La madre de Diego Armando Maradona, doña Dalma Salvadora Franco, llamada Tota, desciende de inmigrantes pobres del sur de Italia. El padre, Diego Maradona, llamado Chitoro, tiene ascendencia indígena. Originarios de las provincias subtropicales de Argentina próximas a Paraguay, se trasladaron a Buenos Aires en busca de oportunidades. Así, se instalaron en una villa miseria, Villa Fiorito, signada por la delincuencia. Tota se colocó como empleada de hogar, y Chitoro en una fábrica que trituraba huesos de animales. El hogar era peronista y de bajo nivel cultural. Diego nació fuera del matrimonio, en 1960; Tota y Chitoro sólo se casaron después de que nacieran tres de sus ocho hijos.
El gran talento futbolístico de Diego se manifestó muy pronto, y a los ocho años ya jugaba en el club Cebollitas. No terminó la primaria, y como consecuencia de ello tendrá siempre un vocabulario básico y una gramática elemental; no ha demostrado jamás interés por completar su formación. Por otro lado, no ha contado con buenos asesores. Para empezar, su propio padre y el amigo de infancia que fue su agente durante muchos años, Jorge Cyterszpiler, lo vieron desde el principio como una manera de ganarse la vida ellos. A los dieciséis años ya jugaba en la primera división argentina, y en 1981 aceptó un contrato con el famoso club Boca Juniors, por un monto muy elevado. Aún adolescente, se hizo novio de Claudia Villafañe, su vecina de Villa Fiorito, sin que por ello dejase de salir de juerga con los amigos. Por recomendación de su amigo y agente, Maradona transfirió parte de su dinero a una empresa registrada en Liechtenstein. A los veinte años, su cuerpo empezó a protestar por el ejercicio físico desmesurado: Maradona había desarrollado una vulnerabilidad a las lesiones, pero seguía rayando a gran altura.
Se ha dicho que, desde la visita de Evita a Franco en 1947, ningún argentino había despertado tanto interés en España como Maradona cuando llegó, con veintiún años, a Barcelona, en junio de 1982. Sin embargo, su paso por el Barça no resultó lo exitoso que se había esperado. El club azulgrana tenía en ese momento tres estrellas: Schuster (alemán), Simonsen (danés) y el propio Maradona. La realidad demostró que éstos, el presidente de la entidad, Josep Lluís Núñez, y el técnico del primer equipo, Udo Lattek, conformaban un cóctel imposible de temperamentos y voluntades. El argentino, de hecho, no se incorporó plenamente al equipo, pues tenía su entrenador personal, Signorini.
Cuando Maradona se instaló en Barcelona, trajo consigo desde Argentina toda una corte de los milagros, compuesta por familiares y amigos, que vivía con él. Eran sus ayudantes personales. Los comentaristas utilizan palabras como "parásitos" o "piratas" para calificarlos. Para poder seguir viviendo del futbolista, le adulaban. Tan era así, que Maradona vivía inmerso en lo que se ha venido a denominar el sidieguismo: y es que todos le decían: "Sí, Diego". En lo económico, el tren de vida del clan fue el imaginable. Eran famosas las fiestas en la casa de Maradona, caracterizadas por el mal gusto y en las que se rumoreaba abundaban las prostitutas y las drogas. Todo parece indicar que, a pesar de haber grabado un spot publicitario contra la droga, fue en Barcelona y en el mismo 1982, cuando contaba 22 años, que Maradona probó la cocaína por vez primera. De hecho, eso fue lo que confesó dieciséis años más tarde, una vez dejó de negar su adicción. Por cierto, las empresas que se montaron con su dinero fracasaron.
El pibe de oro estuvo dos temporadas en el Barça, pero sólo llegó a jugar la mitad de los partidos: el resto se los perdió por lesiones y enfermedades, principalmente. Es conocido que, en un partido contra el Athletic celebrado el 24 de septiembre de 1983, el defensa vasco Goikoetxea le rompió el tobillo, posiblemente a propósito, lo cual le tuvo alejado de las canchas durante largo tiempo. Otro incidente muy comentado sucedió durante otro partido contra el Athletic, en Bilbao y el 5 de mayo de 1984: delante del Rey, Maradona se dejó provocar y acabó inmerso en una tángana con ribetes de riña barriobajera. La mala impresión que produjo el espectáculo hizo que McDonald's retirara al pibe de su publicidad.
