"¿Para qué -me decía yo- aumentar, por
otra parte, la desgracia de los que padecen la injusticia quitándoles, de ese
mundo que estaban acostumbrados a contemplar, la visión de la Patria y de la
Fe? Me decía que era como quitar el
cielo de un paisaje. ¿Por qué, en vez de atacar constantemente a la Patria y a la religión, no trataban los “dirigentes
del pueblo” de poner esas fuerzas morales al
servicio de la causa de la redención del pueblo?
Sospeché que aquella gente trabajaba
más que por el bienestar de los obreros, por debilitar a la nación en sus
fuerzas morales. ¡No me gustó el remedio
para la enfermedad! Yo sabía poco pero
me guiaba mi corazón y mi sentido común y volví a mis pensamientos de antes y a
mis propios pensamientos, convencida de que no tenía nada que hacer en aquella
clase de luchas. Me resigné a vivir en la íntima rebeldía de mi indignación. A mi natural indignación por la injusticia social se
añadió, desde entonces, la indignación que
habían levantado en mi corazón, las
soluciones que proponían y la deslealtad de los presuntos “conductores del
pueblo” que acababa de conocer. ¡Me resigné a ser víctima!”.
Los que se autocalifican de “montoneros”, diciéndose “peronistas -a quienes quieran oírlos en el fondo confiesan que son
marxistas- , es evidente que les debe caer muy mal lo
que sostenía Evita, lo que señalaba Perón.
Salvo que para ellos, se haya creado una agrupación peronista a su gusto y
paladar. En la
actualidad podemos observar que para este grupo, todo se trata de un negocio
mercantil de la peor laya. Esta juventud, denominada a veces como “jóvenes utópicos” o “juventud maravillosa”, no
tiene la menor idea de que su ídolo, su Líder el
General Juan Domingo Perón, no comulgaba con
la generalmente conocida como “zurda”.
En 1947 el general Perón
la mandó a Evita a diversos países de Europa, como su representante personal. En la
ocasión varios diarios se hicieron eco de tan importante visita. Acotemos que los partidarios de la izquierda la ignoraron.
En cambio los partidarios de la derecha, la recibieron como uno de los suyos,
en forma harto entusiasta. El diario La Vanguardia, de España, el 23 de julio
de ese año nos decía al respecto: “La esposa del
presidente Perón «ha conquistado» París», dicen
los periódicos de derechas, mientras que los
de izquierda guardan el mayor silencio en relación con su estancia en la capital. «L 'Epoque» dice que unas horas han bastado a
la señora de Perón para conquistar a los parisienses. «Esta
gran señora, esposa del Presidente argentino, es una mujer hermosa, llena de gentileza y
sencillez.
A pesar de la
malevolencia y del mal gusto de la Prensa comunista,
los franceses saben con qué interés la señora de Perón ha
defendido siempre, con su marido, la causa de Francia. Los
franceses le han dado muestras de estimación y gratitud». «Le Pays» dice que
«es una «trabajadora extraordinaria, tanto por su misión como por su Juventud y
belleza, su caridad y su dinámica personalidad. «La Matin» titula «su información así: «La
diplomática y bella señora desea probar que la Argentina no es una dictadura».
A continuación se da una completa relación de su visita, de las exportaciones
argentinas a Francia y una entrevista con un diplomático argentino, cuyo nombre
no indica, recalcando los aspectos democráticos del Gobierno de la Argentina. Los directivos de la central obrera de allí o sea la CGT de Francia, eran de origen comunista.
Y sucedió algo insólito para quienes militando en la izquierda criolla,
utilizan el nombre de Evita. Nos señala el mismo periódico: “La Agencia
United Press informa que una delegación de la Confederación General del Trabajo ha
acudido al Ministerio de Asuntos Exteriores para
protestar contra el «innecesario» alarde de atenciones oficiales que se viene prodigando a la esposa del Presidente
argentino durante su estancia en la capital francesa. En la nota
entregada por la mencionada Organización se protesta de la recepción de dicha
visitante por el presidente Auriol y se agrega que el carácter particular de la
visita de la esposa del general Perón daba ocasión para que el Gobierno francés
se mostrara menos comedido en cuanto a la
participación oficial en los agasajos a aquélla”.
