Ante el silencio gubernamental, ante el olvido y la indiferencia de los "entristas" que se dicen "peronistas", los que hace unos años eran conocidos por los verdaderos peronistas como "bolches", ignoran a sabiendas que en la fecha se cumplen 65 años del triunfo del general Juan D.Perón en las históricas eleccione sdel 24 de febrero de 1946. Como los que actualmente se denominan "peronistas", no tienen la menor idea incluso de quien fue Perón, adjunto sus palabras, que datan de después de 1955, ya defenestrado. Del examen de sus declaraciones podemos extraaer que estamos ante un estadista y que el tiempo, se ha encargado de confirmar sus pronósticos. Esperamos que cuando los "entristas" las lean, algunos por primera vez, se den cuenta que deben dejar las filas del peronismo y ubicarse en un partido afin a su ideología. O sea en los grupos marxistas. Creemos que, para ellos, esta farsa ha concluído. "Quien quiera oir que oiga. ..."
"Hasta el año 1945, fecha del advenimiento del Justicialismo en la Argentina, el comunismo tenía gran importancia en el país, especialmente en los sectores universitarios y obreros. La universidad argentina estaba penetrada en su dirección y docencia por numerosos elementos conocidos ampliamente por sus ideas comunistas o, cuando menos, comunoides. La mayoría de los sindicatos estaban escuadrados, asimismo, por dirigentes comunistas o socialistas marxistas que, para el caso son la misma cosa, ya que el socialismo que funciona en la Argentina es evidentemente connivente del comunismo. … La política social del Gobierno Justicialista desde su comienzo rindió sus efectos en este terreno y poco tardaron los comunistas en ser sus más enconados enemigos, porque vieron disminuir aceleradamente su predicamento en las masas que, mejor satisfechas en sus reivindicaciones e incorporadas a la Nación mediante los "Derechos del Trabajador", poco tardaron en darles la espalda. … En la Argentina, como en casi todas las partes, los comunistas revolucionarios, que formaron en el elenco de la actual dictadura militar, se interesaron especialmente por las universidades y los sindicatos obreros, entidades que coparon mediante las colaterales comunistas organizadas tanto en las Universidades (Federación Universitaria de Buenos Aires, F.U.B.A.), como en las organizaciones gremiales de los trabajadores (Organización Mundial de Trabajadores de Praga, Confederación Latinoamericana de Trabajadores de Lombardo Toledano y Sindicatos Libres dominados por el partido Comunista). Está de más decir que, en esta acción los comunistas no ponían sino dirigentes, desde que se trataba de una organización de "muchos generales y pocos soldados". … He querido presentar, en el caso argentino, un panorama que sirva de ejemplo y se pueda apreciar la seriedad del problema comunista, en el que mientras unos trabajan a base de engaños y mala fe, los otros lo hacen con peligrosa sabiduría y prudencia. Es necesario comprender que en el mundo agitado que nos ha tocado vivir, algo se está produciendo en el sentido evolutivo, ideológico y doctrinario. Ese algo, de enorme trascendencia histórica, es lo que debemos penetrar si queremos enfocar en sus verdaderas proyecciones, mirando de frente sin claudicaciones y sin ignorancias que puedan ser fatales todos. Cuando comenzó el Siglo XX, el comunismo se reducía al libro "El Capital" de Carlos Marx que sentaba la doctrina, a unos cuantos teóricos que tecnificaron esa doctrina y unos cuantos agitadores que la predicaron (Lenin, Trotsky, Gorki, etc.) Se formaron también rebaños de predicadores, con el rótulo Socialista, que comenzaron en el mundo a "sembrar la semilla roja". Con este movimiento se produjo la primera revolución rusa de 1906 que fue ahogada en sangre. Desde ese momento la organización fue en serio. Se produce la Primera Guerra Mundial y su consecuencia en 1917, la segunda revolución con el triunfo de los bolcheviques y la implantación en Rusia del comunismo socialista. Ya no eran un teórico y unos cuantos agitadores, sino doscientos millones de rusos y los veintiocho millones de kilómetros cuadrados de su territorio.