Maradona no permitía que nadie le diera consejos. Llegaron a ser famosas las amenazas que dirigió al todopoderoso presidente Núñez cuando éste, en unas declaraciones en París a propósito de las costumbres trasnochadoras del argentino, insinuó que debería cuidarse: enseguida replicó que él salía cuándo y con quien quería, y que no necesitaba justificarse ante nadie. El periodista argentino Pasarelli (1991) comenta que estas palabras son claves para entender a Maradona, pues cree que en ellas se vislumbra un incipiente desarreglo físico y psíquico del futbolista: empieza a ver el mundo como un elemento hostil y busca venganza. Así las cosas, la familia, los amigos y el club podrían haber desempeñado un papel positivo, pero no fue así. Menotti fue como un padre para él, pero un padre muy poco severo; más o menos como otro técnico argentino, Bilardo, que también ha tenido un contacto prolongado con Maradona.
El Barça acabó vendiendo a Maradona al Nápoles, lo cual le pareció al jugador un regalo del cielo. Podía empezar desde cero en otro lugar. Como en Barcelona, al principio todos estaban felices. Maradona llegó a la ciudad italiana el 5 de julio de 1984, y fue recibido como un rey. La esperanza de su nuevo club era ganar la liga y desafiar el poderío de la Juventus del magnate Agnelli y el Milán de Berlusconi.
Cuando el Nápoli ganó la liga, Maradona se convirtió en el rey de Nápoles. Fue tratado como un dios... y él se creyó tal: actuaba como si fuera omnipotente y todo le estuviera permitido. Se puede hablar de una pérdida del sentido de la realidad.
En Nápoles, el clan Maradona no destacó porque había otros clanes y abundaban los nuevos ricos. El futbolista llegó a tener amistades peligrosas, y siguió con el mismo tipo de vida desordenada. Por otro lado, recibió signos de aceptación social: fue recibido en audiencia por el Papa, y nombrado embajador de la Unicef... y "embajador del deporte" por parte del presidente argentino, Carlos Menem.
Entró en su vida otro agente argentino, Guillermo Coppola, quien tampoco resultó ser una buena influencia sobre él.
En el mundial de México (1986), Argentina jugó en cuartos contra Inglaterra. Solo habían pasado tres años del final de la guerra de las Malvinas. El primer gol de la albiceleste no debió subir al marcador, porque Maradona lo metió con la mano. Los ingleses protestaron enseguida, pero el árbitro no vio la maniobra ilegal, tampoco el juez de línea, lo cual es curioso. Después, el pibe metió otro gol, magnífico y legítimo. Al final, Argentina ganó por 2 a 1. Durante muchos años, Maradona repitió, con característica ambigüedad, que fue "la mano de Dios" quien metió el primer gol. Hubo un debate sobre si el propio jugador sabía que el gol fue ilegal; sólo al cabo de muchos años admitió que había engañado a todos. Por eso, se puede hablar de otro enigma: Maradona está en la cumbre de su carrera y es capaz de hacer ese segundo gol, uno de los más hermosos de la historia del fútbol; entonces, ¿por qué hace trampa? Se combina en él un nivel extraordinario de destreza, fuerza, rapidez y sentido del juego con una amoralidad que socava el espíritu mismo del juego.
México fue el mejor momento de la vida profesional de Maradona; cuando volvió a Italia, empezó el derrumbe. Una joven italiana, Cristina Sinagra, dio a luz un varón, hijo de Maradona, pero el futbolista no lo reconoció. Al mismo tiempo, se negó a someterse a un análisis de paternidad para resolver el asunto. Sinagra le denunció ante un tribunal, y Maradona se verá inmerso en pleitos durante tres años y medio. Se había metido en una situación embarazosa, y nunca mejor dicho: por esas mismas fechas también estaba encinta su novia de toda la vida, Claudia Villafañe, que le dará ésa y otra hija más.
