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viernes, 30 de enero de 2009

El destino del oro del Banco de España por Indalecio Prieto


Poco o casi nada se ha escrito acerca de una operación que, en el fárrago bélico, durante la Guerra Civil Española, pasó casi desapercibido ulteriormente, habida cuenta que sus consecuencias contribuyeron a tapar el escándalo de tal evento. El gobierno español republicano, ordenó, durante el transcurso de la contienda, que se enviaran a Rusia toneladas de oro, 7.800 cajas de oro. Para cuantificar, sin exageración alguna, representaba el envío casi la totalidad de las reservas del Banco de España, reconocido ello por el ministro Indalecio Prieto. Nos reseña Luis Alonso, al respecto: "Ahora que se habla y escribe bastante sobre la guerra civil y al fin se publican muchas cosas sobre la intervención rusa y estalinista en nuestro país nos parece interesante reproducir un documento importante de Indalecio Prieto, ministro de Marina y del Aire en el gobierno de Negrín, que fue publicado hace años en México por el PSOE. Como se verá, Prieto resume en pocas páginas cómo operaron los dirigentes del Partido Comunista francés y que pasó con el oro del Banco de España. El relato revela una verdad que los dirigentes estalinistas han tratado de ocultar durante muchos años:
"Afirmo - he dicho refiriéndome a apoyos que recibimos en el curso de la guerra- que pueden anular o amortiguar nuestra gratitud los aspectos lucrativos del auxilio de la URSS y de los partidos comunistas que la secundaban". Véanse estos ocho puntos que dejé sentados en 1939 y que nadie ha desmentido:

1.—El Partido Comunista francés había administrado, para compras de material de guerra, dos mil quinientos. millones de francos entregados por Negrín, sin que la administración de tan enorme suma la hubiese controlado, poco ni mucho, ningún funcionario del Estado español.

2. El Partido Comunista francés había retirado para sí, quizá como beneficios de intermediario, cantidades considerables del dinero entregado por Negrín.

3. La propaganda, pública primero y clandestina después, del Partido Comunista francés se costeaba con dinero así extraído del Estado español, pues los auxilios de la III Internacional eran nulos y el producto de las cotizaciones distaba muchísimo del gasto enorme de esa propaganda.

4. Avido de dinero, el Partido Comunista francés, rectificando constantemente sus liquidaciones por nadie examinadas, reclamaba con frecuencia mayores sumas a los señores Negrín y Méndez Aspe, (este último, ministro de Hacienda).

5. El espléndido diario comunistoide "Ce Soir", remedo del triunfante "París Soir “, se sostenía con fondos de los suministrados por Negrín

6.- La flota, compuesta de doce buques, perteneciente a la France Navigation, era propiedad de España, pues con dinero español se compraron todos los barcos, no obstante lo cual los comunistas franceses, administradores de dicha Compañía, se negaron a devolverlos, considerándolos suyos.

7.- Uno de los barcos de la France Navigation, el "Winnipeg", se fletó por el S.E.R.E. (entidad de auxilio a los expatriados establecida por Negrín) para transportar exiliados a Chile, aumentando de esa manera sus ingresos los comunistas franceses, mediante el novísimo sistema de arrendar a alto precio a los españoles un buque que pertenecía a los españoles.

8. Parte del tesoro español sacado de nuestro territorio al evacuarse Cataluña estaba custodiado por comunistas franceses.


En cuanto al lucro de Rusia, el relato que ahora reitero aquí es ciertamente asombroso.

El 25 de Octubre de 1936 se embarcaron en Cartagena con destino a Rusia siete mil ochocientas cajas llenas de oro, amonedado y en barras, oro que constituía la mayor parte de las reservas del Banco de España.

Previamente, el señor Negrín, como ministro de Hacienda (todavía no era presidente del Consejo), obtuvo el acuerdo del Gobierno y la firma del Presidente de la República para un decreto autorizándole las medidas de seguridad que estimara indispensables en cuanto al oro del Banco de España. Como miembro de aquel Gobierno, acepto la responsabilidad que me corresponde por el acuerdo, aunque ni los demás ministros ni yo conocimos el propósito perseguido. Ignoro si llegó a conocerlo el entonces Presidente del Consejo, Francisco Largo Caballero.

El embarque se verificó con gran misterio. Si yo me enteré fue por pura casualidad, a causa de haber llegado a Cartagena para asuntos del servicio --era yo ministro de Marina y Aire- cuando el embarque se efectuaba bajo la dirección personal de los señores Negrín y Méndez Aspe.

Cuatro empleados del Banco embarcaron en el buque que conducía el precioso cargamento. No se les dijo a dónde iban. Creyeron que desembarcarían en Port Vendres, Sete o Marsella y aparecieron... en Odesa. El 6 de noviembre llegaron con nuestro oro a Moscú. Y allí, ocurrió algo que también merece ser narrado. Los funcionarios del Grosbank miraban y remiraban minutos enteros cada pieza y la pesaban y repesaban. Los empleados del Banco de España, acostumbrados a gran celeridad en operaciones semejantes, no se explicaban tamaña lentitud, por la cual se invirtieron varios meses en el recuento. Pero esta lentitud obedecía al deseo de justificar la permanencia en Rusia de quienes habían ido custodiando la mercancía. A toda costa se quería impedir su regreso a España para que no se divulgara el enorme envío de oro. Las familias de los viajeros se inquietaban por desconocer el paradero de éstos, y para calmar su intranquilidad se las embarcó también, sin decirles adónde iban, y se las llevó a Rusia.

La entrega del oro, tan meticulosamente pesado y medido, había de concluir algún día, y concluyó. Los bancarios creyeron entonces que, terminada ya su misión, tornarían a España. Mas sus reclamaciones en ese sentido ante nuestro Embajador, don Marcelino Pascua, eran inútiles. No se les consentía salir; estaban confinados con sus familias en Rusia. Al cabo de dos años, cuando la guerra se extinguía, el Encargado de Negocios, don Manuel Martínez Pedroso, logró romper aquel confinamiento. Pero a los cuatro bancarios no se les repatrió. En España podían hablar más de la cuenta. Y con objeto de evitarlo se les desparramó por el mundo: uno fue a dar con sus huesos a Buenos Aires, otro a Estocolmo, otro a Washington y otro a México. Al mismo tiempo desaparecían de la escena los altos funcionarios soviéticos que intervinieron en el asunto: el ministro de Hacienda, Grinko; el director del Grosbank, Marguliz; el subdirector, Cagan; el representante del ministerio de Hacienda en dicho establecimiento de crédito, Ivanoski; el nuevo director del Grosbank, Martinson... Todos cesaron en sus puestos, varios pasaron a prisión y Grinko fue fusilado.

Entre tanto, una revista gráfica, "La URSS en Construcción", dedicaba un número especial al aumento de las existencias de oro en Rusia, atribuyéndolo al desarrollo de la explotación de los yacimientos auríferos de Rusia. Era el oro de España. Rusia no ha devuelto ni una sola onza.Indalecio Prieto-México, marzo de 1953" (http:www.fundanin.org./prieto1.htm).

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