Una crónica remitida a Londres, por
correo aéreo, y publicada por el diario español La Vanguardia, el 24 de julio
de 1947, daba cuenta que: “El lunes pasado, mientras esperaba en el aeródromo
de Orly a la esposa del presidente Perón, recordaba el curioso desarrollo de
las campañas que se han hecho aquí en Francia contra la ilustra estadista
argentina. Fueron sus iniciadores los comunistas y la
violencia de las mismas no cesó hasta la negociación, de cierto Tratado o
Acuerdo comercial que vino a demostrar cómo, países ideológicamente distintos,
pueden establecer contactos en el terreno económico cuando los intereses de
ambos coinciden en ellos. Entonces, la Prensa comunista francesa puso
momentáneamente sordina a sus vituperaciones y procuro eludir el tema. Pero el
impulso estaba dado y otros siguieron su inercia. Hay que tener presente para
comprender esto que durante bastante tiempo «L'Humanité» pretendió expresar la
ortodoxia pura de la resistencia. Se asistía con sorpresa a la repetición de
campañas claramente marxistas en periódicos que no lo eran, como si grandes
sectores de la opinión francesa hubiesen perdido durante la guerra su contenido
político y fuesen concavidades sin voz, sólo aptas para el eco.
Esta carencia de iniciativa en los
sectores no comunistas, que ha desaparecido en parte ya, concedía de hecho una
especie de monopolio al que lo era. Aunque no sus entusiasmos, se acataban casi
todos sus odios. Para liberarse de un juicio reaccionario o simplemente
antimarxista, que entonces era bastante comprometedor, ciertos publicistas
trataban de hacer méritos. Y quien sentía un vago sentimiento de pudor que le
impedía tomar a sus propios compatriotas como blanco de su reciente rigor
revolucionario, o buscaba en el terreno internacional. Y con «L'Humanité » a la
vista, disparaban unas veces contra el jefe del Estado argentino y otra» contra
el Jefe del Estado español. Se echaba de ver que ni siquiera se habían tomado
la molestia de enterarse. Eran simples maniobras políticas de tipo personal.
Todo esto me venía a la memoria,
repito, en el aeródromo de Orly, donde dos centenares de personas aguardaban a
la ilustre dama argentina. Si en vez de haber dado a su estancia en París un
carácter puramente protocolario se hubiese hecho algo más popular, no habrían sido
doscientas, sino dos mil las que hubiesen estado en el aeropuerto, parisiense
para recibir a la esposa del presidente Perón, que goza aquí de innumerables
simpatías. Ni es cierto que haya en
Francia, como afirma parte de la Prensa de este país, un sentimiento espontáneo de antipatía hacia el presidente
Perón ni hacia la política que encarna. Hay
reacciones provocadas artificialmente en los medios colonizados por el
marxismo, que no es lo mismo. Antes de ir a Orly, conversé un momento
con el padre Benítez," organizador de esta triunfal embajada europea. El
pensaba que los artículos indecorosos publicados estos días en la Prensa
parisiense, habían sido inspirados por ricos argentinos antiperonistas, de la
capital francesa, y que un hombre liberal que ocupaba la más alta magistratura
del Estado por elección popular y cuya política social alarma a la plutocracia,
no debería despertar recelo alguno entre los trabajadores.
A lo que yo contesté:
—Padre: todo lo que usted dice es
verdad. Pero aquí, en Europa, el marxista odia menos a un régimen antiobrero,
de cuyo derrocamiento está seguro, que a
otro que pueda superarle en el terreno de la justicia social, lo cual
considera su monopolio. Al quedarse únicamente con la exclusiva de la sequedad
espiritual, piensan que han sido objeto de despojo.
Eran poco más de las cinco de la
tarde, cuando el aparato de la Flota Comercial Aérea Argentina, donde viajaba
la señora de Perón, apuntaba en el cielo.