Por si eso fuera poco, el nombre de Maradona se relacionaba cada vez más con el mundo de la droga y la Camorra. Varias prostitutas dieron testimonio sobre cómo el futbolista las había contratado y ofrecido droga. Además, sus problemas físicos no le daban tregua: el tobillo seguía doliéndole, y para jugar precisaba de la cortisona. También seguían ahí las noches de copas, las interminables horas de fiesta y las mujeres peligrosas.
En 1988, Maradona marcó 15 tantos en 28 partidos, lo que le convirtió en el máximo goleador de la liga italiana. Sin embargo, las habladurías a propósito de sus andanzas fuera de la cancha ocupaban más a los medios de comunicación que sus proezas en ella. Él no se daba cuenta de la gravedad de la situación. No acudía a los entrenamientos matutinos, y no viajaba con los compañeros a los partidos que se disputaban fuera de Nápoles.
Entonces, dio positivo en un control antidoping. Maradona dirá que no usó la cocaína para mejorar su rendimiento deportivo. Hablará de un complot. No parecía darse cuenta de que la cocaína es una sustancia ilegal.
En medio de todo esto, decidió casarse con Claudia, con sus hijas (Dalma y Giannina) como damas de honor. La boda se celebró en la catedral de Buenos Aires, nada menos, y los invitados europeos fueron trasladados a Argentina en un jet privado. A la ceremonia le siguió la fiesta, en el Luna Park y con 1.500 invitados. Camino del Registro Civil, Maradona golpeó a un reportero.
El siguiente mundial se disputó en Italia en 1990, y también dejó su impronta en la vida de Maradona. En semifinales, Argentina eliminó a Italia en los penaltis. El partido se jugó en Nápoles. Los italianos, hartos de Maradona y soliviantados por la eliminación de su selección a manos de la albiceleste, animaron en la final a Alemania, que acabó venciendo por 1-0. Las cámaras captaron en primer plano los lagrimones del Maradona derrotado.
Más escándalos. En 1991, Maradona fue detenido en Italia por consumo y posesión de estupefacientes. En la prensa su publicaron fotos en las que se le veía con gente de la Camorra. También en 1991, en Buenos Aires, la policía registró un piso donde se encontraba el futbolista, y las imágenes de éste con las pupilas dilatadas y barba de varios días dieron la vuelta al mundo. A partir de entonces fueron pocas las empresas que se mostraron interesadas en contratarle como reclamo publicitario.
Durante el mundial de Estados Unidos (1994), Maradona dio positivo otra vez en un control antidoping. Para más de un argentino, se trató de una conspiración contra el combinado albiceleste. A raíz de ese episodio, Maradona odia los Estados Unidos.
El pibe empezó a engordar, y durante un tiempo apenas pudo moverse. En 1995, por primera vez fue a Cuba, invitado por Castro. En la Isla se sometió a varias curas de desintoxicación y, en Colombia, a una operación para hacer frente a la obesidad: perdió así 50 kilos. Varios años más tarde, Castro le pidió que se pusiera al frente de las protestas contra el presidente norteamericano Bush con motivo de la cumbre iberoamericana celebrada en Mar del Plata: él cumplió gustoso los deseos del dictador cubano y el mundo entero le vio, en compañía de Chávez, sobre un fondo de banderas rojas y fotos del Che Guevara.
Gantman y Burgo (2005), dos periodistas argentinos, han reunido las mil mejores frases pronunciadas por Maradona durante sus largos años de vida pública. Frases como las siguientes: "Les ofrezco mil disculpas a los ingleses, de verdad, pero volvería a hacerlo una y mil veces. Les robé la billetera sin que se dieran cuenta, sin que pestañearan". "La mano de Dios fue una picardía, y no se ve en el fútbol europeo, sólo en el sudamericano. Y lo volvería a hacer. ¿O se pensaban que le iba a decir al árbitro: 'No señor, lo hice con la mano. Anúlelo'?" (declaración de 1998). "Tengo el orgullo de ser amigo de Fidel, que es el más grande de la historia viviente. No soy comunista, soy fidelista a morir" (2000). "Me molesta que el Che no esté en las escuelas argentinas y que el gobierno no haya pedido por la repatriación de sus restos" (2000). "El mejor homenaje que le puedo hacer al Che es este tatuaje en mi brazo derecho" (2000). Para la comparación con Pelé es importante saber que ha declarado: "Déjenme vivir mi vida. Yo no quiero ser un ejemplo".
