descrito, como se ha dado allí lugar a que el comunismo alcanzara sus más alto exponente representativo, merced a las facilidades que la dictadura ha puesto a su alcance, permitiéndole que actuara en los más codiciados los sectores para su acción: la Universidad y los gremios obreros. Ello ha sido posible solamente porque la dictadura que ha preferido entregar al comunismo esos sectores a fin de "desperonizarlas", sin darse cuenta de que con ello entronizaba el mayor peligro a cambio de un apoyo político que puede serles fatal.
Pero este ejemplo Argentina no es caso aislado, mas bien podríamos decir que es la regla entre los políticos sin principios, que en busca de ventajas circunstanciales olvidan lo permanente. Ellos hacen en la política interna, lo mismo que se ha hecho en la política internacional, cuando los occidentales aliados a los comunistas destruyeron a Alemania e Italia que, pese a sus regímenes, no representaban un peligro semejante al que hoy representa el comunismo en vías de dominar el mundo. Y lo que el comunismo ha hecho en el mundo no se debe a su propia acción, si no más bien a las valiosas ayudas que sus enemigos le han prestado. Lo mismo ocurre en la política interna donde los partidos comunistas progresan por la acción de los demás partidos que cometen la ingenuidad de pensar que ellos se pueden servir del comunismo.
El mundo está hoy sembrado de organizaciones políticas, económicas, sociales, publicitarias, científicas y culturales que no son más que colaterales disimuladas del Partido Comunista Internacional. Estados Unidos mismo está penetrado por esas organizaciones y por lo tanto, tiene y la "quinta columna" dentro. Los numerosos casos descubiertos no hacen sino evidenciar que aún queda mucho por descubrir y que la desaprensión y descuido están en todas partes.
Pero la más lamentable es que las organizaciones colaterales creadas por nosotros para combatir comunismo, no pasan de ser burdas simulaciones, en las que los aprovechados tratan de sacar ventajas personales, de lo que debería ser una cosa tan sería y tan responsable.
(http://www.libreopinion.com/members/justicialismo/especial/comunismo01.htm)
Cuando nosotros creamos la doctrina justicialista y pusimos en ejecución sus postulados desde el Gobierno Constitucional, capitalizando al Pueblo y asegurando a sus hombres el acceso a la propiedad privada, en poco tiempo casi terminamos con los comunistas. Cuando mediante el plan de viviendas, cada trabajador pudo comprar su casa. Cuando mediante la jubilación universal cada ciudadano aseguró su porvenir contra el infortunio. Cuando los obreros mediante el pago de salarios justos y humanos y el control de los precios ajustados a lo real, pudieron hacer economías y llegaron a poseer ahorros. El comunismo no tenía razón de ser y la gente del Pueblo llegó a reírse, como nos reíamos nosotros, de su prédica.