Nuestro embajador señor Aguirre de
Carcer y el ministro de Asuntos Exteriores francés, señor Bidault, que habían
conversado durante la espera, se adelantaron hacia el lugar del aterrizaje,
donde les habían precedido el embajador de la Argentina y otros diplomáticos
sudamericanos. El avión se posó, giró para presentar su flanco izquierdo, el de
la portezuela a las personalidades congregadas en él aeródromo, y se detuvo. La
señora de Perón, comenzó a descender la escalerilla arrimada al trimotor. Iba
vestida de blanco, y sonreía. Una salva de aplausos la acogió. Los fotógrafos
de Prensa sé precipitaron hacia ella después de desigual combate con la
policía, que pretendía alejarlos. La retrataron, sola primero, luego con el
señor Bidault que le había dado efusivamente la bienvenida. Cinco minutos
después, una caravana compuesta por unos treinta o cuarenta coches, se dirigía
rápidamente hacia la capital.
A la puerta del Ritz, en la plaza de
Vendóme, un centenar de argentinos, que no habían podido ir al aeródromo,
esperaban a la ilustre embajadora. Nuevamente sonaron aplausos. De cada tienda
de los alrededores asomaban enracimadas las cabezas rubias de las vendedoras.
Algunos transeúntes se detuvieron sorprendidos.
Dos obreros que pasaban en bicicleta
preguntaron a un guardia:
— ¿Quién es?
—Madame Perón — contestó éste.
—Es muy gentil — dijo uno, de ellos,
contemplándola mientras entraba al hotel. He repetido la frase para que se
aprecie el matiz. Gentil. Es decir «gentil» revela en los labios de un hombre
del pueblo un movimiento cordial, el que habría manifestado todo París, si el
sectarismo no actuase como corrosivo en los impulsos espontáneos de la
multitud. En esta ocasión el Gobierno y el pueblo de Francia habrían podido
coincidir en una misma manifestación de gratitud y simpatía. Pero aquel ha
estado solo, y a éste, que sería feliz si recobrase su antigua capacidad de
entusiasmo, no se le invita a aplaudir, sino a amenazar. Ha sido en la misma
plaza Vendóme, en el breve espacio, que
media entre la calzada y la puerta del Ritz, donde doña María Eva Duarte de
Perón ha logrado su primera victoria parisiense: Dos obreros se han detenido a
contemplarla. Unas vendedoras, han mezclado sus aplausos a los de la Colonia
argentina. Así, con pequeños hechos, al parecer insignificantes, es cómo se
conquista en esta capital la auténtica popularidad. No hay cómo la presencia
para destruir la leyenda.
Y la presencia de la señora de Perón
ha tenido la virtud, como explicaré mañana, de disipar muchas de las nieblas
que artificialmente se creaban aquí para ocultar la espléndida realidad que es hoy
la República Argentina.”
Perón no tenía simpatía
hacia el comunismo, más aun, cuando tenía la ocasión de criticarlo, lo hacía
filosamente. En numerosas oportunidades hizo conocer
Perón su opinión al respecto. Dijo el general: “Los que han de conducir el Movimiento Peronista en el
futuro, cuyas autoridades saldrán de lo que
decida este Congreso, deben pensar que nosotros estamos realizando una verdadera
revolución, fuera del infantilismo revolucionario, que no es lo mismo. Estamos realizando una
revolución, pero en
paz, utilizando,
como he dicho yo, dos ingredientes que la revolución pone en juego, que es la sangre y el tiempo. Si queremos ganar tiempo, gastaremos
más sangre, y si queremos ahorrar sangre, utilizaremos más tiempo. Al gasto de sangre, nosotros preferimos el
gasto de tiempo.” (…) (Discurso
de Perón, del 24-05-1974 en el Teatro Nacional Cervantes)
“ … En este momento se disputan el predominio del mundo de una parte el
capitalismo y de otra parte el comunismo. Nosotros, que poseemos una
doctrina nacional que no es capitalista ni es comunista, hemos creado en la Constitución Nacional los medios necesarios
para defendernos de esos dos extremos. … Y para asegurarnos definitivamente
contra la acción de sistemas que pueden atentar contra el sistema que nuestro
pueblo ha querido darse para vivir, hemos establecido que: "El Estado no reconoce libertad para atentar
contra la libertad, ni reconoce organizaciones nacionales o internacionales que
atenten contra el sistema democrático que inspira a nuestra Constitución.”… No queda, pues, para occidente otra solución que renunciar a su concepción individualista si quiere oponer una valla eficaz al avance ideológico del
comunismo y ponerse a mitad de camino del
extremo ideológico oriental si quiere sobrevivir".
…”
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