Burns Marañón (2005), periodista anglo-español, ha vivido largas temporadas en Argentina. Califica la mano de Dios como una "viveza", una de esas picardías que tanto gustan en Argentina. Cree que el concepto inglés de juego limpio importa menos en Argentina que la admiración por la viveza. El sociólogo argentino Mafud (1992) cree que la simpatía con que se contempla la viveza criolla en su país tiene que ver con que éste fue un destino de gente que se consideraba de paso. No se erigieron hogares y herencias para dejar a los hijos. El típico pícaro, apunta Mafud, es un hijo ilegítimo o un huérfano que intenta inspirar compasión en el otro; un pesimista total que, por eso mismo, mantiene una actitud egoísta. Cuando muchos se encuentran en esa situación, la viveza criolla llega a ser un hábito colectivo. Hay que diferenciar entre el humor y la viveza, insiste Mafud. El humor se basa en los valores comunes, mientras que la viveza pasa por burlarse de alguien y aprovecharse de su confianza. El humor es social; la viveza, antisocial. Típicamente, el vivo tiene un problema con el concepto de autoridad.
Según una encuesta reciente, el 51% de los argentinos ve en Maradona a la persona que más se corresponde con la imagen que tienen de sí mismos. El mundo del rock y del pop ha celebrado la mano de Dios: por ejemplo, estrellas como Fito Páez y Manu Chao.
El psicoanalista argentino Bernstein (1997) estudia al futbolista en Maradona: iconografía de una nación. A su juicio, el pibe de oro es el gran referente de los argentinos y encarna la esencia de lo argentino. Menciona los problemas de Maradona de aprender, pero añade que están conectados con su grandeza: si su mente fuera lógica, sería incapaz de la rápida reacción que es su fuerte. Bernstein ve el fútbol como la nueva tragedia griega, pues contiene ritual, dolor, fracaso y unas pocas victorias. Por otro lado, subraya que Maradona solía mostrarse siempre con sus hijitas, representativas de la inocencia. Dujovne Ortiz (1993) también adopta una perspectiva psicoanalítica. Cree que Maradona proviene de un entorno de gente con reacciones primarias. Cuando se enfada, la única respuesta que se le ocurre es la venganza.
En su autobiografía Yo soy el Diego de la gente (2000), Maradona, ahora divorciado, se presenta en cada momento como un niño pobre que lucha por salir adelante; es decir, intenta despertar la conmiseración del lector. No menciona los muchos incidentes cuestionables de su trayectoria. Termina el relato constatando que ha llegado a los cuarenta años y afirma que puede mirar de frente a todo el mundo porque no ha hundido a nadie más que a sí mismo.
Maradona ¿es de izquierdas o de derechas? Varios comentaristas han subrayado que una cosa es lo que dice y otra lo que hace. Afirma su simpatía por Castro y el Che, pero en su conducta busca el lujo y la juerga. En otras palabras, es ambiguo. Dice odiar a los ricos, pero obviamente quiere vivir como ellos y ser admitido entre ellos. Se dice católico, y no dejaba de hacer la señal de la cruz antes de entrar a las canchas; sin embargo, cuando el periódico del Vaticano le criticó, reaccionó violentamente contra el Papa.
Ante el asombro de muchos observadores, Maradona fue nombrado técnico de la selección argentina con el objetivo de que la clasificara para la próxima Copa del Mundo: Sudáfrica 2010. Tras lograr en el último suspiro el milagro de evitar la eliminación, en la rueda de prensa cargó con palabras groseras contra los periodistas que le habían criticado durante toda la fase de clasificación. La FIFA le sancionó con una fuerte multa y la prohibición de ejercer cualquier actividad ligada al fútbol durante dos meses. En ese lance demostró de nuevo que la descripción de Dujovne Ortiz acerca de sus mecanismos psicológicos es acertada. Fuente: Libertad Digital-Madrid-España
No hay comentarios:
Publicar un comentario