Antonio Brufau, Presidente de Repsol
Es la noticia del momento. Después de más de año y medio de conflicto Argentina está dispuesta a pagar a Repsol por la expropiación de su participación en YPF. En la noche del lunes, el gobierno argentino y el español alcanzaron un principio de acuerdo por el que se establecería un justiprecio de unos 5.000 millones de dólares, que el gobierno del país pagaría con deuda pública, por el 51% que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner arrebató a la petrolea declarando esas acciones de clase D de interés público.
No
obstante, la oferta de Argentina tiene truco. No hay que olvidar que se
trata de un país está en litigio con sus acreedores, principalmente
de Estados Unidos. Pero no es el único. El Club de París, al que debe
todavía 6.750 millones de dólares, entiende que "un nuevo default
es casi inevitable, aunque no inmediato" teniendo en cuenta que lo
más probable es que la Corte Suprema estadounidense acabe por fallar contra el
país latinoamericano, según se desprende de un documento interno que hizo
público la semana pasada el diario Ámbito Financiero. Considerando este contexto, la
forma de pago establecida podría ser un caramelo envenenado.
De ahí
que Repsol, antes de pronunciar la última palabra sobre si hay trato en su
Consejo de Administración,
pida garantías reales de pago. Y es que, aunque es verdad que al menos esta
solución supone para Repsol tener un activo líquido -ya es algo más que la
última oferta que hizo Argentina a la española para invertir
en el yacimiento de Vaca Muerta que le habían expropiado-, esos 5.000
millones de dólares encierran mucho peligro y no son nada seguros
teniendo en cuenta que la deuda argentina ha sufrido fuertes
descensos en el mercado.
Porque,
sobre todo, lo que hay que tener en cuenta es que Repsol va a
recibir 5.000 millones de dólares de bonos basura, ya
que esta es la calificación que las agencias conceden a Argentina. La última en
actuar fue Standard & Poor's, que en septiembre
rebajó el rating argentino en un escalón, desde B- hasta
CCC+, siete niveles por debajo del grado de inversión -el que
distingue a los emisores más fiables- y con perspectiva negativa, con lo
que mantiene la posibilidad de acometer más recortes.
Las
otras dos grandes agencias, Fitch y Moody's, también
consideran que la deuda argentina es de alto riesgo o basura. La nota
crediticia de Fitch es CC, ocho peldaños por debajo del grado de
inversión, y la de Moody's, B3, seis escalones por
debajo.
Estas
bajas calificaciones, reflejo de la poca confianza con respecto a la solvencia
de Argentina, pasan factura a sus bonos en el mercado. A falta de conocer
los plazos y los tipos de interés oficiales contemplados en el acuerdo, fuentes
cercanas a la compañía aseguran que los vencimientos se encontrarán en un rango
de entre los 5 y 10 años, bonos que cotizan con unos descuentos de
entre un 20% y un 30%. Un ejemplo se puede encontrar en los títulos
que se emitieron en 2005 con vencimiento en 2033. Se colocaron a la par
-100- y ahora cotizan a 78,75, con una caída superior al 20% desde el
momento de la emisión. En paralelo, el cupón del 8,28% se ha convertido en una
rentabilidad del 11,23% en la actualidad.
No en
vano, la amenaza permanente de default después de la quiebra del
país en 2001 y la inseguridad jurídica absoluta de Argentina -que Repsol ha
sufrido en sus propias carnes- hace que la desconfianza del mercado sea
tal que los seguros frente al impago (CDS por sus siglas en
inglés) de los bonos a cinco años argentinos sean los más caros del
mundo -1.861 puntos-, por encima, incluso, de los de Venezuela,
que se encuentran en los 1.200 puntos. Es decir, que el coste de
asegurar una cartera de 10 millones de bonos argentinos es de 1,86
millones de dólares. En el caso de los CDS a diez años el precio no es
mucho mejor, 1.425 puntos, mientras que el riesgo a un año se dispara a 2.757
puntos, lo que demuestra que la mayor desconfianza se respira a corto plazo.
A pesar
de ello, ayer los inversores entendieron que menos da una piedra. Sus
acciones se dispararon un 4,3%, hasta los 19,24 euros, en tanto
que el mercado había descontado que la petrolera no iba a recibir nada por el
expolio. Y eso que, aunque esos 5.000 millones de dólares fueran tan cual, la
compañía tendría que llevar a cabo unas provisiones de 2.000 millones de euros
porque tiene valorada la participación en libros en 7.000 millones de dólares. (Seleccionada de El Confidencial del 27-11-13)
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