Cuando nosotros creamos la doctrina justicialista y pusimos en ejecución sus postulados desde el Gobierno Constitucional, capitalizando al Pueblo y asegurando a sus hombres el acceso a la propiedad privada, en poco tiempo casi terminamos con los comunistas. Cuando mediante el plan de viviendas, cada trabajador pudo comprar su casa. Cuando mediante la jubilación universal cada ciudadano aseguró su porvenir contra el infortunio. Cuando los obreros mediante el pago de salarios justos y humanos y el control de los precios ajustados a lo real, pudieron hacer economías y llegaron a poseer ahorros. El comunismo no tenía razón de ser y la gente del Pueblo llegó a reírse, como nos reíamos nosotros, de su prédica.
Uno de los terribles errores del comunismo es precisamente la supresión de la propiedad, que ha surgido allí como una consecuencia reaccionaria contra la desposesión del pueblo ruso en sus antiguas organizaciones un tanto medievales. Pero hoy ya se habla allí de la necesidad de reimplantar la propiedad privada, como consecuencia de la experiencia recogida en casi cuarenta años de colectivización. El derecho de posesión es consubstancial con el hombre, desde que el cavernario ocupó la primera cueva que lo fijó a la tierra, destruyendo su nomadismo inquietante y difícil.
Nosotros, con el Justicialismo ofrecimos una experiencia y la realidad fue mucho más allá de cuanto nosotros mismos habíamos imaginado. Por eso nuestro predicamento popular ha sido tan grande, no sólo en nuestro país, sino en el mundo entero. Es que los pueblos anhelan obtener justicia sin que el comunismo los invada, pero el egoísmo hace imposible tan justa demanda y prefiere arrastrado y barrido por las hordas rojas, antes de claudicar de lo que considera su injusto predominio. En las horas actuales lo conservador es evolucionar, porque el que se aferra a conservarlo todo, se expone a perderlo todo, incluso las orejas. Lo que ha pasado en la República Argentina no hace sino confirmar lo anterior. (Fuente: www.peronvencealtiempo/).
Cuando nosotros creamos la doctrina justicialista y pusimos en ejecución sus postulados desde el Gobierno Constitucional, capitalizando al Pueblo y asegurando a sus hombres el acceso a la propiedad privada, en poco tiempo casi terminamos con los comunistas. Cuando mediante el plan de viviendas, cada trabajador pudo comprar su casa. Cuando mediante la jubilación universal cada ciudadano aseguró su porvenir contra el infortunio. Cuando los obreros mediante el pago de salarios justos y humanos y el control de los precios ajustados a lo real, pudieron hacer economías y llegaron a poseer ahorros. El comunismo no tenía razón de ser y la gente del Pueblo llegó a reírse, como nos reíamos nosotros, de su prédica.
Uno de los terribles errores del comunismo es precisamente la supresión de la propiedad, que ha surgido allí como una consecuencia reaccionaria contra la desposesión del pueblo ruso en sus antiguas organizaciones un tanto medievales. Pero hoy ya se habla allí de la necesidad de reimplantar la propiedad privada, como consecuencia de la experiencia recogida en casi cuarenta años de colectivización. El derecho de posesión es consubstancial con el hombre, desde que el cavernario ocupó la primera cueva que lo fijó a la tierra, destruyendo su nomadismo inquietante y difícil.
Nosotros, con el Justicialismo ofrecimos una experiencia y la realidad fue mucho más allá de cuanto nosotros mismos habíamos imaginado. Por eso nuestro predicamento popular ha sido tan grande, no sólo en nuestro país, sino en el mundo entero. Es que los pueblos anhelan obtener justicia sin que el comunismo los invada, pero el egoísmo hace imposible tan justa demanda y prefiere arrastrado y barrido por las hordas rojas, antes de claudicar de lo que considera su injusto predominio. En las horas actuales lo conservador es evolucionar, porque el que se aferra a conservarlo todo, se expone a perderlo todo, incluso las orejas. Lo que ha pasado en la República Argentina no hace sino confirmar lo anterior. (Fuente: www.peronvencealtiempo/).
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