Hugo Chávez podrá haber muerto, pero su legado de nacionalismo económico y autoritarismo político perdurará en Venezuela por muchos años.
Es difícil determinar aún la magnitud de los daños. Venezuela, que otrora fue una de las pocas democracias –aunque imperfecta– en una región plagada de dictaduras militares, ahora se encuentra en el sótano en los principales indicadores latinoamericanos sobre calidad institucional y libertades políticas y civiles. Irónicamente, Chávez utilizó elecciones, plebiscitos y tecnicismos legales para destruir componentes vitales de las democracias, como la separación de poderes y la independencia de la prensa. Este modelo luego sería replicado en Ecuador, Bolivia y Nicaragua. Chávez lo llamó "socialismo del siglo XXI", aunque sus principales características –liderazgo mesiánico, control estatal de industrias clave y represión política– se asemejan más al fascismo.
El tejido social de Venezuela requerirá de años, si no de décadas, para recuperarse. Según Transparencia Internacional, es la nación más corrupta de América Latina. También es una de las más violentas del mundo, con una impactante tasa de 73 homicidios por cada 100.000 habitantes.
Y es fácil vislumbrar cómo la situación podría empeorar aún más tras la muerte de Chávez. El gobierno ha armado y entrenado a por lo menos 25.000 milicianos que tienen por objetivo último "defender la revolución". Ninguno de los potenciales sucesores de Chávez, empezando por el vicepresidente Maduro, parece contar con la simpatía o la lealtad absoluta de estos chavistas fanáticos. Facciones bolivarianas radicales armadas con rifles de asalto rusos podrían incrementar aún más los niveles de violencia en los próximos meses, especialmente si la oposición se alza con el triunfo en la elección presidencial adelantada. Lamentablemente, el profundo odio y la desconfianza que han dividido a la sociedad venezolana entre seguidores y opositores de Hugo Chávez sobrevivirán a éste por mucho tiempo.
La economía venezolana es una de las principales víctimas de Chávez. El último informe anual de Libertad Económica en el Mundo publicado por el Fraser Institute ubica a Venezuela como la economía menos libre de las 144 naciones analizadas. El país sufre de escasez crónica de electricidad y productos básicos. La inflación está entre las más altas del mundo. Las infraestructuras están literalmente cayéndose a pedazos luego de años de abandono, y la capacidad industrial y agrícola ha quedado diezmada tras cientos de expropiaciones y nacionalizaciones. El país importa ahora el 70% de sus alimentos y el petróleo constituye un 95% de lo que recauda en exportaciones. El bolívar fuerte fue devaluado en un 32% hace unas semanas, luego de que una vorágine de gasto público antes de la elección presidencial de octubre dejara un enorme déficit fiscal del 8,5% del PIB. Y puede que eso no sea suficiente: el dólar se cotiza en el mercado negro a más de tres veces el valor del nuevo tipo de cambio oficial. Es decir, una devaluación todavía más significativa se ve venir en el futuro próximo.
Chávez no habría podido aplicar su agenda populista si no hubiera sido por el petróleo, que según algunos cálculos habría generado al país unos 980.000 millones de dólares durante estos 14 años de chavismo. Alrededor de un tercio se gastó en programas sociales —esto explica la genuina popularidad de Chávez entre los pobres–. Pero el resto fue dilapidado en dudosas inversiones o se destinó a inflar las cuentas bancarias de una nueva clase privilegiada, cuyos miembros ahora son conocidos como los boligarcas debido a la espectacular manera en que han prosperado gracias a la denominada revolución bolivariana. Decenas de miles de millones de dólares fueron empleados en impulsar las ambiciones regionales de Chávez, que financió partidos políticos, gobiernos e incluso guerrillas de extrema izquierda en América Latina.
Los estados-cliente de Venezuela sufrirán en diferente grado la partida de Chávez. Sin su masivo subsidio petrolero y demás bicocas –equivalentes a aproximadamente un 6% de su PIB–, la extremadamente vulnerable economía de Cuba podría hacer implosión. Ya que esto puede poner en riesgo la continuidad de la dictadura de los Castro, el gobierno de La Habana está desempeñando un papel decisivo en lo relacionado con la sucesión de Chávez. Argentina, Nicaragua, Ecuador y Bolivia podrían enfrentar también recortes en asistencia económica, aunque no lo suficientemente significativos como para arriesgar la permanencia en el poder de sus respectivos líderes. Sin embargo, no hay duda de que la importante amenaza que en su momento representó el populismo de izquierda en América Latina se verá disminuida por la ausencia de la billetera y el carisma de Chávez; y también por el evidente desastre que dejó a su paso.
En el recuento final, la historia recordará a Hugo Chávez como un caudillo autoritario cuyas políticas hicieron a Venezuela retroceder décadas en materia de desarrollo y calidad institucional. Cuanto antes pasen página Venezuela y América Latina, mejor. (Seleccionado de la web española de Libertad Digital, del 07-03-2013 "El CATO"-artículo de Juan Carlos Hidalgo)
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