Uno de los terribles errores del comunismo es precisamente la supresión de la propiedad, que ha surgido allí como una consecuencia reaccionaria contra la desposesión del pueblo ruso en sus antiguas organizaciones un tanto medievales. Pero hoy ya se habla allí de la necesidad de reimplantar la propiedad privada, como consecuencia de la experiencia recogida en casi cuarenta años de colectivización. El derecho de posesión es consubstancial con el hombre, desde que el cavernario ocupó la primera cueva que lo fijó a la tierra, destruyendo su nomadismo inquietante y difícil. ( …)
Es que los pueblos anhelan obtener justicia sin que el comunismo los invada, pero el egoísmo hace imposible tan justa demanda y prefiere arrastrado y barrido por las hordas rojas, antes de claudicar de lo que considera su injusto predominio. En las horas actuales lo conservador es evolucionar, porque el que se aferra a conservarlo todo, se expone a perderlo todo, incluso las orejas. ( …)
Las masas populares de nuestro Continente, trabajadas durante más de cincuenta años por la prédica marxista del Socialismo, están preparadas para cualquier cosa, en ese sentido. Nosotros, los argentinos mismos, que hemos trabajado incesantemente durante estos diez últimos años, para desterrar el marxismo de las masas, mediante el único expediente racional de oponerle la prédica y la realidad de una doctrina mejor, no estamos seguros aún de que hayamos obteniendo un éxito definitivo. ( …) Para los pueblos, el problema se presenta como el nacimiento de un nuevo imperialismo que reemplazará al anglosajón que llega a su fin. Varios siglos de dominio lo han desgastado y desprestigiado frente a los pueblos, que ahora comienzan a preguntarse si el nuevo imperialismo soviético podrá ser peor o mejor que el que la humanidad ha soportado durante los últimos siglos. Esa es la realidad, aunque muchos la oculten o tengan temor de expresarla. ( …)
En todos los países latinoamericanos existe un fermento terrible, mal disimulado a través de los vaivenes de la política criolla, tan rica en recursos aleatorios en la realidad. Los problemas son en cambio de carácter social y reivindicativo. La solución política no los satisface, ni los satisfará jamás, mientras subsistan los verdaderos problemas que dan nacimiento y vivencia a la inquietud social de los explotados. De ello se infiere que es necesario "tomar el toro por las astas" y encarar las reformas necesarias, como un seguro de vida contra el comunismo, cuya prima será más elevada a medida que el peligro crezca, como sucede en todos los sistemas de seguro. ( … )
Frente al cuadro pavoroso de penetración que hemos mencionado nos preguntamos: ¿Que hacemos nosotros contra el comunismo? La contestación es realmente desconcertante, si hemos de atenernos a la realidad y a la verdad. Parecería como si todos, ocupados en sus propios problemas y soluciones, dejaran que los demás realizaran todo en este sentido sin acordarnos de que se trata de un peligro común que es menester que sea encarado también por todos.
Hemos visto en el " caso argentino" antes descrito, como se ha dado allí lugar a que el comunismo alcanzara sus más alto exponente representativo, merced a las facilidades que la dictadura ha puesto a su alcance, permitiéndole que actuara en los más codiciados los sectores para su acción: la Universidad y los gremios obreros. Ello ha sido posible solamente porque la dictadura que ha preferido entregar al comunismo esos sectores a fin de "desperonizarlas", sin darse cuenta de que con ello entronizaba el mayor peligro a cambio de un apoyo político que puede serles fatal.
Pero este ejemplo Argentina no es caso aislado, mas bien podríamos decir que es la regla entre los políticos sin principios, que en busca de ventajas circunstanciales olvidan lo permanente. Ellos hacen en la política interna, lo mismo que se ha hecho en la política internacional, cuando los occidentales aliados a los comunistas destruyeron a Alemania e Italia que, pese a sus regímenes, no representaban un peligro semejante al que hoy representa el comunismo en vías de dominar el mundo. Y lo que el comunismo ha hecho en el mundo no se debe a su propia acción, si no más bien a las valiosas ayudas que sus enemigos le han prestado. Lo mismo ocurre en la política interna donde los partidos comunistas progresan por la acción de los demás partidos que cometen la ingenuidad de pensar que ellos se pueden servir del comunismo.
El mundo está hoy sembrado de organizaciones políticas, económicas, sociales, publicitarias, científicas y culturales que no son más que colaterales disimuladas del Partido Comunista Internacional. Estados Unidos mismo está penetrado por esas organizaciones y por lo tanto, tiene y la "quinta columna" dentro. Los numerosos casos descubiertos no hacen sino evidenciar que aún queda mucho por descubrir y que la desaprensión y descuido están en todas partes.
Pero la más lamentable es que las organizaciones colaterales creadas por nosotros para combatir comunismo, no pasan de ser burdas simulaciones, en las que los aprovechados tratan de sacar ventajas personales, de lo que debería ser una cosa tan sería y tan responsable.
(http://www.libreopinion.com/members/justicialismo/especial/comunismo01.htm)